Ladislao Rodríguez Galán
Afortunadamente la
Navidad mantiene una de las tradiciones más entrañables: el Belén. Los tiempos
cambian pero el "nacimiento" sigue vivo a través de los años. Casas
particulares, instituciones e iglesias muestran estos días el Misterio de la
Sagrada Familia como un símbolo de la España cristiana que muchos tratan de
eliminar.
Pero también es
verdad que el Belén se ha ido adaptando a las "modas" más diversas
sin perder su verdadero espíritu. Los pastorcillos, las ovejas, el pozo, las
lavanderas, el pescador en el río, etc... son personajes que no faltaban junto
a los Reyes Magos y la Sagrada Familia, pero que en muchas ocasiones fueron
sustituidos por muñecas, figuras modernistas e incluso por meros carteles
colocados a lo largo de un camino arenoso. O construidos con azúcar y chocolate
como hacen en Rute. Mil formas pero con un solo fin: recordar con cariño el
nacimiento de Jesús.
Por esa innovación,
sin faltar el respeto, nos ha agradado muchísimo el Belén que ha montado en su
casa para disfrute de sus nietos, nuestro entrañable amigo José Luis Prieto,
veterinario experto en el toro bravo. Es una idea muy original.
Ha recreado una
dehesa andaluza con un corredero donde caminan los toros hacia el portal.
No
faltan los caballos, los perros, algunos jabalís e incluso el camión de los
toros aparcado a la vera esperando para cargar. Y fíjense si es detallista que
no ha olvidado la figura del veterinario. Donde hay animales siempre hay un veterinario
y aquí no podía faltar.
Muy simpático este Belén. Y como nos ha parecido ocurrente,
se lo mostramos.
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