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domingo, 1 de enero de 2017

PODRIA CAMBIAR EN 2017 POR BIENESTAR ANIMAL


Las Banderillas Negras

¿Qué son las Banderillas Negras?


Las banderillas de castigo o banderillas negras, son las que verdaderamente infieren al toro un castigo notorio, y suelen emplearse cuando, a juicio del Presidente, el toro no ha recibido suficiente castigo en el tercio de varas, por su carácter de manso y falto de casta.

Se diferencian de las normales en que su arponcillo es unos dos centímetros más lago y cuatro milímetros más ancho. Están enfundadas en papel rizado en negro con una franja blanca de siete centímetros en la parte media. Con ello se deja clara la mansedumbre del toro al salir huidizo del caballo y no hacer frente al picador.


La Puya:


Lo dicho de la suerte de varas

Por José Mª Moreno Bermejo

Las explicaciones que aportó en el programa Tendido Cero el reputado veterinario taurino D. Julio Fernández Sanz, nos llenaron de dudas e incluso nos inquietaron por su indefinición. Programa de gran audiencia y, por lo tanto de importancia formativa indudable.

En uno de los capítulos del programa del pasado sábado, 18/VI/2016, se presentó un interesantísimo trabajo sobre la Suerte de varas, con motivo del estudio, y de su ensayo, realizados por el torero D. Manuel Sales Garrido sobre una puya especial, de su invención, que procura menores destrozos en la anatomía del toro al ser privada del relativo tope que supone el “encordado” o el protector plástico que conforman la que se utiliza en la actualidad. Obviamente estamos de acuerdo totalmente con que innovaciones que mejoren la lidia, como la que nos presenta ahora el inquieto Manolo Sales, se apliquen de inmediato en la corrida, como ya se hizo con otro invento suyo, las banderillas retráctiles, que tanto bien procuraron a la lidia. Pero éste con matices, como veremos luego.

Sin embargo, las explicaciones que aportó en el programa el reputado veterinario taurino D. Julio Fernández Sanz, nos llenaron de dudas e incluso nos inquietaron por su indefinición. Sabemos de la calidad profesional y conocimientos de D. Julio así como de su preparación pedagógica, de la que hemos disfrutado en el Aula de Tauromaquia de la Universidad CEU-San Pablo y en la lectura de alguna de sus conferencias sobre el tema del toro de lidia. Por ello, pensamos que sus palabras ante las cámaras de Tendido Cero carecieron del sosiego y acierto que en sus intervenciones suele desarrollar. Veamos nuestras dudas sobre las explicaciones que dio D. Julio Fernández.

-El tope actual de la puya, el que forma el acordado, supone un impedimento para realizar un buen puyazo.

Esta aseveración trae como corolario que para realizar un buen puyazo hay que meter la puya hasta la cruceta, algo con lo que no estamos de acuerdo en absoluto. Es cierto que en los últimos 50 años, más o menos, se toma como costumbre el que tengan que entrar “las cuerdas” en el cuerpo del toro, pero eso no quiere decir que sea lo correcto o imprescindible. Siempre fue la puya, y sólo la puya, la encargada de ahormar la embestida, templarla, regularla y corregirla. Recordemos los topes de limoncillo, anaranjados, etc. Antes, cuando el toro era más violento, más fiero, menos bravo y noble, para que la Suerte de varas lograse su cometido era conveniente varias entradas al caballo "para regular el castigo gradualmente", como bien señalaba D. Julio en la conferencia que impartió en Logroño el 17/XI/2013. Ahora, con el toro más “ahormado” por selección anatómica y de bravura, como acertadamente indica D. Julio, la Suerte de varas debe ser aplicada con objetivos más adecuados a las condiciones de cada toro. Por ello, pensamos, debe ser más técnica y medida, y no debe ser, como de hecho lo es generalmente, la misma para todas las reses.

-La pérdida de sangre no descongestiona a la res.

Es acertada la afirmación de nuestro veterinario cuando apostilla que el sangrado del toro es insuficiente para conseguir esa “descongestión” de la que hablan algunos, y de la que nosotros hemos tratado en nuestros estudios. Una descongestión, en caso de que fuera necesaria, que no lo es en el del toro de lidia, requeriría una hemorragia del tercio de la volemia [Volemia: cantidad de sangre del cuerpo animal] del animal, y teniendo en cuenta que ésta es de entre un 7 y un 8% de su peso, el toro de 500 kg. Debería perder sobre 12 litros para “descongestionarse”, en caso de que lo necesitare; en la Suerte de varas la pérdida de sangre ronda los 2 o 3 litros. O sea, poco más o menos que cuando el hombre hace una donación de sangre de 300 cc., que sólo le provoca una ligera laxitud que resuelve rápidamente con un bocadillo y una coca cola. El toro puede perder relativo poder si sangra mucho a lo largo de la lidia, pues él no toma reconstituyentes y realiza ejercicios atléticos que requieren esfuerzos que no siempre emergen de su casta. Hay pues que tener cuidado en el sangrado excesivo. Una cosa es no descongestionar y otra debilitar en exceso a un animal que realiza un gran ejercicio.

-No es necesario que el puyazo caiga en un lugar determinado para que el toro humille. Se ha demostrado que humilla por su anatomía, por su columna paralela…

Bueno, no creo que sea acertada o completa la explicación de D. Julio. Estudios realizados por D. Luis Barona, D. Antonio Cuesta y D. Ildefonso Montero, de la Universidad de Córdoba en 1997, y por el propio D. Julio Fernández y D. Juan Villalón en 1998 dicen otra cosa. Concretamente D. Julio y D. Juan decían sobre las misiones de la Suerte e varas que: "A.- Ahormar la cabeza mediante la rotura de los músculos extensores o elevadores [Los músculos epiaxiales] de la cabeza para facilitar que el toro descuelgue o baje la cabeza, y que ésta tenga movimientos menos bruscos". O sea, que sí es necesario que caiga el puyazo en el morrillo, que es donde están los citados músculos extensores, como bien decía el mismo D. Julio en su conferencia en Logroño en noviembre del 2013.

Otra cosa es que la acertada selección de los ganaderos y veterinarios hayan conseguido hoy un toro con más tendencia a humillar que el que se criaba hace años; no cabe duda de ello. Pero también es cierto que no todas las castas tienen la tendencia con los mismos niveles de humillación. D. Julio, que nos habló con argumentos sólidos y científicos en su charla con el Dr. Cañón en el Aula de Tauromaquia de la CEU-San Pablo en el curso 2013/2014 de lo conseguido en la “raza de razas” del toro bravo y bien conoce estas tendencias según las castas; así pues, no sólo la anatomía de cada res determina el humillar.

-La Suerte de varas ha separado al toro bravo del manso.

Es cierto que una de los argumentos de selección del toro bravo es y ha sido su comportamiento en varas, pero no el único. Después de aquellas selecciones intuitivas de los ganaderos carniceros y las de los frailes de los “diezmos”, pasando por las que aconsejaban buscar hijos de aquellos padres que tuvieron comportamiento agresivo en su lid pretérita, llegaron las tientas a campo abierto y, luego la vara, ya muy pasado el último tercio del siglo XVIII, cuando los varilargueros compartían plaza con rejoneadores y picadores con vara de detener. Recuérdese las notas que al respecto de la selección intuitiva nos dejó la Baronesa d´Aulnoy en el libro sobre su viaje a España entre 1675 y 1685, en las que, para recalcar la maldad del hispano, aseguraba que los toros que se elegían para las corridas eran los hijos de aquellos que habían matado a más hombres cuando se lidiaron. Recuérdese a los ganaderos Vicente José Vázquez y su selección de toros de origen Bécquer, Ulloa y Cabrera que logró cruzar con Vistahermosa para dotarlos de “toreabilidad”. Lo mismo que hizo Pedro José Picabea de Lesaca con sus bravos toritos navarros que cruzó con Vistahermosa en 1827 y que luego dieron origen a los “saltillos”. D. Vicente José y el Sr. Picabea pululaban por la vida en la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX; las varas de detener empezaron a utilizarse después, allá por el tercer tercio del XIX [“La saga de los Merchante”, José Mª Moreno Bermejo. UBT, 2006]. Ya se separaba al bravo del manso.

Otra vez la “raza de razas”, peculiaridad magnífica del maravilloso toro de lidia. La selección por el comportamiento en varas es cada vez menos empleada hoy por algunos ganaderos, aquellos que buscan el toro más válido para la faena de muleta, y ello mutila la verdadera finalidad de la corrida y la justificación de que un ser vivo pueda ser sacrificado en la plaza. Los hay que postulan por la supresión de la Suerte de varas, ¡qué cosas!

-El público no quiere sangre.

Dice D. Julio en su intervención en Tendido Cero que el público no quiere sangre, y nosotros lo compartimos, aún más, aseguramos que es letal para la Fiesta nacional el que se siga realizando una Suerte de varas tan sanguinolenta como la actual pues ello imposibilita de forma absoluta la posibilidad de defensa de nuestra corrida. Sin embargo, y a pesar de que dice que lo ideal es picar en el morrillo, no repara en que en la cruz, y más aún detrás de ella, donde dice D. Julio en su estudio compartido citado que caen más del 33% de los puyazos, las hemorragias son profusas al afectar la puya arterias y venas más importantes que las que existen en la zona musculada del morrillo, donde las sangre fluye menos, es más parduzca, menos “vital”, si vale la definición seudo fisiológica…

D. Julio, si el público no quiere sangre, creemos que debe ser aconsejable una Suerte de varas menos agresiva y seguir los consejos de sus opiniones vertidas en estudios, trabajos y conferencias, lo que pensamos debió usted dejar claro en Tendido Cero, programa de gran audiencia y, por lo tanto de importancia formativa indudable. Quizás lo limitado de su tiempo no se lo permitió.

Confusas palabras, conceptos no conciliados con el mensaje que quería D. Julio transmitirnos con la pretendida idoneidad de la nueva “puya Sales”. Nosotros hemos defendido siempre que la puya no es la causante de la actual situación de la Suerte de varas. Cierto que las pirámides vaciadas, dolosamente, hacen más destrozos que las reglamentadas, y esto hay que erradicarlo de la corrida totalmente, pero la actual puya realizando la suerte debidamente no es la causante del deterioro que producen los puyazos en el cuerpo del toro. La causante es la mala praxis que se ha adoptado como normal en la corrida actual. Porque, sostenemos a pesar de que seamos tratados de ingenuos, que el puyazo verdadero es el que se aplica en el morrillo deteniendo al toro y evitando que choque en el peto y expulsándole de la suerte de inmediato. En este acto, el toro recibe un limitado castigo, que debe repetirse cuantas veces sean necesarias para regular su poder; es ahormado para que pueda humillar mejor; se templa su embestida manejando el caballo debidamente; y, en sucesivas varas se pueden corregir tendencias y vicios que puede tener el animal en sus desplazamientos: rectitud, longitud, predominio de un cuerno sobre otro…

Y como final de éste ya largo “consideratorio”, echamos en falta el que no nos alerte D. Julio sobre los males que resultan de no picar en el morrillo. Debería habernos indicado que: "La colocación inadecuada de los puyazos va a multiplicar las lesiones y a limitar el funcionamiento locomotor del toro", como concluye él en el estudio citado. O: "En suma: se produce un quebranto físicamente insuperable, mientras que las estructuras que sí deberían haber sido dañadas en el tercio de varas para ahormar la embestida y facilitar que el toro humille permanecen intactas". Otros considerandos acertados sobre el comportamiento psíquico del toro tras los malos puyazos y sus consecuencias en el comportamiento posterior, que los estudios aludidos pormenorizan, son importantes para la mejora de la lidia [Revista de Estudios Taurinos nº 9, de 1999. Fundación de Estudios Taurinos, Sevilla. Págs. 95 a 139].

Completando las opiniones vertidas por D. Julio Fernández Sanz en Tendido Cero con lo que de él aprendimos en sus trabajos y conferencias, se puede entender bien la Suerte de varas actual, la que debería ser la ideal y el por qué debemos divulgar con fruición la necesidad de que se tome en serio la defensa de una suerte vital y bella que vive hoy unos momentos de decadencia cierta, por no decir de decrepitud. Velar por el toro íntegro es fundamental para defender la Tauromaquia, tanto en la corrida como en el Toro de la Vega de Tordesillas. Si maltratamos al toro en varas y menospreciamos al toro en la Vega con lanzadas alevosas que están fuera de lo reglamentado, pero a las que nadie puso límite hasta el pasado año, ¿quién puede defender la Tauromaquia? Nosotros abominamos de esos vicios inoculados en nuestra actual fiesta (ésta con minúsculas), y si nosotros abominamos, ¿qué sentirán los animalistas?, ¿y los pagados antitaurinos que aprovechan nuestros fallos para luchar con más ímpetu contra los toros?

Es necesario mandar a la sociedad un mensaje certero sobre las cualidades muy especiales del toro de lidia para que pueda ser aceptada, o al menos comprendida, la lid a la que se le somete en la corrida. Recordarles los estudios realizados por veterinarios tan cualificados como el Dr. D. Antonio Purroy Unanua sobre la generación por el toro bravo de endorfinas anodinas durante la lidia que minimizan el dolor; o los del Dr. D. Juan Carlos Illera referentes al mismo tema y a los cambios del estrés de las reses durante la lidia, lo que permite amoldarse a ella de manera natural.

Conviene saber la cantidad de dopamina que posee el toro bravo, que lo capacita para la lucha, y su diferencia cuántica respecto al toro manso, y aún con el toro menos “combativo”, que fue el tema de la tesis doctoral del ya Dr. D. Francisco Jiménez. O los grados de secreción de opiáceos lenitivos que libera el toro bravo según sus castas, desarrollados por el Dr. D. Luis Alberto Centenera, expuestos en su tesis doctoral dirigida por la Dra. Silván y el Dr. Illera. Sería bueno que todos supiésemos que las citadas tesis coinciden en diferenciar claramente la raza del toro bravo respecto de las demás, y que aquellas castas más combativas segregan más endorfinas, lo hacen con mayor velocidad de transmisión nerviosa, contienen más dopaminas y liberan mayor número de opiáceos que los que son menos combativos o no lo son nada, claro, y que todo ello redunda en una adaptación especial de esta raza de razas que lo facultan para un combate mucho menos cruento de lo que publicitan los desconocedores de la Tauromaquia, del que vociferan los anti todo pagados; incluso de los juicios que emiten políticos melifluos incapaces de comprometerse en nada que exija un mínimo de conocimientos científicos para ser defendido. Así nos va, claro.

Julio Fernández Sanz, veterinario, aclara sus comentarios sobre la suerte de varas en Tendido Cero

El veterinario responde, por alusiones, a José María Moreno Bermejo sobre los comentarios del programa de Tendido Cero en el que Julio Fernández Sanz habló de la suerte de varas.

En primer lugar me gustaría agradecer a D. José Mª Moreno sus elogios y aclarar una serie de cosas que, por limitaciones de tiempo, me fue imposible explicar.

Mi intervención en el programa de Tendido Cero del pasado 18 de junio se limitó a dar respuesta a una larga pregunta de Federico Arnás. Mi explicación fue breve y sosegada, si bien es cierto que en poco más de un minuto es muy difícil hablar de tantas cosas sobre la suerte de varas.

Yo no he dicho que para realizar un buen puyazo haya que meter la puya hasta la cruceta, pero sí mantengo que para que el picador pueda tener un punto de apoyo cuando el toro empuja, es necesario que éste introduzca hasta la cruceta. La forma de evitar que la puya pueda rasgar la piel es introducir la pirámide de acero debajo de la misma. De esa forma es imposible que los filos de la pirámide puedan prolongar el corte de la piel, produciendo accidentes innecesarios que en más de una ocasión producen la devolución de la res a los corrales. La puya de Manuel Sales minimiza o imposibilita este tipo de accidentes. Lo más importante de esta puya es que además de facilitar la rectificación de puyazos que caigan en mal sitio, permite graduar o dosificar los puyazos como bien explicó Federico Arnás en el programa.

Estoy absolutamente de acuerdo en que la suerte de varas no debe ser aplicada de igual forma a todas las reses. Es más, soy de la opinión que cada toro debe ser picado con el objetivo de templar su embestida y dejarle en condiciones idóneas para la muleta, y por ello, dadas las diferentes condiciones que muestran en el primer tercio, no se debe picar a todos por igual. Lo que más templa al toro o ahorma su embestida es la acción de empujar en su lucha contra el caballo, en mayor medida que los puyazos que recibe. La puya es un instrumento que permite que el toro acometa al caballo y pierda energía en su esfuerzo.
No he dicho que la pérdida de sangre no descongestione a la res, sino algo mucho más importante: la pérdida de sangre durante la lidia no aporta ningún beneficio. Quisiera aclarar que tampoco produce una merma significativa en el animal.

El término congestión se usó en la medicina precientífica del siglo XIX y anteriores. Se pensaba que la mayoría de las personas morían por una causa común: la congestión, esto es, por acumulación excesiva de sangre en alguna parte del cuerpo, y que dicha dolencia se podía combatir con sangrías. Afortunadamente, la medicina fue avanzando y descubriendo las causas de las enfermedades, su diagnóstico, tratamiento y prevención, y la medicina actual desterró la sangría tradicional como remedio curativo. La ciencia veterinaria también desechó la sangría tradicional como remedio curativo en los animales.

Si hablamos de “congestión”, afirmo que los toros no padecen congestión ni ningún mal causado durante la lidia que se pueda paliar con más o menos hemorragia. Fijémonos que los toros que más sangran son los de rejones, y sin embargo, los toros se van templando progresivamente a medida que aumenta el ejercicio que realizan. En becerradas y novilladas sin caballos, en que no hay suerte de varas, las reses no padecen síntomas de padecer “congestión” ni ninguna patología que los “paralice”.

En cualquier caso, afirmo también que la pérdida de sangre es insignificante, que las constantes fisiológicas sanguíneas apenas se alteran por la hemorragia producida por los puyazos, que los toros indultados no necesitan transfusiones sanguíneas.

Si unimos mis dos afirmaciones, podemos concluir que la hemorragia producida durante la suerte de varas no debe ser considerada como un objetivo que aporte algún tipo de beneficio como lo pueda ser ahora, sino como una consecuencia inevitable del uso de útiles reglamentarios para la lidia.

Para que un toro embista con la cabeza descolgada o cerca del suelo, o meta la cara en el engaño (capote o muleta) - no me gusta el término “humillar”, aunque lo use de vez en cuando, pues puede parecer despectivo hacia el toro -, tiene que embestir con la cabeza por abajo, esto es, distendiendo los músculos que levantan o extienden la cabeza y contrayendo los músculos flexores del cuello situados por debajo de las vértebras cervicales. Hay factores anatómicos que predisponen a que el toro pueda embestir de esta forma, pero hace falta además que el animal quiera acometer por abajo, pues este tipo de embestida exige mayor esfuerzo físico y dificulta la respiración. Los ganaderos han posibilitado gracias a su selección, una embestida más por abajo que en épocas anteriores, permitiendo la plasticidad que ofrece la Tauromaquia actual, que ha producido unas cotas artísticas nunca antes alcanzadas.

El daño de los músculos extensores es poco efectivo para lograr este objetivo dadas las dimensiones de la puya, el gran desarrollo de estos músculos, que la cabeza se sustenta por un ligamento (de la nuca) imposible de seccionar con la puya, y sobre todo, porque se pica mayoritariamente en la cruz y regiones posteriores. Es cierto que si se picara en el morrillo se minimizaría el riesgo de indeseables daños óseos, nerviosos, etc. que se pueden producir picando en otras zonas, pero también lo es que la mayor parte de estos músculos extensores quedan debajo del peto cuando el toro empuja, inaccesibles para el picador. Por tanto considero haber explicado que la altura de la posición de la cabeza en la embestida del toro no se modifica por picarle en un sitio u otro.

Con relación al PUYAZO VERDADERO que explica D. José María Moreno, lamento disentir. No se puede detener a un toro picándole en el morrillo por varios motivos: no hay picador que sea capaz de detener la embestida de un toro de 500 kilos puesto en suerte y desplazándose a unos 40 Km/hora para evitar el choque en el peto, y menos aún para expulsarlo de la suerte de inmediato. Los caballos de picar no están domados para eso, no son caballos de rejoneo, el peto y los manguitos protectores dificultan sus movimientos, y el público quiere ver a los toros arrancándose, recargando o emplearse empujando al caballo y no saliendo despedidos.

En líneas generales, el toro actual, gracias a su alimentación, sanidad, preparación física, selección, etc., tiene un poder físico que no tenían sus predecesores y es más bravo que nunca. La reglamentación actual del primer tercio de la lidia posibilita disfrutar de la mejor suerte de varas de la historia:

- El picador sale cuando el toro ha sido fijado y parado y lo ordena el Presidente desde 1927. Con anterioridad, los picadores estaban en el ruedo desde la salida del toro, que se los encontraba continuamente, por lo que los picotazos y refilonazos eran muy frecuentes.

- Interviene un picador de turno desde 1959. Entre 1917 y 1959 intervenían simultáneamente dos picadores por orden de antigüedad y antes de 1917 hasta tres.

- El toro es picado con el caballo colocado a contraquerencia desde 1959. Entre 1917 y 1959 el más antiguo estaba a 12 metros de la puerta de toriles por el lado izquierdo, y el más moderno a 5 metros por el mismo lado, y con anterioridad, se situaban tres picadores en dicho lado.

- El picador no puede picar en los medios como se hacía antes de 1923. El caballo de picar se sitúa a entre la barrera y la primera circunferencia ubicada a 7 metros de la misma desde 1959. Entre 1923 y 1959 se trazaba una circunferencia en el redondel de un tercio del radio del ruedo para limitar la salida de los picadores a los medios.

- La distancia mínima entre toro y caballo (entre las dos circunferencias) es de 3 metros desde 1992. Entre 1959 y 1992 era de 2 metros y con anterioridad no existía la segunda circunferencia y no había distancia mínima.

- El caballo de picar actúa protegido con peto protector desde 1930 (que ha ido evolucionando desde entonces) y con manguitos protectores desde 1992. Estos elementos han cambiado definitivamente el destino de los caballos de picar.

- La cruceta, instaurada en 1962, es el primer tope de la puya verdaderamente efectivo que impide la penetración de la vara en el cuerpo del toro.
En definitiva, gracias a los cambios legislativos producidos, hoy podemos observar en el toro puesto en suerte, la distancia de arrancada en los terrenos idóneos para valorar parte de su bravura (en la contraquerencia), las características de la arrancada, cómo es la lucha ante el caballo de picar y su salida. También podemos valorar la pericia del picador, solo ante el toro, y la doma del caballo.

Estamos de acuerdo en que para juzgar el comportamiento del toro ante el caballo, hay que considerar sucesivos encuentros, pues lo importante es ver qué hace el toro cuando ha sido parado y fijado ante el picador y sabe a qué se enfrenta.

Desde 1836 los picadores son subordinados al jefe de cuadrilla: el matador. Es cierto que se ha ido reduciendo el número de puyazos mínimos (3 en el reglamento de 1962 y desde 1992 dos en plaza de primera categoría y uno en el resto), en perjuicio de los quites que se producen después de cada entrada, y en favor de la duración del último tercio, aumentando el tiempo de los encuentros entre toro y caballo. Cuantos más capotazos reciba un toro para ponerlo en suerte ante el caballo de picar, más muletazos se le restan para la faena de muleta y menor será la duración de su embestida, llegando más parado a la suerte suprema. La puya de Manuel Sales minimiza encuentros fallidos gracias a su fácil penetración, y permite, en mayor medida que la puya reglamentaria, que se produzcan sucesivos encuentros.

Por último, me gustaría aclarar que estoy estudiando el tema de las endorfinas y otras hormonas con el Dr. Fernando Gil Cabrera, biólogo que intervino en el mismo programa de Tendido Cero, cuya tesis doctoral sirvió de argumento a su Director de Tesis, el profesor Illera, para ilustrarnos sobre la gran capacidad adaptación fisiológica que muestran los toros para la lidia. Esperamos que nuestros estudios puedan ver pronto la luz.

Sin ninguna duda, la suerte de varas permite que el toro, merced a los puyazos, y más concretamente a los cortes en la piel, dada su alta cantidad de nociceptores (en músculo hay mucha menor cantidad), produzca una rapidísima respuesta neuroendocrina que hace que esté perfectamente adaptado al resto de la lidia, gracias entre otras cosas, a la producción de endorfinas, contrarrestando el estrés y el dolor. Por ello, la suerte de varas es ciertamente imprescindible.

Espero que se me entienda mejor tras estas explicaciones, agradezco al portal taurino purezayemocion.com la oportunidad de explicarme y aprovecho la oportunidad para felicitar a D. José María Moreno por su enorme afición y por la calidad de sus publicaciones.



EL ESTOQUE

  
http://sevilla.abc.es/andalucia/cordoba/sevi-cordobes-encuentra-estoque-perfecto-201511212124_noticia.html

1.       Un estoque que evitará la sangre y el sufrimiento del animal 

2.       El prototipo diseñado está realizado con acero quirúrgico

3.      La punta curva consigue un mejor acceso a la hora de entrar, evitando desgarros y daños innecesarios.

4.   Al no ser la espada laminar no es flexible y, por lo tanto, evita el efecto ballesta que muchas veces hacen los estoques, saliendo disparados y llegando incluso hasta los tendidos.

5.   También evita que el toro «escupa» el acero una vez introducido. Por lo que respecta a la empuñadura, tiene también una pequeña amortiguación para evitar daños al torero en los escafoides.

6.   Patentado por el doctor en Farmacia cordobés Rafael De Lara, es de acero quirúrgico; la forma triangular inferior permite el drenado de la sangre, que llega hasta una cápsula donde se deposita

7.   De Lara se ha puesto en contacto con el abogado Joaquín Moeckel para considerar si es legal y reglamentario. En un primer estudio, «es perfectamente legal y ajustado a Derecho».

8.       No hay que afilarla, ya que lo que corta es el conducto triangular inferior.




SUSTITUCIÓN DE LA PUNTILLA POR LA PISTOLA DE PERNO CAUTIVO
Consiste en una pistola que dispara un cartucho de fogueo, empujando un pequeño perno metálico por el cañón. El perno penetra el cráneo, produciendo una conmoción, al lesionar el cerebro o incrementar la presión intracraneal, al causar un hematoma. Causa menos temor y ansiedad e induce una muerte más rápida, indolora y humanitaria que lo que se puede conseguir con casi cualquier otro método. Sin embargo, pueden involucrar cierto riesgo humano y por lo tanto requieren de habilidad y experiencia. Ninguna persona inexperta o sin entrenamiento debe intentar estos métodos de eutanasia.

IOWA STATE UNIVERSITY
College of Veterinary Medicine /Veterinary Diagnostic and Production Animal Medicine
Perno Cautivo Penetrante
La pistola de perno cautivo penetrante seguido de un desangrado inmediato, es el método preferido de eutanasia para ganado bovino sacrificado en rastros o mataderos. El modo de acción de la pistola de perno cautivo penetrante es que produce contusión y trauma al cerebro.
Esto requiere que el arma sea sostenida firmemente sobre la superficie de la cabeza en el blanco deseado. Esto constituye una gran diferencia entre el posicionamiento del arma de fuego y de la pistola de perno cautivo penetrante. Debido a que la ubicación del proyectil es crítica, se requiere cierto grado de sujeción del animal para lograr un procedimiento adecuado. Una soga o cabestro es suficiente para sujetar la cabeza asegurando el posicionamiento adecuado de la pistola de perno cautivo penetrante. 
Perno cautivo penetrante
 Hay dos tipos de pistolas de perno cautivo: penetrantes y no penetrantes. Ambas son activadas por pólvora o aire comprimido. El perno penetrante trabaja por concusión y trauma al cerebro. Este causa inconsciencia inmediata y destrucción de tejido cerebral a consecuencia de la penetración del perno.
Aunque la destrucción de tejido cerebral por el perno penetrante puede ser suficiente para causar la muerte del animal, se recomienda de cualquier forma asegurar un muerte segura por medio de desangrado, descerebrar por punción, o bien la inyección de alguna sustancia química como por ejemplo el cloruro de potasio (KCl).
La pistola con perno no penetrante trabaja a través de concusión y solamente aturde al animal causando inconsciencia. Ya que la destrucción de tejido cerebral es mínima y el nivel de inconsciencia es variable, este no debe utilizarse como método único para la eutanasia de ganado en situaciones de campo.
  • Ventajas: Aunque no sin riesgos, la pistola de perno cautivo penetrante es un método más seguro para el operador y los observadores. Más allá de su inversión inicial, su uso y mantenimiento son económicos.
  • Desventajas: A veces la muerte no ocurre a menos que el animal sea desangrado, descerebrado por punción, o por inyección intravenosa con aproximadamente 120 ml de una solución saturada de KCl. El operador debe estar cerca del animal y tenerlo adecuadamente sujetado con el propósito de aplicar el perno cautivo penetrante en forma adecuada.
No se debe aplicar el disparo de la pistola de perno cautivo penetrante mientras el animal está moviendo su cabeza.
Indicaciones de Pérdida de Conciencia
Indicaciones que un animal has sido aturdido (o perdió conciencia) incluye las siguientes observaciones: A ningún tiempo uno debe oír vocalización ya que esto indicaría que el animal está regresando a su sentido.
Fallos de Equipo
Las razones más comunes para el fallo del arma de perno cautivo penetrante incluyen:
  • Colapso inmediato del animal al disparar la pistola de perno cautivo penetrante
  • El animal no está intentando pararse después de ser aturdido
  • El cuerpo y sus músculos se vuelven rígidos inmediatamente después del disparo, seguido por varios grados de movimientos involuntarios de patas
  • Paro de los respiros rítmicos naturales
  • Los párpados siguen abiertos con los ojos fijados al frente



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