LAURA ROBAYNA
Jun 23 2017
Hablamos con cuatro
jóvenes aficionados al festejo taurino.
No están entrados en
años ni son de la alta sociedad. Darío, Daniel, Iván y Sergio son cuatro
amigos del pueblo que van juntos a las corridas de toros de la plaza de Las
Ventas. No representan el perfil que uno esperaría encontrar en un lugar así,
porque todos son menores de 25 años. Sin embargo, aseguran que la afición
taurina entre los jóvenes ha ido aumentando desde hace diez años.
Ahora la proporción
se encuentra, en su opinión, entre un 15 y un 30%. He quedado con ellos por
fuera de la plaza para que me expliquen cómo es eso de ser joven y taurino,
pero me ha tocado esperar: "Saldremos un poco más tarde, están paseando una
oreja", me escribe Darío, mi contacto taurino. Auguro que estarán
contentos con la faena.
Después de la fiesta,
como ellos la llaman, nos acercamos a uno de los bares que rodean la plaza para
tomar algo que nos ayude a refrescarnos bajo este calorazo madrileño. Según
me cuentan, es una tradición irse a beber y conversar después de asistir al
encierro. Allí es donde les conozco un poco más y donde me ilustran sobre las
corridas de toros.
Mi desconocimiento es
total: soy canaria y las corridas de toros —técnicamente, "la
utilización de animales en peleas, fiestas, espectáculos y otras actividades
que conlleven maltrato, crueldad y sufrimiento"— se prohibió justo el
año en el que yo nací, así que jamás conocí a nadie con tradición taurina
hasta que aterricé en la península hace 8 años.
Solo he asistido una
vez a una capea universitaria, donde la barra libre tempranera provocó en mi
memoria grandes lagunas de recuerdos que jamás regresarán. Así que
prácticamente es como si nunca hubiera asistido a ningún festejo de esta
índole.
En cambio, estos
chicos vienen de Fuentepelayos, un pueblo de Segovia muy cercano de Cuéllar,
conocido por albergar los encierros más antiguos de España. La tradición la
han mamado desde pequeños, y aunque su familia haya tenido poco que ver, la
afición de sus amigos por los toros es lo que les ha hecho unirse cada año
para asistir a los encierros.
"Nosotros venimos
regularmente, un 90% de las veces", me cuenta Darío. "Si hay 60
festejos al año, nosotros asistimos a 55 o algo así. Unos años más y otros
años menos, depende del trabajo", calcula.
Tengo la concepción
de que los toros son cosa de gente con dinero, así que les pregunto cuánto
les puede costar asistir a tantos encierros. Pero la respuesta me sorprende:
"El abono joven solo cuesta 100 euros para toda la temporada. Y es válido
hasta los 25 años". Según me cuenta Sergio, se trata de una estrategia
de marketing por parte de la empresa que se encarga de las corridas.
"EL AFICIONADO JOVEN HA SENTIDO EL
DERECHO DE VENIR A DEFENDER LO QUE ES SUYO AQUÍ, A LA PLAZA"
"El abono joven
ha permitido captar a todo ese mercado que no puede permitirse un abono de 300
ó 400 euros durante toda la feria, cuando esas localidades quedaban vacías.
Creo que es un acierto por parte de los empresarios", apunta.
"El aficionado
joven ha sentido el derecho de venir a defender lo que es suyo aquí, a la
plaza", apostilla Darío. Le pregunto por las chicas que iban a venir
también, pero me dice que se han tenido que ir pronto. Así que supongo que
sus respuestas solo representarán al 50% de los jóvenes aficionados a los
toros.
Antes de entrar en
materia, Darío se encarga de darme una clase de tauromaquia express. Empieza
diferenciando a dos tipos distintos de aficionados: los que van días
esporádicos a los toros y lo ven como un acto social y lúdico; y los
aficionados que asisten todos los días reglamentarios, que van a emocionarse y
no se conforman con cualquier faena.
"Estos protestan
por la integridad del toro, que es un pilar fundamental en la tauromaquia. Para
que el rito se lleve a cabo con toda la integridad posible, el toro no debe
haber sido manipulado, debe tener casta e imponer miedo, que dé la sensación
de que pueda matar. Eso es lo que hace que el aficionado vea que lo que está
haciendo el torero no lo puede hacer él, y es lo que a nosotros como
aficionados regulares nos llega a emocionar". Tras haber hecho esta
distinción y explicarme algunos procedimientos de la liturgia, empezamos a
hablar.
AFICIÓN: FIESTA, MUERTE, TENSIÓN
Aunque los chicos
hayan asistido a encierros desde pequeños, diferencian claramente esta
tradición de las corridas de toros. "Para llegar a comprender lo que aquí
se está representando, primero hay que cultivarse y educarse", asegura
Darío. Según él, la tauromaquia es como el cine: si se estudia y se entiende
lo que se ve, será más fácil disfrutarlo si es bueno, o criticarlo si es
malo.
La importancia de
culturizarse es tal, que cada día de festejos podemos encontrar presentaciones
de libros, exposiciones de arte y hasta festivales de cortometrajes taurinos en
los aledaños de la plaza. "Sobre todo hay mucha tertulia", dice
Daniel. "A veces vamos, se pueden conocer a grandes figuras que participan
en la tauromaquia: toreros, banderilleros, empresarios, ganaderos... Son gente
muy cercana al aficionado, gente muy común y muy corriente, no viven de
grandes lujos ni nada de eso".
Cuando los estudios y
el trabajo se lo permiten, el grupo de amigos suele quedar antes para tomar
algo antes de ir a la plaza, especialmente los días de fiesta. Y después de
la corrida, vuelven a los bares de alrededor a tomarse la última cerveza.
Todos reconocen que durante el mes de la Feria de San Isidro intentan asistir a
todos los festejos que se realizan. Año tras año, coinciden en el tendido con
otros aficionados, a quienes van conociendo con el paso del tiempo.
Me aseguran que a los
toros va gente de todo tipo, y si no hubiera estado observando a la muchedumbre
que iba saliendo por la puerta grande, quizás no me lo hubiera creído del
todo. "Todo el mundo piensa que a los que nos gustan los toros somos
fachas o del PP, y no es así", afirma Iván.
"En los toros te
puedes encontrar a mucha gente diferente, desde personas que vayan en chándal
hasta gente que va en traje y camisa. En nuestra grada, y no es la grada joven,
hay más juveniles de lo que pensaba, casi el 50%". Queda claro que los
toros, como el fútbol, une a gente de lo más dispar.
"TODO EL MUNDO PIENSA QUE A LOS QUE
NOS GUSTAN LOS TOROS SOMOS FACHAS O DEL PP, Y NO ES ASÍ"
¿Pero en qué se
diferencia esta afición de cualquier otra? "La emoción que me puede
producir una gran tarde de toros al año no es comparable con las pequeñas
emociones que produce un partido todos los domingos, y nosotros también somos
aficionados al fútbol", asegura Sergio. Iván lo corrobora: "Sé que
hay gente de fuera que no lo ve, pero a mí se me ponen los pelos de punta
cuando veo una buena faena, igual que se te ponen los pelos de punta cuando ves
un gol de tu equipo".
Aunque nunca haya
asistido a una corrida de toros, imagino que la tensión que sentirá un
taurino en la plaza será mucho mayor que cuando se encuentre en un estadio de
fútbol. Al fin y al cabo, los futbolistas solo compiten contra otros seres
humanos, no contra un animal de entre 300 y 500 kilos al que se le aviva con
banderillas. "No deja de ser el famoso mito de la muerte y la vida",
me dice Darío. Ellos sufren cuando el torero sufre. "Cuando salen las
cosas mal nos vamos jodidos a casa", sentencia Sergio.
ANTITAURINOS
Toca hablar del bando
opositor a la fiesta —esto es, los antitaurinos— y Sergio me deja de piedra
asegurando que uno de los mayores problemas que sufre la tauromaquia viene de
dentro del mundo del toro. ¿Perdón?
"Hay personas muy
autorizadas dentro del mundo del toro que creen defender la feria y la fiesta,
pero cada vez que hablan, lo hacen para atacar al límite del insulto a
personas de ideología antitaurina. Van a platós de televisión con muy pocos
argumentos y acaban siendo noticia por la tontería que han soltado delante de
los micrófonos, y es al fin y al cabo lo que más alas les da a los antitaurinos".
No lo confirma, pero
imagino que se refiere a las declaraciones del torero Fran Rivera durante el
programa matutino de una cadena generalista, donde preguntó retóricamente si
para ser antitaurino no había que ducharse.
"A estas
personalidades les diría que no se lo piensen dos veces, sino cuatro, antes de
hablar, porque la repercusión de sus actos es importante. O eso, o que no
vayan a ningún plató de televisión", resuelve Sergio.
"Hay personas muy
autorizadas dentro del mundo del toro que creen defender la feria y la fiesta,
pero cada vez que hablan, lo hacen para atacar al límite del insulto a
personas de ideología antitaurina"
Las numerosas
críticas a las que se enfrentó el torero en redes sociales ponen de
manifiesto la fuerte oposición que existe por parte de la sociedad ante este
festejo, aunque según ellos, cada vez son menos las personas que asisten a la
plaza a pedir el fin de las corridas de toros.
"Estamos viendo
que las macro manifestaciones que había otros años por parte del movimiento
antitaurino se han reducido drásticamente, a unas 40 personas. O algo está
fallando, o están desapareciendo", opina Sergio.
Cree que la oposición
antitaurina es una especie de moda que se disolverá con el tiempo, más
cuando, según él, los que boicotean los festejos son "personas que
vienen a evitar que se realicen actos taurinos por el simple hecho de que se
les está pagando un sueldo por estas acciones".
Daniel asegura que en
las manifestaciones nunca ha tenido ningún problema por defender su afición.
"Ellos van allí a protestar por lo que creen, y nosotros vamos a
disfrutar lo que nos gusta.", dice. Para Iván, ser taurino o antitaurino
es como ser del Madrid o del Atleti, especialmente cuando son los propios
amigos los que critican esta tradición.
Sergio prefiere
mantenerse al margen para evitar discusiones con alguien de su entorno cuando
ve que la otra persona no está dispuesta a escuchar sus argumentos,
especialmente cuando él sí está receptivo frente a opiniones contrarias.
"Estamos viendo que
las macro manifestaciones que había otros años por parte del movimiento
antitaurino se han reducido drásticamente, a unas 40 personas. O algo está
fallando, o están desapareciendo"
Darío tiene claro de
dónde viene tanta incomprensión por parte de los que consideran las corridas
un asesinato: "Ellos no conocen el rito tal y como es. A priori, cuando
llegas a la plaza, lo que puedes ver es que se está matando un animal. Pero
cuando descubres cuál es el rito, te das cuenta de que al toro se le pone en
igualdad de condiciones al torero, cuando el animal está íntegro desde que
nace hasta que llega a la plaza".
Cree que si se aprecia
esta lucha como igualitaria, en la que cualquiera de los contrincantes puede
morir, será mucho más fácil para los antitaurinos comprender la opinión del
aficionado. "Aunque yo también entiendo la visión de los antitaurinos,
por supuesto", afirma.
Él, en cambio, sí se
ha sentido atacado por parte de este colectivo, pero cree más bien que el
asalto es propio de las pasiones con grandes núcleos de gente, como también
pueden ser el fútbol o la política. "Nos han dicho el tópico repetido
de asesinos, cuando lo que estamos haciendo es venir disfrutar de un
espectáculo totalmente legal y con un trasfondo que nada tiene que ver con el
asesinato", asegura.
El grupo de amigos
bajo el monumento al torero Yiyo, situado en la plaza de Las Ventas, Madrid
Prueba de esto es la
propia lidia, donde nunca se le puede faltar el respeto al toro: el animal debe
tener oportunidades de hacer daño al rival para que se trate de una lucha
paritaria. "Es la lucha de poder la que nos emociona. Nosotros mitificamos
al toro porque lo creemos superior", añade. Insiste en que no hay nadie
que venere tanto al astado como lo hace un taurino, porque para un taurino, el
toro es dios. "Cuando se le mata, es el sacrificio de nuestro dios, es
algo superior. Es pura poesía, yo lo siento y me emociono", concluye.
Llegados a este punto,
hago de abogada del diablo (o del toro), y considero que si la lucha fuera
paritaria, deberían morir el mismo número de hombres que de toros. Pero ellos
desechan la idea de ponerle cifras al festejo porque, insisten: lo que les
emociona es ver cómo el torero se acerca lo más posible a la muerte, y es
capaz de sortearla creando arte. Al fin y al cabo, la muerte del toro dura solo
dos segundos comparado con todo el festejo.
"Si nosotros no
valorásemos toda la liturgia que hay detrás, al final acabaríamos acudiendo
a un espectáculo en el que se mata a un toro. O sea, podríamos entrar en el
momento de matar al toro e irnos. Pero es que para nosotros eso es una parte
más de la tarde de toros", opina Sergio.
"PARA UN TAURINO, EL TORO ES DIOS.
CUANDO SE LE MATA, ES EL SACRIFICIO DE NUESTRO DIOS, ES ALGO SUPERIOR. ES PURA
POESÍA, YO LO SIENTO Y ME EMOCIONO"
"Es que también
hay gente que se piensa que la carne que compran en el supermercado sale de un
árbol o viene de la tierra, pero viene de otro animal al que también han
sacrificado, de una manera o de otra", añade Iván. Hace hincapié en las
terribles condiciones en las que viven los animales de consumo, y en la poca
oposición que existe por parte de la sociedad ante estas prácticas en comparación
con el rechazo a la tauromaquia. "También pienso que está muy
politizado, la política se mete en todo y no debería ser así. Por ejemplo,
en Francia hay corridas de toros y nadie critica nada", anota Iván.
"Lo que no me
cabe en la cabeza es que haya personas que sientan más por animales que por
las propias personas", dice Sergio. Días después de realizar estas
entrevistas, los medios publicaban la muerte de Iván Fandiño después de
sufrir una cornada en el costado derecho durante una corrida. Twitter escupía
mensajes de usuarios que se alegraban de la muerte del torero, mientras que
este grupo de amigos lamentaba la pérdida del matador con una pancarta en la
plaza del pueblo que reza: Los cobardes mueren mil veces, los valientes solo
una.
IVÁN FANDIÑO
"Esta muerte no
hace más que honrar, dignificar y reafirmarnos en nuestra afición",
asegura Darío. "La profesión del torero se dignifica gracias a la sangre
derramada por muchos toreros y sus muertes", apostilla, en un tono no tan
solemne como podría sonar. "Yo siempre me quedo con que es la forma en la
que ellos más desean morir: frente al toro, que es lo que les apasiona",
dice Daniel.
El sentimiento de
tristeza y dolor por la muerte del torero es común para todos. No solo se
trata de una figura a la que admiran, sino que sufren la pérdida de un ser
humano igual a ellos. Por otra parte, la muerte del toro es para Sergio
totalmente necesaria para que este proceso pueda mantenerse y el toro pueda
vivir durante toda su vida en plena libertad. Y por lo más importante: para
que no desaparezca esta raza. De nuevo: ¿perdón?
EL FUTURO DEL TORO
"Yo creo que si
desaparece el mundo del toro, el toro bravo va a desaparecer. Y creo que eso no
puede ser, no cabe en mi cabeza que se pueda extinguir una raza animal",
asegura Sergio. Darío y Daniel también piensan lo mismo. Explican que el toro
bravo no existe como animal salvaje en la naturaleza, sino que es una raza
criada por ganaderos: si las corridas de toros dejasen de existir, el ganadero
no emplearía su tiempo y dinero en cuidar de una especie de la que no
recibiría beneficio económico, y por tanto, dejaría de criar toros bravos,
con lo que la raza acabaría por extinguirse.
"Existe el toro
como macho de la vaca, el que se usa para la carne es el que vive en libertad,
pero no es el toro bravo tal y como lo conocemos", explica Daniel. Creo
entender que el toro bravo es como un bull dog inglés, la ascendencia de un
animal manipulada por el hombre. Pero sigo sin tenerlo muy claro. "No es
un animal salvaje que pueda vivir libremente en el campo. Técnicamente
podría, pero no sería el animal que conocemos ahora", intenta aclararme
Darío.
Pero me confunde aún
más. Una rápida búsqueda en la Wikipedia me da la respuesta: "El toro
actual puede considerarse el resultado del trabajo de selección efectuado
desde principios del siglo XVIII mediante la prueba de la tienta a fin de elegir
para su reproducción ejemplares en los que concurrieran determinadas
características, aquellas que permitieran el ejercicio de la lidia". Así
que sí: un toro bravo es como un bull dog inglés.
Sin embargo, esta no
es la única razón por la que no se deberían prohibir las corridas de toros
según nuestros protagonistas: Darío hace nuevamente hincapié en el
patrimonio cultural y en las profundas raíces a las que se aferra la
tauromaquia históricamente. También aprecia el valor económico que tiene una
tradición que, según él, "aporta a las arcas del estado unas cifras
que, por ejemplo en Madrid, no las da ninguna otra fiesta".
Si la permanencia de
las corridas de toros en nuestro país dependiera del número de sus
aficionados, todavía quedarían muchos años más hasta que se planteara
prohibirlas
No le gustaría
tampoco que todas las personas que se dedican a la tauromaquia perdieran sus
puestos de trabajo. "Además, es un espectáculo totalmente legal amparado
por la ley, que no tiene por qué ser perseguido como lo esta siendo",
añade.
Iván es más
práctico: piensa que la fiesta no debería desaparecer si sigue habiendo
aficionados que asistan. "De momento se están batiendo récords de
abonos, y se quedan sin billetes en la plaza de toros", asegura. Y es
cierto: según la propia Plaza de Las Ventas, en la Feria de San Isidro de este
año ha habido un incremento de 799 abonos y se ha batido el récord histórico
de 40.000 entradas vendidas el primer día.
Si la permanencia de
las corridas de toros en nuestro país dependiera del número de sus
aficionados, todavía quedarían muchos años más hasta que se planteara
prohibirlas, más cuando buena parte de este incremento lo componen las nuevas
generaciones de taurinos.
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