El ciclo, gestado entre polémica, no solo no la ha abandonado, sumando
una lamentable suspensión, sino que ha dejado patente que el público le ha dado
la espalda a una pobre oferta Toca actuar y regenerar el coso
RAFAEL DE LA HABA 03/06/2014
Llegó la Feria envuelta en
polémica y ha terminado con la plaza sumida en una de sus peores crisis. Tanto
que no hay ni un minuto que perder en el necesario y urgente trabajo de
regeneración de Los Califas. Mucho más cuando el próximo año se cumple el
cincuentenario de la inauguración del coso y la efeméride se presenta como una
magnífica oportunidad para organizar un ciclo especial que, cargado de
atractivos, sirva al tiempo para hacer borrón y cuenta nueva y poder mirar al
futuro de la plaza con ilusión.
Y es que la Feria recién
finalizada ha sido lo que se esperaba: un fracaso de público, que no ha acudido
a unos festejos sin remate en sus carteles y con la ausencia de Finito por
primera vez en 25 años, y la confirmación de que de la mano de la empresa
Ramguertauro el ciclo corría peligro, tal y como la sociedad propietaria del
coso argumentó en los juzgados en su intento fallido de apartarla de la
organización. Al menos, así quedó patente el miércoles, con la suspensión de la
primera corrida de toros, en la que tenían que actuar Juan Diego, Andrés Luis
Dorado y Paco Ureña, por falta de toros. Nueve de los doce ejemplares de
Jaralta presentados no dieron el peso y la empresa, advertida de ello desde el
día anterior, sin embargo dejó correr el tiempo sin disponer ganado de recambio
en los plazos establecidos por la autoridad, por mucho que luego insistiera en
que tenía toros de Julio de la Puerta de camino. Lo cierto es que decía que
venían, pero nunca llegaban, restándole toda credibilidad.
Denuncias y deficiencias
Ese día tocó fondo la plaza, pero
no era nada más que una gota que colmaba el vaso del desprestigio del coso.
Primero fue el affaire en los juzgados, hasta donde la sociedad propietaria
llevó a Ramguertauro por incumplimientos económicos y por la escasa calidad de
los carteles, y de donde salió la empresa respaldada por una jueza que no
advirtió que la Feria ni la imagen de la ciudad pudiera verse dañada, que es
justo lo que ocurrió con la suspensión. Luego vinieron las denuncias de la
Federación Provincial Taurina por el trato a los abonados y de los
consumidores, a través de Facua, por vender la empresa entradas a precios
superiores a los anunciados. Y por último, a todo ello vino a sumarse una
deficiente organización que incidió en detalles que, aunque pudieran ser
considerados menores, dicen mucho de la dejadez a la que se ha sometido a toda
una plaza de primera: puertas de acceso cerradas para ¿ahorrarse personal?, lo
que generó colas el día de la corrida estrella e hizo que mucho público entrara
con el espectáculo ya comenzado; mal estado del ruedo; el reloj sin la hora
ajustada; las mulillas sin enjaezar; ausencia de acomodadores; suciedad en los
tendidos... Y la empresa, mientras tanto, repartiendo culpas entre fantasmas y
"manos negras", sin reconocer ni un solo error.
Ya en el ruedo, tampoco el
resultado artístico ayudó. En la corrida estrella, la del sábado, solo la
pinturería de Morante y la técnica de Ponce merecieron una oreja ante un
encierro de Zalduendo muy justo de presentación y sin la emoción del toro. Esa
misma tarde, que solo dejó detalles, Talavante se fue un año más de vacío. Y en
la otra corrida de a pie, la del viernes, otro trofeo para la estética de Curro
Díaz en medio de un festejo deslucido por el ganado, con un Ferrera esforzado pero
insuficiente y un Jiménez Fortes que nada resolvió.
Aire fresco
Lo mejor estuvo en las novilladas
sin picadores. El buen juego del encierro de La Quinta permitió que Lagartijo
abriera la puerta grande tras cortar dos orejas con una faena ligada y con una
buena dosis de expresión. También El Rubio obtuvo un trofeo y Romero Campos se
fue de vacío. En la otra, en la que también se lidiaron algunos buenos
ejemplares de Eliseo Morán, Fernando Sánchez sorprendió por su buen concepto y
personalidad. Obtuvo un trofeo al igual que Rafael Reyes y Antonio Suárez. Y
otro se llevó en el cierre de rejones Leonardo Hernández, que a punto estuvo de
abrir la puerta grande con un gran toreo a caballo y una vibrante actuación.
Falló con el rejón de muerte y se le escapó un triunfo más sonoro. Sus
compañeros de cartel, Fermín Bohórquez y Manuel Moreno, en blanco. Eso en una
plaza con la entrada más pobre de cuantas se recuerdan en los últimos años en
estos festejos. Como pobres fueron las de todo el ciclo, excepto la de la
corrida estrella, por si a alguien le quedaba duda de cuál es la oferta taurina
que reclama Córdoba.
Pero, ¿y ahora qué? Es urgente
tomar medidas. Se ha generado tal desconfianza por la polémica previa, las
denuncias por los precios y la suspensión a las primeras de cambio que el
espectador parece que, definitivamente, le ha dado la espalda a la plaza.
Además, el daño de imagen a nivel nacional ha sido tan grande que la categoría
del coso ha quedado por los suelos. Por lo que no queda otra que actuar y
rápido. En esa línea, la sociedad propietaria tiene claro que quiere romper el
contrato con Ramguertauro y para ello, aunque no se salió con la suya de la
medida cautelar, parece que confía en que de vuelta a los juzgados --si es
necesario-- estos le den la razón, entre otras cosas porque los últimos días le
han facilitado más argumentos para demostrar los incumplimientos económicos y
la pésima gestión para los intereses de la plaza y la ciudad.
¿La cuadratura del círculo?
Pero no solo se trata de desembarazarse de Ramguertauro --también se
arrastran males de años anteriores-- sino de buscar y acertar con la solución. Y esta parece que
pasa por que la sociedad propietaria anteponga los intereses taurinos a los
económicos, desde luego legítimos pero ahora mismo secundarios. Partiendo de
esa base, y esa sería su idea, buscar una gestión profesional que, a buen
seguro, solo podría ser atraída no ya rebajando el canon, sino eliminándolo y
yendo, en todo caso, a porcentaje. Una vez cedida la plaza a esa casa o
profesional taurino de primerísimo orden, su objetivo no debería ser otro que,
aun reduciendo los festejos, ofrecer una oferta de calidad, a la altura de la
categoría de la plaza, con carteles rematados y todo acompañado por una
atractiva política de precios. Y a partir de ahí, de vuelta el público a la
plaza con una Feria especial por el 50 aniversario, fidelizar al espectador.
¿La cuadratura del círculo? Puede que sea difícil, pero no imposible.
Miren Granada, sin ir más lejos. En cualquier caso, la regeneración de Los
Califas no puede esperar más. Y una vez tocado fondo es ineludible abordarla.
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