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jueves, 27 de marzo de 2014

EL TORO DE LIDIA NEGOCIO EN CRISIS

LA ECONOMÍA DEL TORO DE LIDIA
Autor: Francisco Javier Jiménez Blanco / Veterinario

 

INTRODUCCIÓN
La cría del toro bravo de forma racional, se remonta al siglo XVIII. La nobleza hasta ese momento los utilizaba para los espectáculos a caballo. La extensión de la fiesta se populariza con el toreo a pie, y con ello aumentó la demanda.
En la crianza del toro bravo, raza única en el mundo, intervienen unas 300.000 hectáreas de alto valor ecológico; y más de 10.000 personas se emplean en las explotaciones de lidia.
La figura del ganadero, en el concepto tradicional significó un modelo individualizado de gestión, donde el consejero delegado y el consejo de administración son entes desconocidos.
La soledad del ganadero en la alquimia de la selección, le alejó en muchos casos de la cuenta de resultado y de explotación. Aquí no existió predominancia de lo rentable, más bien lo contrario, sobre el logro de conseguir un toro bravo y encastado. El resultado de las decisiones siempre son a muy largo plazo, quizás por ello los objetivos económicos y los de la crianza no lleguen a converger. De ahí que se hable en numerosas ocasiones del romanticismo del ganadero de bravo.
 Si lo anterior se constataba más en el pasado como tópico, bien es cierto que en la actualidad han irrumpido nuevos ganaderos con nuevas formas: personas del mundo de los negocios y de la empresa o profesionales independientes. Ellos no cumplen con los preceptos tradicionales ni lo creen necesario. Lo atractivo de este ocio y estilo de vida, les permite una relación con otros segmentos sociales de forma peculiar, y a su vez invierten fuertes sumas de capitales.
Las explotaciones de lidia, como cualquier otra actividad económica están sometidas a los influjos condicionantes de los recursos naturales, los recursos humanos y el capital.
 A) Las ganaderías requieren una gran superficie de suelo, que según su calidad pueden variar de 1 a 5 animales la carga admisible por hectárea. La evolución de su precio ha llegado hasta un incremento de un 200% en los últimos 20 años.
 B) Los recursos humanos son unos de los factores más decisivos en la crianza del toro. A medida que se ha devaluado el estilo de vida en el sector agrario en general y el ganadero en particular, se ha complicado el trabajo: la dedicación plena durante mucho tiempo y las escasas posibilidades de ocio, ahuyentan nuevas incorporaciones y alejan a los que están.
El número de personas que son necesarias en las explotaciones de lidia, duplican a las otras explotaciones de extensivo en general. Ascendiendo su coste medio anual en los últimos 20 años, en una horquilla de un 11 a un 15% anual. La panacea no ha sido ni es la mano de obra inmigrante, pues la falta de cualificación y afición no han resuelto las carencias del sector.
 C) Los recursos económicos para la adquisición de una finca, edificar las dependencias necesarias, las cercas, ganadería, etc., requieren desde su inicio una fuerte inversión. El empresario-ganadero con estos mimbres tendrá que agudizar sus conocimientos para gestar una ganadería, que produzca un toro acorde con su idea del mismo.
  
COSTOS E INGRESOS
 No se puede establecer una linealidad de costos e ingresos y generalizar los mismos a todas las explotaciones, pues tampoco existen datos de ganaderías de referencias. Pues no todas las fincas son iguales ni los ganaderos los mismos, ni los encastes, ni los mayorales, y tampoco los objetivos que se quieren conseguir. Una ganadería de bravo es diferente a todo lo demás, a veces incluso a otra.

COSTES
 El capital fijo, lo constituye las infraestructuras y su mantenimiento, los intereses de las mismas deduciéndole la inflación y la amortización del ganado (bajas y reposición).
El capital circulante lo compone la alimentación (44%), la mano de obra (30%), la Seguridad Social, los gastos de veterinarios, medicamentos, consumos etc.
Los costes de gestión, normalmente no están valorados, se supone que eso siempre está implícito en el esfuerzo y riesgo personal del ganadero.

INGRESOS
 El mantenimiento económico de las explotaciones, tendrá que venir determinada por la venta de sus productos. Bien sea para novilladas con o sin caballos, corridas de toros, rejones o festejos populares. La venta del desecho para el sacrificio, hoy como ayer totalmente devaluada; salvo alguna iniciativa muy interesante y de buen futuro aquí en Extremadura, en la comercialización de las carnes con denominación de lidia. El alquiler o venta de reproductores, aspecto este que no se da en todas las ganaderías. Y, los ingresos por subvenciones provenientes de la PAC, que más adelante analizaré como elemento distorsionador del mercado.

LA RENTABILIDAD
Podemos definirla como aquello que queda después de remunerar los factores de producción y liquidar los impuestos.
 Es de opinión generalizada la baja rentabilidad y los criterios empresariales obsoletos, en muchos casos, en la forma de administrar la ganadería. Si esto es así, en algún lugar debe residir la clave para mantener esta actividad. Pues el precio del toro no ha sido el reclamo de capitales de otras actividades económicas.
En tiempos pretéritos, en el sector agroalimentario de producción intensiva; accedieron, por la evolución favorable de los precios ante una gran demanda, otros sectores económicos y empresariales atraídos por la rentabilidad.
 Aquí en el mundo del toro, los sectores emergentes de la economía española han invertido independientemente de lo que resulte de la cuenta de explotación. Son inversiones encaminadas en la consecución de rentabilidad por plusvalías; y estas se concretarían en: plusvalía social, de difícil cuantificación, plusvalía fiscal, que permite gastos casi ilimitados, y la plusvalía inmobiliaria con la que se consigue fuertes rentabilidades.
 No obstante, como estamos hablando de costos, ingresos, y rentabilidad, es de tener en cuenta una práctica habitual muchas veces equívoca y no siempre positiva en el trabajo de gestión. Para conseguir beneficio se recortan los gastos de alimentación y los de personal, que suponen un 74% de los costes en la cuenta de explotación. Repercusiones que se pueden sintetizar en los siguientes aspectos:
 Peor manejo: faenas de campo desastrosas con problemas en las crotalaciones, ahijados, herraderos, etc. Manifestaciones sintomatológicas del síndrome de “los fines de semana”: aumento de la agresividad y peleas por carencias en el suministro de alimentos estos días, sobretodo en los machos. Gran rotación de personal que imposibilitan la cohesión de las plantillas. Incorporación de inmigrantes carentes de formación, ante las deserciones de los nativos, en un trabajo especializado.
Un mayoral con un equipo de vaqueros eficaces tienen una difícil suplencia.
Alimentación deficitaria: adquisición de materias primas de menor calidad en piensos y fibras, o inadecuada para la manutención. Disminución en la fertilidad por reabsorciones. Homogeneización de la alimentación para los distintos tramos de edad, diferenciando solamente a los toros de salida.
Si además se prescinde del asesoramiento técnico de veterinarios especializados en materias de carácter sanitario, clínico, nutricional, reproductivo, etc. Difícil se le pone al ganadero ejecutar una selección eficaz.
Más que un criterio reduccionista de costes; el ganadero debe exigirse así mismo a encaminar sus decisiones, en la consecución de una ganadería competitiva y acorde a las exigencias del público, empresas y toreros en equilibrio con su ideal de toro.

EL MERCADO
El problema de la ganadería de lidia actualmente pasa por un estancamiento grave en el precio de sus productos, además de una subida de costes incontrolada: carburantes, cereales, piensos etc.
 El mercado del toro de lidia se caracteriza fundamentalmente, por un exceso de oferta que no se corresponde con la demanda, a pesar del gran incremento que tuvo a partir de los años 90. En los últimos 20 años el crecimiento en el número de vacas a un ritmo de un 11%, y un aumento de un 10% de más explotaciones, ha provocado un desequilibrio temerario en los precios.
 Además, y aún más grave, ha sido el desarrollo de una política ganadera de la Unión Europea, sustentada en un modelo paternalista a base de subvenciones indiscriminadas (primas de vacas nodrizas, primas por extensificación, de sacrificios, de machos, etc.); que si en otras razas benefició, en la de lidia rompió las reglas del mercado.
Todo ello ha provocado:
 a) La aparición de múltiples ganaderías formadas con vacas de desecho.
b) Un mercado negro de compra de derechos.
c) Un trasiego de hierros y venta de genética de lo más variopintos cruces.
d) Una puesta a la venta de un contingente de machos por debajo de costo, y en muchos casos sólo por el gusto de verlos lidiar.
 La eliminación de este sistema proteccionista y una liberalización total del mercado, se regularía por su propia dinámica permitiendo:
 Una reducción importante de vacas, que conllevase a una disminución importante del número de machos.
Explotación más racional de la dehesa, con menos carga ganadera.
Y, una competencia más leal entre ganaderías.
El mercado actual está dominado por círculos empresariales, que ajustan precios con ganaderos para toda la temporada y con formulas de pagos muy singulares. Independientemente del estado que se encuentre la ganadería aparecerá en determinadas ferias.
En esta deriva el ganadero ha perdido su protagonismo paulatinamente, salvo excepciones. Sufre una subordinación a toreros en cuanto a la selección del toro, entrando en circuitos de comercialización controlados por empresas y apoderados, a merced de determinados intereses. Como consecuencia, algunos históricos han abandonado por no aceptar las nuevas reglas del juego; y varios encastes han desaparecido.
Una comercialización dificultosa y devaluada de la carne; y los riesgos sanitarios (vacas locas y lengua azul) añaden aún más problemas a la comercialización. Todo ello unido a un sistema impositivo injusto que grava la venta con un 16%, frente a otros espectáculos que tributan a un 4%.

EL FUTURO
La ganadería de lidia cumple con el precepto básico de la Política Agraria Común: raza autóctona en extensivo, generadora de una actividad económica y social con un fuerte componente protector ambiental.
Los importantes recursos de las ganaderías de lidia deben ser dinamizadores de la vida en el medio rural. Haciendo lo posible por diversificar sus actividades económicas y empresariales de las que alguna pueden ser:
Turismo rural, realizando promociones turísticas especializadas: Las rutas del toro.
Actividades cinegéticas, por sus propios recursos o inducidos.
Explotaciones agrícolas y ganaderas compatibles con el toro, en un modelo de desarrollo sostenible.
Promoción y comercialización de la carne de lidia con denominación de origen y marca de calidad.
Aulas de naturaleza para complementar la formación de profesionales (veterinarios, biólogos, forestales, etc.) a través de convenios con la Universidad u otros centros de enseñanza.
Deportes relacionadas con la naturaleza.
Actividades vinculadas al mundo del caballo: crianza, formación, etc.
Acceso a las escuelas taurinas para enriquecer su formación, y así mejorar un mercado en ascenso de festejos o clases prácticas sin caballo.
Por tanto en este contexto, sería deseable que se rompiera esa fuerte dependencia económica de la crianza del toro, que limita los ingresos y no tiene visos de recuperación “per se”. Optando por desarrollar actividades económicas complementarias, y compatibles, con las explotaciones de lidia.

Otros enlaces:
La Ganadería de lidia: Negocio en ruina
http://www.diariodesevilla.es/article/toros/1189100/la/ganaderia/lidia/negocio/ruina.html



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