"De Manolete hablan mal cuatro gatos que demuestran no haber leído
nada en su vida. Ellos se retratan", expresa.
FÉLIX R. CARDADOR 07 Enero, 2017
http://www.granadahoy.com/entrevistas/lenguaje-taurino-viejo-renovarlo_0_1097590541.html
http://www.granadahoy.com/entrevistas/lenguaje-taurino-viejo-renovarlo_0_1097590541.html
Acaba de publicar Manual del aficionado taurino (Editorial
Almuzara), pero tras leerlo tengo la sensación de que es un libro distinto a
los manuales taurinos que ya existían. Es un manual pero no es un manual, pues
está repleto de digresiones e ironías.
-Bueno, la idea de la que parto es que, cuando escribimos de tauromaquia,
hay que cambiar el lenguaje que se venía empleando hasta ahora. Algo así como
lo que decía Lampedusa: que aquí hay que cambiarlo todo para que todo siga
igual. Mi objetivo cuando comencé a escribir este libro no era por tanto crear un
manual descriptivo al uso, pues de esos ya hay unos cuantos, como usted dice, y
no tendría sentido, sino algo distinto. Aunque tenga la estructura de un
manual, creo que este libro también se puede leer como un ensayo o como un
libro de lectura. Creo que puede abrir una puerta para la lectura de otros
libros de toros.
-Si uno escribe un manual taurino es porque entiende que hay nuevos
aficionados. ¿Se considera un optimista?
-No, no, porque sí que los hay. Mi propia editora es una recién llegada a
la tauromaquia y está muy interesada. Los toros ya se sabe que tienen una
oposición muy gritona y hay gente que, entre tanto griterío, entre tanto ruido,
siente interés por conocer de primera mano la tauromaquia para forjarse una
opinión personal. En muchas ocasiones se quedan sorprendidos y se aficionan. A
mí me llegan algunos, y sé que son además aficionados muy comprometidos,
valiosos, y por eso hay que cuidarlos.
-Hablaba antes de la literatura taurina y su desfase, pero tengo la
sensación de que eso viene de lejos.
-Claro, no es algo nuevo. El lenguaje de la tauromaquia hace tiempo que se
había ido quedando anticuado, viejo, pero algunos aficionados parecen felices
ahí y desdeñan las nuevas ideas. Quiero decir que si les hablas de la
tauromaquia como un rito ancestral que proviene de la cultura clásica pues no
se sienten cómodos. Profundizar en las ideas que hay detrás de la tauromaquia
no les interesa. Y eso no es nuevo. Los mejores libros de toros están escritos
por intelectuales y tampoco fueron bien recibidos. Le pongo ejemplos: La
caza y los toros, de Ortega y Gasset; las obras sobre el tema del
antropólogo Manuel Delgado Ruiz; la excelente Historia del Toreo de
Néstor Luján; o Los toros, acontecimiento nacional de Enrique
Tierno Galván, por citar algunos. Estos libros que afrontan la liturgia taurina
de otra manera se desdeñan. Al escritor que se adentra en la tauromaquia se le
examina a fondo.
-En su libro, al hablar de los empresarios taurinos, los asemeja
irónicamente con el terrible John Williams de Thomas de Quincey, uno de los
grandes criminales de la historia literaria. ¿Tan malos son?
-En el libro hablo de los empresarios desde el punto de vista del público,
y desde esa perspectiva la empresa es el poder, mientras que los que estamos en
los tendidos somos el Lazarillo de Tormes, siempre tirando de picaresca,
siempre intentando entrar gratis o intentando mejorar la localidad respecto a
la que hemos pagado. La contrabarrera de una plaza de toros es el gran símbolo
de la picaresca, pues nunca verá a nadie que haya comprado una entrada ahí pero
siempre está llena. Los empresarios es normal que quieran ganar dinero y son
además fundamentales para el desarrollo de la fiesta, pues ponen en riesgo su
dinero. Pero es importante que mantengan la labor más social y filantrópica de
su oficio, pues tradicionalmente han sido sensibles con las causas benéficas y
las necesidades de las ciudades y de sus gentes.
-Usted escribió una muy aplaudida biografía sobre Manolete hace unos años,
en la que desmontaba varios tópicos. ¿Qué piensa cada vez que se relaciona al
torero cordobés con el franquismo?
-Pues pienso que los que dicen eso son cuatro gatos que demuestran no haber
leído nada de nada. Desde hace 20 años hasta ahora se ha escrito mucho sobre
Manolete y ya se sabe la verdad histórica de su figura, de su anecdótica
participación en la Guerra Civil, de su distancia con el franquismo y de su
relación con exiliados republicanos en México. Quien reitere hoy los antiguos
bulos sobre Manolete demuestra ser un inculto. Se retrata.
-Acabemos con su cartel soñado. ¿Cuál sería?
-La ganadería la tengo clara, Miura. Y en la terna incluiría sin dudarlo a
Manolete y José Tomás. Y también a Juan Belmonte, al que me habría encantado
ver torear pues fue un revolucionario absoluto. Un tipo que se sitúa a la
contra de su época, fuera del canon, como hace unas décadas hicieron Curro o
Paula. En fin, que mi cartel sería Belmonte, Manolete y José Tomás con toros de
Miura. Menudo cartelón, ¿no?
Un taurino entre
córdoba y tokio
González Viñas nació en Villanueva del Duque (Córdoba) en 1966, aunque se
crió en Alemania, donde sus padres habían emigrado. Años después regresó con su
familia, se licenció en Historia y, ya loco por la tauromaquia y desde un punto
de vista muy singular, creó junto a unos amigos el ya clásico Boletín de
Loterías y Toros. González Viñas es autor de una biografía esencial de Manolete
y un monográfico sobre José Tomás y de la novela Esperando a Gagarin. También
ha escrito sobre Japón, país en el que vive buena parte del año.
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