LA GANADERIA DE LIDIA ( I )
Producir y criar ejemplares destinados a la lidia en plazas de toros tiene una serie de características diferenciales bastantes acusadas, con respecto a la de cualquier otro tipo de ganadería.
De hecho las diferencias comienzan ya por los propios ganaderos, que tienen una especial idiosincrasia que les distingue de los restantes criadores.
Hay que tener en cuenta que en la selección y crianza del vacuno bravo hay mucho de sensibilidad y de intuición por parte del ganadero, que intenta crear un producto personal a base de infundirle una serie de características particulares, tratando de aquilatar de las virtudes que considera más importantes en la búsqueda de lo que cada uno cree que es el toro ideal.
Ese toro perfecto se logra rara vez, por ello no solo es óbice para que cada ganadero siga esforzándose por conseguirlo, buscando a la par que su divisa alcance el máximo reconocimiento por parte de los aficionados o de los profesionales del toreo, ya que el reconocimiento conjunto de unos y otros es mucho más difícil ante las grandes divergencias que existen entre los conceptos de idoneidad y aptitud cuando son manejados por los toreros y por los espectadores más documentados en la materia.
La selección del vacuno de lidia se basa principalmente en el gusto personal, o de creación, por parte de cada ganadero.
De esta forma, en las plazas vamos a encontrar reses que durante su lidia manifiestan un comportamiento bravo incluso espectacular en el tercio de varas, con acusado temperamento en la forma de embestir a los engaños, encastados, galopando, yendo a más y moviéndose constantemente durante el tiempo que permanecen en el ruedo, sobreponiéndose a las lesiones y traumatismos que deben soportar a lo largo de la lidia y que van a llevar aparejada la correspondiente merma de sus facultades. Este sería el tipo de toro con emoción, que hace vibrar a los aficionados y cautiva a los neófitos en la materia, pero al que los toreros temen por esa agresividad, que les desborda en muchas ocasiones y que les obliga a realizar un esfuerzo mayor durante la lidia, puesto que se trata de un animal que se deja torear solamente cuando se le ha sometido con anterioridad.
EXPLOTACIÓN DE LA RAZA DE LIDIA
El método tradicional de explotación de la raza de lidia continua siendo en su inmensa mayoría un sistema extensivo puro, que conserva la mayor parte de las tradiciones de los siglos precedentes, aunque en las últimas décadas se ha ido modificando considerablemente para adaptarse a las exigencias de los tiempos.
A pesar de ello, los ganaderos continúan dedicando grandes extensiones de terreno a sus vacadas, pero estos espacios han cambiado considerablemente, tanto en los aspectos cuantitativos, como cualitativos.
LAS FINCAS
Las fincas dedicadas a la crianza del vacuno bravo siguen siendo amplias, pero de mucha menor extensión que lo fueron hace treinta o cuarenta años, o en el siglo pasado, Además la calidad de estas fincas ha variado mucho y el toro bravo ha desaparecido casi por completo de las vegas en las que pastaba antaño, quedando éstas para explotaciones agrícolas o para otros tipos de ganaderías más rentables.
El vacuno de lidia se ha visto relegado a fincas de monte, en zonas más agrestes y pobres, donde sigue devolviéndose a la perfección, aprovechando en algunos casos tierras donde el único tipo de ganado alternativo es el caprino
Gracias a su gran rusticidad y capacidad de adaptación, la raza de lidia es capaz de aprovechar cualquier tipo de terreno, incluso aquellos que ofrecen una climatología extrema, como lo prueba su presencia en las zonas salitrosas y carentes de arbolado en Aragón, en el frio invierno de Castilla-León y en los veranos calurosos e interminables de Córdoba o Sevilla
Actualmente el mejor tipo de fincas dedicadas al ganado bravo son los encinares de Salamanca y Extremadura, así como algunas zonas de Andalucía, especialmente en las provincias de Cádiz, Sevilla y Córdoba, que ponen el contrapunto a zonas muy pobres de Jaén, Madrid, Aragón, Guadalajara y Comunidad Valenciana, también aprovechadas para la explotación de esta raza.
A pesar de la merma en la cantidad y en la calidad de los terrenos dedicados al toro de lidia, la raza subsiste con problemas, a pesar de haber modificado los ganaderos las condiciones de explotación de sus animales, incorporando técnicas modernas de alimentación para suplementar las deficiencias de las fincas en los meses de penuria.
Merced a ellas el ganado resiste y se han mejorado considerablemente los índices reproductivos, así como la viabilidad de la crías.
El vacuno de lidia se cría en el campo permanentemente, pero muchos criadores facilitan a sus reses refugios para combatir las temperaturas extremas y han modificado en buena medida los antiguos métodos de crianza. Dichos sistemas tradicionales consistían en mantener un elevado número de vacas, que no recibían el menor cuidado, ni sanitario, ni alimenticio, y que parían entre 1,5 y 2 crías cada cuatro años, con escasa rentabilidad para el ganadero, ya que los índices de prolificidad se situaban siempre por debajo del cincuenta por ciento.
En la actualidad la mayor parte de las explotaciones intenta combatir las condiciones adversas con buenos sistemas de alimentación y prefiere mantener menor número de vacas reproductoras, cuidándolas tanto en el aspecto sanitario, como en el nutricional, para conseguir que queden gestantes entre el 75 y el 95 por 100 de las vacas de vientre, lo que se traduce en parideras que van a oscilar entre el 65 y el 90 por 100 de dichas hembras, dependiendo de las condiciones climatológicas y de la zona geográfica donde paste la ganadería.
Todos estos datos, como es lógico, se refieren a ganaderías que practican técnicas racionales y modernas de producción, ya que los índices descienden considerablemente en aquellas que siguen aferradas a un primitivismo de explotación y cuyo número es aun bastante apreciable.
LA ALIMENTACION
Tradicionalmente los machos siempre han recibido mayores cuidados en las ganaderías, al tratarse de la principal producción de las mismas. A pesar de ello el sistema antiguo de crianza se vincula por completo al medio ambiente y los toros alternaban períodos de abundancia y escasez a lo largo de toda su vida hasta llegar al año en que debían ser lidiados y en el que suplementaba su alimentación con piensos naturales.
Actualmente se ha racionalizado bastante la alimentación de los machos y predomina la idea de que el futuro toro debe cuidarse desde ante aún de su nacimiento, aportando a la madre la mejor nutrición y condiciones sanitarias posibles, para mantener los cuidados durante toda la vida del ejemplar, suplementado la dieta siempre que sea preciso llegar a la fase de acabado.
Así, los becerros reciben henos concentrados como alimentación suplementaria en las épocas de carestía, buscando un tipo de nutrientes que contribuyan al desarrollo del esqueleto de los animales y aporten poca grasa a su dieta. En definitiva se usan piensos de crecimiento hasta llegar al año en el que los toros van a ser lidiados, momento en el que estos piensos suelen sustituirse por otros de acabado, que también deben tener bajo contenido en grasa y que se formulan mayoritariamente con materias primas naturales.
Durante esta etapa final de la fase productiva, los concentrados van a constituir la base de la alimentación de los toros de lidia y el aporte de hierba va a limitarse mucho, para conseguir que los ejemplares alcancen los pesos mínimos que se exigen en las plazas.
Los ganaderos tienen en baja estima muchos subproductos que se emplean corrientemente en la alimentación de otro tipo de razas, especialmente la urea, a la que consideran responsables de muchas claudicaciones que puedan sufrir las reses durante su lidia.
Algunas materias primas naturalmente como las habas, que antiguamente gozaban de mucho prestigio en la alimentación del vacuno bravo, han perdido parte de la relevancia que tenían en su dieta por aportar un exceso de grasa a la misma y ahora se sustituyen por tortas de soja, tortas de girasol, y yeros como principales fuentes proteicas.
Cuanto antecede se refiere a aquellos ganaderos que destinan la mayor parte de su producción a corridas de toros y novilladas con picadores. Cuando las reses se lidian en novilladas sin picar y becerradas, el criador se ve a compaginar las necesidades de crecimiento con el acabado de las reses, que se llevan a las plazas con edades más tempranas. Esto no supone problema alguno y se suele lograr sin necesidad de modificar la dieta, simplemente incrementando el número de kilos de concentrado en el aporte diario, o bien suministrando pienso "ad libitum", mediante tolvas.
Los principales fracasos en la alimentación del toro de lidia se reflejan en la plaza ante la escasez de fuerza que muestran muchos animales, especialmente aquellos a los que se mantiene pasando hambre la mayor parte de su vida, con objeto de que desarrollen más la encornadura, y luego se ceban a toda prisa durante los últimos ocho o diez meses. Esta alimentación, claramente descompensada, supone que las reses salgan al ruedo soportando un peso inadecuado par su esqueleto, que en la mayoría de los casos no ha acabado de completar con el período de osificación.
En la alimentación suplementaria de las vacas de lidia se emplean fundamentalmente alfalfas deshidratadas o henificadas, henos de diferente composición y calidad de la paja de cereales natural o tratada, ensilados y algún tipo de concentrado en tacos. También es frecuente el empleo de subproductos típicos de la zona donde paste la ganadería, que abaratan considerable mente los costes de alimentación.
Los machos reciben una alimentación de mayor calidad, a base de alfalfa, veza- avena en rama, otros henificados o paja de cereales como ración de volumen, junto con los correspondientes concentrados. Estos pueden proceder de fábricas de piensos, o elaborarse en las propias explotaciones utilizando fundamentalmente en su elaboración cebada, avena, centeno, maíz, yeros, algarrobas, tortas de soja o torta de girasol, además de correctores mineral-vitamínicos.
Lógicamente, los criadores van a emplear aquellos productos que tienen a su alcance con mayor facilidad, bien por producirse en las mismas fincas, bien por tener precios más asequibles en el mercado.
Un toro cuatreño consume a los largo de su vida entre 4000 y 5000 kilos de concentrado, al que habrá que añadir la alimentación de volumen, lo que sitúa este capítulo entre los más gravosos de la producción de vacuno bravo.
LAS INSTALACIONES ( II )
Las instalaciones necesarias para el manejo del ganado de lidia aunque no son muy numerosas, sí son específicas para poder tratar o “sujetar” su comportamiento bravo, suministrarles alimento y al mismo tiempo dotarles de un margen amplio en sus movimientos.
Para manejar una vacada, son necesarias al menos tres personas fijas, más un par de ellas eventuales en momentos precisos, para saneamientos, embarques, faenas, etc.
Y por supuesto 15 a 20 cercados de pared o de doble alambrado y electrificado, una unidad de manejo y una plaza de tientas.
Independiente, es necesario disponer de
1. Una oficina, con un administrativo/a competente
2. Fax, ordenador y teléfonos.
Además de la unidad de manejo, es obligado disponer de 6 o 7 cobertizos abiertos de campo; 6 tolvas de becerros; tolvas dobles de ceba; bebederos automáticos; comederos corridos y cubiertos, morriles o comederos móviles.
De maquinaria, se dispondrá de al menos
1. Un tractor de doble tracción con pala,
2. Un remolque basculante,
3. Todo terreno pick-up y otro vehículo ligero.
4. Un remolque picador y una tolva distribuidora de tacos.
5. Dos almacenes de forraje y paja, uno de pienso o en su defecto silos de almacén,
6. Unas cuadras para caballos y un amplio guardarnes.
La dehesa debe estar bien comunicada y tener fácil acceso en cualquier época del año tanto a las dependencias, como a la plaza de tientas y corrales.
No es mi intención ni mi cometido, en este trabajo, analizar el tema económico y administrativo, si bien, aunque sólo sea de una manera superficial, indicar quiero, que, lamentablemente, la parte burocrática de una ganadería brava es en la actualidad importantísima y vital. A la complejidad administrativa normal de todo ganado vacuno, que además, se acoge a las subvenciones europeas, con la complicación añadida de identificación y manejo, propia del ganado bravo, debe añadirse el puntual y exhaustivo control genealógico del libro de pureza, llevado por la asociación.
CERCADOS Y CERRAMIENTOS.
Respecto al cerramiento, el mejor es la pared o muro de piedra, de pizarra preferentemente, rematada con grandes lanchas o “lomo de perro”, cogido con argamasa, lamentablemente, el altísimo precio hace inviable su construcción actual, siendo sustituidos por muros de bloques mayormente, aunque en algunas fincas suele verse antiestéticos-pero muy prácticos- cerramientos de placas metálicas.
De cualquier forma para los cerramientos generales y cercados de vacas el mallazo de obra ha revolucionado y derogado los sistemas anteriores, tales como el alambre de espino e incluso una indeleble malla ganadera. Suele anclarse sobre piquetes de hierro de “te” o ángulo, cogidos al suelo con cemento y cada 100 metros tensados a los correspondientes y reforzados anclajes.
El mallazo va reforzado con uno o dos hilos de alambre de espino por arriba. Los accesos y comunicaciones, deben ir con sus porteras de mallazo, con paso canadiense si se quiere para facilitar el acceso a vehículos. Pero para los cercados de toros esto no es suficiente y los cerramientos hay que reforzarlos con doble alambrado (separado dos metros) o electrificación, con corriente de la red general.
Es conveniente que los cercados pequeños y los toros de saca, se acomoden cerca de los alares o unidad de manejo, para facilitar el acceso a los corrales, en los rápidos embarques hasta la plaza de toros para su lidia.
EL TAURODROMO
Hay en algunas fincas el llamado “tauródomo”, que consiste en unos correderos de unos kilómetros, por donde habitualmente y sobre todo el último año de su vida, se corren los toros de saca. El error de este tipo de gimnastica funcional es creer que con esta pratica se evitan a posteriori las caídas durante la lidia nada más falso. El correr los toros da fondo pero no evita ni soluciona la falta de fuerza
Respecto a los cobertizos estos deben ser amplios y abiertos por todos los lados, para evitar (sobre todo en el caso de toros) que un animal quede, digamos “entrizado” en una esquina, sin poder huir, expuesto al ataque de sus compañeros. En el caso de las vacas pueden estar tapados por el lado norte y orientada su luz al mediodía. El suelo siempre de tierra.
Los comederos para los toros pueden y deben ser corridos, anchos y altos, para que puedan comer dos animales en frente sin tocarse. Jamás, en el caso de antiguos morriles bajos individuales, de cemento, chapa o piedra, pegados al pie de una pared contra la que el toro podría limarse la base de los pitones. No es aconsejable, las tolvas abiertas para la alimentación de los toros que pueden así abastecerse.
Lo ideal es la alimentación de paja y pienso o a “ unifeed” diariamente. Al resto de ganado, tanto de machos, como de hembras, puede echársele a una hora solamente la paja o ración de volumen (indispensable como aportación de fibra siendo rumiantes) en comederos o simplemente en el suelo, con los modernos “tacos”.
Respecto a los abrevaderos, el tradicional sistema de las charcas de agua embalsada sigue utilizándose, si bien son mucho más asépticos, los bebederos de agua corriente, sobre todo en los cercados chicos de toros.
Si el abastecimiento es con boya, la calidad del agua, lógicamente es mayor y la seguridad de suministro total.
La unidad de manejo debe instalarse en el medio geográfico de la dehesa, para así facilitar que todos los cercados tengan acceso, como radios de una rueda, a ella. Los alares, que antaño siempre fueron abiertos y en donde eran necesarios cinco o seis caballistas especializados y una amplia parada de domados cabestros, ahora, por la reducción del personal y la ausencia de especialización. Se han dividido en partes desde donde pueden encerrarse los ganados a pié o arreándolos con vehículos motorizados. Ya en los corrales, los chiqueros deben ser pequeños (para evitar que puedan arrancarse) carentes de ángulos pronunciados y puertas correderas. La báscula ya casi no se usa, pero sí y mucho el mueco o cajón de curas, que del rudimentario de madera con torno, pasando por el conocido como de “peralta”, se ha pasado a un moderno, complicado y carísimo artilugio metálico, que permite inmovilizar al toro sin riesgo. Facilitando el acceso a
La manga, vital en la actualidad por los continuos saneamientos, debe ser amplía, tapada por abajo y a poder ser cubierta, con puertas correderas divisorias y no muy ancha para evitar darse la vuelta de los animales pequeños. El piso, al igual que en los chiqueros de manejo, siempre hormigonado no muy fino, para evitar los resbalones y que el ganado pueda “auñar”.
La unidad debe disponer de agua corriente y a poder ser de luz, tanto general, como individual en los chiqueros, que facilita mucho los embarques de noche.
PLAZA DE TIENTAS
Atendiendo a la plaza de tientas, anexa a la unidad de manejo, el ruedo debe tener al menos 35 metros de diámetro, con piso de arena apelmazado, disponiendo de 6 u 8 burladeros matando, en el caso de ser un octógono.
El palco superior cubierto y siempre sobre los chiqueros para evitar las querencias, puede ser cerrado, debiendo disponer la plaza de un burladero tapado abajo o “palco del ganadero”; desde donde se dirige la faena de tentadero.
Para los herraderos es necesario disponer de cajón de herrar y tubo para calentar los hierros alimentados con propano, el cajón puede ser fijo, adaptado al cabezal de la manga de vacunación o móvil.
Las cuadras, imprescindibles en una dehesa de bravo, así como el guadarnés y sus arreos, monturas, cabezadas, petos, etc.
INVENTOS QUE MEJORAN LA SANIDAD DEL TORO
http://www.mundotoro.com
A simple vista, podría parecer, aunque un poco más pequeño, la mitad de un túnel de lavado... De no ser por estar emplazado en pleno corazón de la dehesa. Son los denominados "rascadores", que poco a poco van haciéndose más comunes en el paisaje del campo bravo.
Se trata de un sistema mecanizado que sostiene dos cepillos con cerdas duras cuya finalidad es servir, como su propio nombre indica, de rascador a los toros, que acuden prestos a frotar su lomo para desparasitarse sin que tengan que recurrir a los troncos de los árboles.
Este curioso artilugio posee un mecanismo que segrega una materia higiénica que desinsecta y limpia a las reses.
Todo un invento pensado por y para el toro. Con razón se dice que el toro bravo vive en el campo cinco años a cuerpo de rey.
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