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domingo, 1 de mayo de 2011

LA MEMORIA VIVA DE CÓRDOBA

Eliseo Morán Gómez: "Creo que Paquirri pensó que era más fuerte que el toro y por eso el cuerno se le clavó más"
http://www.diariocordoba.com
01/05/2011 M.J. RAYA


Eliseo Morán, en su consulta privada de Gran Capitán, por la que han pasado tantos cordobeses.
JUAN ALGAR

LUGAR DE NACIMIENTO CORTOS DE LA SIERRA (SALAMANCA)
FECHA DE NACIMIENTO 23 DE OCTUBRE DE 1934
TRAYECTORIA LICENCIADO EN MEDICINA Y CIRUGIA EN SALAMANCA. SE TRASLADA A CORDOBA EN 1962, DONDE FUE DIRECTOR DE LA CASA DE SOCORRO Y ES CIRUJANO TAURINO

En busca de un puesto de trabajo vino el cirujano Eliseo Morán Gómez a Córdoba, con 28 años. Y se quedó aquí hasta ahora, que tiene 77 años. Este médico es muy conocido en Córdoba por ser el cirujano de casi todas las plazas de la provincia. También destaca la labor que desempeñó en la Casa de Socorro, de la que fue director junto al Hospital Municipal; por haber sido médico de empresa de importantes firmas como la Cepansa, Telefónica y Asland, y por su consulta privada y actividad quirúrgica en la residencia Noreña, Hospital Provincial y Cruz Roja. Enamorado del toro por la bravura de este animal, posee su propia ganadería, que cría en su hacienda. Opina que para conocer al prójimo hay que ponerse a su altura. Por eso, siempre ha procurado ponerse al mismo nivel de los pacientes y se los gana de esa forma. Como cirujano titular de Pozoblanco le tocó vivir en la plaza de esta localidad uno de los momentos más trágicos de la historia de la tauromaquia cordobesa, la muerte de Paquirri el 26 de septiembre de 1984. A Eliseo Morán no le gusta recordar este momento. Su talante jovial, como el de un joven que se come el mundo, se trunca cuando se le pregunta por aquel día.
--Estudió en Salamanca y acabó trabajando en Córdoba.
--En Salamanca no había posibilidades de trabajar de médico. Estuve a punto de marcharme a Libia, como hicieron algunos compañeros, pero luego Gadafi dio el golpe de Estado y expulsó a todos los médicos y no se pudieron llevar ni una peseta. Por otro lado, me ofrecieron irme con una compañía americana a Liberia, pero no me defendía bien con el inglés. Encontré un anuncio en un periódico sobre un puesto de trabajo en Córdoba. En 1962 me vine a Córdoba y empecé a trabajar, con un contrato de dos años improrrogable, en el Hospital de Agudos, donde está ahora la Facultad de Filosofía y Letras. Mi generación era la del pluriempleo, pues pagaban poco en todos los sitios. Había hecho las oposiciones de la Casa de Socorro en 1960. Me dieron la plaza en Archidona y cuando iba a tomar posesión lo que ofrecían no me daba para vivir. Cuando llegué a Córdoba me volví a integrar en la Casa de Socorro de República Argentina, después de la muerte de José Nevado. Con 700 pesetas al mes que me pagaban en la Casa de Socorro necesitaba buscarme otros empleos.
--Entonces se hace médico de conocidas firmas en Córdoba.
--Trabajé sucesivamente como médico de empresa para la Cepansa, Telefónica y Asland. Además, seguía de cirujano. Primero saqué la plaza de Digestivo y cuando convocaron plazas de mi especialidad obtuve la de cirujano también. Inicialmente trabajé operando en la Noreña y después en el Hospital Provincial. Las intervenciones eran los lunes y los viernes por la tarde. En la Cepansa estuve unos dos años porque pronto se vino abajo. Iba a trabajar por la tarde, de 4 a 7. A las 7 de la mañana iba a Asland y estaba allí hasta las 10. En Telefónica estaba de 10 a 3 de la tarde. Por la tarde, de 3 a 5 iba a la Casa de Socorro. Me pude casar, gracias a que en 1968 o 1969 la Casa de Socorro me hizo funcionario civil del Estado y pasé de cobrar 800 pesetas al mes a 17.000. Por otro lado, además de operar lunes y viernes tenía dos horas de consulta, primero en el ambulatorio del Sector Sur y después en la Avenida de América.
--¿Qué amistades guarda de aquella época?
--En la Cepansa estaba con José Merás y Pepe Hernández. Y en Asland con Rafael Llamas y Manuel Alcántara, que fue teniente de alcalde con Antonio Alarcón. Con aquel ayuntamiento accedí al cargo de director de la Casa de Socorro de República Argentina. En Telefónica estaban Rafael Nieto o Rafael Aranda.
--¿Cómo fue elegido director de la Casa de Socorro?
--Ibamos por antigüedad. Sustituí a finales de los 70 al que había sido primer director de la Casa de Socorro Antonio Medina, tras su fallecimiento. En la etapa de Herminio Trigo como alcalde se decidió suprimir la Casa de Socorro porque decían que estaba obsoleta. Este centro solucionaba todas las urgencias, ya que estos casos no eran atendidos en los hospitales. Hacía una guardia cada 4 días. Estabas toda la noche levantado y saliendo a la calle con la ambulancia. Trabajaba con gente muy entrañable: Antonio Ortiz Clot, Rafael Blanco León o Antonio Medina.
--¿Cómo empieza su relación con el mundo del toro?
--En mi pueblo natal había muchas ganaderías. Teníamos una gran afición y en mi casa quedaban reminiscencias de una ganadería de mi abuelo materno, que fue montaraz del duque de Veragua. En Salamanca acudía a las corridas con un cirujano. Por la Casa de Socorro de Córdoba iba mucho el banderillero Columpio, como muchos taurinos, ya que mi compañero Antonio Ortiz Clot era jefe de la enfermería de la plaza de toros de Córdoba. Columpio me animó a ir de cirujano a los festejos que había en los pueblos y ahí empezó una labor que aún continúo. Al principio iba con una ambulancia que llevaba sangre y un médico, pero poco a poco formamos un equipo con un cirujano, ayudante de cirugía, anestesista, un médico internista, dos ATS y dos ambulancias, con sus conductores.
--¿Desde cuándo es cirujano titular de las plazas de Belmez y Pozoblanco?
--Desde el año 70. Pienso muchas veces que eso no lo quería hacer nadie, ya que es un trabajo muy sacrificado. En el verano, con el calor, abundan los festejos. Hay que salir a las 5 de la tarde para llegar a El Viso o El Guijo, con unas carreteras que ahora son una maravilla, pero antes... Y prácticamente no se cobraba, porque a veces no había público o el empresario desaparecía. Aún nadie sigue sin querer hacer este trabajo porque es muy comprometido. Ir de cirujano a una plaza como Córdoba o Sevilla es facilísimo porque tienes una enfermería que parece un hospital y a 3 pasos un centro hospitalario. Desde hace unos años, los sanitarios de los pueblos nos ayudan a organizar un habitáculo en los centros de salud por si hay que atender a heridos en la plaza. Las plazas de Villanueva de Córdoba o Dos Torres tienen enfermerías propias. He trabajado en enfermerías montadas en casas y en bares.
--¿Cómo han cambiado las enfermerías de las plazas de los pueblos en los últimos años?
--Han mejorado muchísimo. En los centros de salud montamos nuestra enfermería, de forma que disponemos de oxígeno y electrocardiógrafo. Pero antiguamente había enfermerías de desastre. Me acuerdo, creo que fue en 1997, que en Alcaracejos hicieron una plaza y había una enfermería, pero decidieron después destruir la enfermería para levantar allí un polideportivo. Al llegar al pueblo descubrimos que no había enfermería y el empresario organizador del festejo no aparecía. Encontramos una cochera de camiones de reparto y allí nos instalamos, pero necesitábamos una mesa y una camilla, rogando que no ocurrieran percances. Pasó por allí un vendedor ambulante con un carrito lleno de almendras y se lo pedimos para usarlo de camilla y en la misma intervinimos a uno de los matadores que se partió el brazo. Le temo mucho a las novilladas en los pueblos porque vienen novilleros que han toreado poco. Al margen de la cogida de Paquirri en Pozoblanco nunca he atendido una cornada mortal en mi profesión, aunque sí cogidas graves como una a Chamanieto en Montilla y otra a Alfonso Casado en Aguilar.
--De su equipo, ¿quiénes llevan con usted más tiempo?
--Están los cirujanos Celso Ortiz y Rafael Ruiz; los enfermeros Francisco Moreno, Antonio Valverde, Antonio Pineda y Miguel Romero, y el anestesista Ramón Sierra (compañero mío desde la Noreña). Cuando Ramón Sierra se jubiló, le dimos una comida de homenaje, pero tuve que salirme para ir a un festival a Almodóvar y cuando regresé no pude decirle que quería pedirle perdón por meterle en este lío, ya que a él no le gustan mucho los toros. Ramón Sierra va a los toros por mí. Mientras se celebraba un festejo, él a lo mejor se acostaba antes porque había tenido guardia o leía un rato.
--¿Qué recuerda de la Córdoba de antes?
--Salía a la calle con otros cirujanos. Nos reuníamos en la cafetería Hispania, en la calle Cruz Conde. De allí luego nos dábamos un paseo por Cruz Conde o las Tendillas, organizábamos peroles o íbamos a las fiestas de Palma, de El Viso...
Cuando ocurrió la cogida de Paquirri en Pozoblanco Eliseo Morán no pudo acompañar a la ambulancia y se quedó en la plaza, ya que la corrida debía continuar al quedar dos toros.
--Nunca pensábamos que pasara nada porque los toros no eran grandes y los toreros, una maravilla. Paquirri había toreado a su primero muy bien. Aquel día hacía un poco de aire. No sé qué le pasó, si se le enredó el capote con el viento... El toro lo cogió y lo mantuvo con el cuerno mucho rato. Fue horrible.
--Cuando vio esa cogida me imagino que ya sabía que las heridas serían graves.
--Sí. Además, el toro tardó mucho tiempo en soltarlo. Creo que él pensó que era más fuerte que el toro y por eso el cuerno se le clavó más y le rompió el muslo como si fueran las cuerdas de una guitarra. Rompió el músculo, arterias, venas, todo. Era un gran boquete.
--¿Este suceso fue lo que impulsó a que se mejorasen las enfermerías de las plazas de los pueblos. ¿La enfermería de Pozoblanco era tan deficitaria?
--No estaba bien, pero tenía prácticamente los mismos recursos que ahora. Se ha inaugurado la nueva enfermería de Pozoblanco hace tres años. Cuando ocurrió aquello en 1984 pensamos que no podíamos hacer allí más cosas por Paquirri y decidimos su traslado a Córdoba. Sin embargo, la carretera antigua que iba de Pozoblanco a Córdoba era terrible. Paquirri fue soportando su situación bastante bien con un bote de sangre que se le transfundió, pero al bajar la ambulancia el Muriano este diestro empezó a empeorar. En esas lesiones en las que se produce la rotura de grandes vasos sanguíneos, hay un peligro de que derivado de ese movimiento del corazón de sístole y diástole se puede pasar aire y formar una embolia gaseosa, de forma que los vasos transportaban aire en lugar de sangre. Al margen de ello había perdido mucha sangre. Se fue con él el cirujano Rafael Ruiz González y el doctor Funes, anestesista. Me han preguntado muchas veces qué habría pasado con Paquirri si hubiera habido un hospital en Pozoblanco, porque el hospital estaba medio hecho, pero no estaba funcionando, y no sé qué hubiera pasado si hubiera podido ser evacuado Paquirri en otro medio de transporte. A posteriori se hacen conjeturas. Se hizo una instrucción de la causa, pero no derivó en responsabilidad para nadie en concreto. La responsabilidad fue de nadie y de todos.
--¿Ese día lo pasaría muy mal?
--Lo malo fue el problema mediático que se generó después. Nos volvimos para Córdoba nada más terminar la corrida. Lo habíamos derivado al hospital Reina Sofía e íbamos para allá, pero nos dijeron que lo habían trasladado finalmente al Hospital Militar y nos sonó muy mal. No habíamos tenido noticias porque entonces no había móviles. Cuando llegamos al Hospital Militar ya había muerto. Aquella misma noche se le hizo una exploración, previa a la autopsia, con el juez y con el médico forense. La herida no había sangrado nada. Los apósitos que habíamos puesto en Pozoblanco estaban bien, no fue una hemorragia aguda sino un proceso de shock hipovolémico, pero luego se dijeron muchas cosas y que si era la ilíaca y fue la femoral.
--¿Habló usted con la familia de Paquirri?
--No. El sexto congreso de Quito se celebró en noviembre de 1984 y giró sobre la muerte de Paquirri. El congreso entendió nuestras explicaciones y nos dio un certificado que avalaba nuestra labor. Aquel día terminé a las tantas en el Hospital Militar y después llegó su viuda. Cuando llegué a mi casa me estaban esperando familiares y amigos. Parecía que se me había muerto alguien a mí. Aquella noche no dormí y a las 3 de la madrugada me llamó el cirujano colombiano Virgilio Olano porque había llegado allí la noticia de la muerte de Paquirri.
--¿Es la muerte que más ha sentido como cirujano?
--Sí, más que nada por el entorno que rodeaba a Paquirri. Nunca dejé de dar la cara porque pensé que era mi obligación y procuré atender a todos los medios de comunicación. Menos mal que no pasó aquello en la época actual de auge de la prensa del corazón. Al día siguiente tenía programada una sesión operatoria y no la suspendí. Estando operando me llamaron de Madrid para que cogiera el teléfono por el tema de Paquirri. Si no fuera porque entonces ya tenía mi prestigio creo que me hubiera tenido que ir de Córdoba, porque a lo mejor me hubieran hecho el vacío. También tengo un certificado de la Consejería de Salud en el que se explica que nuestra actuación fue correcta. La inspección sanitaria de la Delegación de Salud decía que el instrumental quirúrgico de la enfermería de la plaza de Pozoblanco estaba en perfectas condiciones de asepsia y que había 1.200 centímetros cúbicos de sangre para su posible uso. Por su parte, Salud me mandó un certificado que decía: "A la vista de los informes que obran en la Consejería estimamos conveniente hacer público el reconocimiento a su labor profesional realizada al diestro Paquirri en la enfermería de la plaza de toros de Pozoblanco".
--¿Cómo decidió montar su propia ganadería?
--Me gusta mucho el campo. Además, soy un enamorado del toro bravo, que es el animal más bonito que hay en la tierra. Era una ilusión que tenía. Primero tuve una ganadería compartida en 1977, ubicada en la hacienda de Manuel Benítez El Cordobés . En 1987 compré la hacienda que tengo en Montoro, después de vender una tierra en Salamanca. En 1988 compré mi primera junta de vacas. Mis reses han sido lidiadas en festejos en Mijas, Fuengirola, Almodóvar o Montoro. Sé qué lugar ocupo con mi ganadería, que no puedo ir a un Sevilla o a un Madrid y que no puedo competir con ganaderías centenarias. No tengo toros, suelo criar novillos porque mantener un toro cuatro años y luego no poder venderlo cuesta mucho.
--¿Se celebran ahora menos festejos en Córdoba?
--Sí y este año serán menos, porque los ayuntamientos no poseen fondos para organizar ferias taurinas.
--¿Por qué nunca ha trabajado de cirujano en la plaza de toros de Córdoba?
--Porque allí ha habido otro equipo desde siempre.
--¿Tiene amistad con toreros cordobeses?
--He conocido a casi todos los diestros, El Cordobés, José María Montilla, José María Martorell, Sergio Sanz, Chiquilín, Alejandro Castro, Rey Vera, Finito, El Puri, Zurito, El Pireo o José Luis Moreno. A Calerito no lo conocí.
--¿Ve como califa a Finito?
--Tengo mucha amistad con Finito y con José Luis Moreno. La idea de que sea elegido califa la debe madurar tanto él como los aficionados.
--¿Le gusta el Museo Taurino?
--Es un gran museo y es una pena que no se pueda visitar por las obras.
--Recuerda bien la muerte de Manolete, ¿no?
--Tenía 11 años, entonces prácticamente la radio no estaba extendida y me enteré por el periódico, que en letras grandes decía: "Manolete ha muerto". Nos había prometido mi padre que ese año nos iba a llevar a ver a Manolete porque iba a torear en Salamanca, en uno de sus frecuentes mano a mano con Arruza. Le voy a contar una anécdota. En 1984 se celebraba el sexto Congreso Internacional de Cirugía Taurina en Quito (Ecuador). Allí, en casa de un periodista, vimos una fotografía enorme de Manolete, que ocupaba del suelo hasta el techo. Cuando supo que éramos de Córdoba nos contó que lo sabía todo de Manolete, lo tenía entronizado como una auténtica reliquia.
--¿Cómo es su día ahora?
--Voy mucho al campo porque allí me encuentro muy a gusto. No soy un hombre de taberna, ni de jugar a las cartas.

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