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domingo, 4 de octubre de 2009


El toro bravo (II) - El comienzo de las ganaderías

José Luis López.- Se publica hoy el segundo capítulo del libro escrito por José Luis López sobre el toro bravo, que se dedica a los comienzos de las ganaderías.




II.- COMIENZO DE LAS GANADERIAS
Los toros que habitaban en la península Ibérica, vivían agrupados en grandes manadas, que se asentaban en los valles y las riveras de los ríos. Así, las Castas Fundacionales tuvieron su origen en las principales cuencas fluviales de la península, teniendo gran influencia en la cría del toro de lidia. La cuenca del Ebro, fue lugar de crianza de la casta Navarra, la del Duero dio cobijo a la Morucha Castellana, en la del Tajo y sus afluentes crecieron las reses de Toros de la Tierra, en la del Guadiana se desarrollo la casta Jijona y en la cuenca del bajo Guadalquivir las de Cabrera, Vistahermosa, Vázquez y Gallardo.

Las grandes vacadas extendidas a lo largo y ancho de la península Ibérica modifican el paisaje español, por la necesidad de mantener estas grandes manadas, además de influir positivamente en la economía española de la época, dando lugar a la proliferación de las ferias de ganado, que tanto ayudaron en el desarrollo económico de pueblos y ciudades.

Su estado salvaje no permitía su manejo por parte del hombre, pero aprovechando la docilidad que mostraban algunos de los integrantes de las manadas, se comenzaron a ejercer acciones selectivas, llegando a conseguir su domesticación.

Pero no todos se podían domesticar, y la mayoría se conservaba en estado salvaje, mostrando un comportamiento brusco y agresivo, por lo que la evolución, fue totalmente diferente a los que permitían ser domesticados por el hombre.

Mientras que los que se conseguían amansar, eran utilizados para las prácticas de labor y para la alimentación, los que se encontraban en estado semisalvajes, servían para el ejercicio cinegético. Con el transcurrir de los tiempos, se abandonaron estas cacerías, para sustituirlas por el lanceado y muerte de los toros, a manos de los caballeros, en las fiestas reales y populares.

Dada la importancia que adquieren estas fiestas, las vacadas se ven sometidas a un proceso mayor de selección genética, basándose, siempre de forma intuitiva, en la agresividad y fiereza de los animales, este sistema de selección cambia, con el paso de los siglos, el genotipo y el fenotipo de los ejemplares, dando lugar al toro de lidia.

La Tauromaquia de Goya, nos muestra como se cazaban los toros en el campo.

El ganadero, ya no cría sus toros, solo, con el fin alimenticio, sino también con el objetivo de producir toros de lidia para estos festejos, cada vez mas numerosos y populares, dando paso a la creación de algunas de las Castas Fundacionales, que poco a poco, se van formando, teniendo un proceso lento y minucioso.

Hasta el siglo XVI, no existen datos en los que basarse para poder hablar de ganaderías como tales, es a partir de aquí cuando empiezan a conocerse ciertas agrupaciones ganaderas, aunque sin conocerse los métodos de crianza y selección que empleaban.

Un siglo más tarde, es cuando comienzan a darse los primeros pasos para buscar una selección del toro bravo. Pero habría que esperar hasta el siglo XVIII, para que los ganaderos alcanzasen plenamente la Fijación de los Caracteres del Toro de Lidia: bravura y nobleza.

Se habían creado, lo que hoy llamamos Castas Fundacionales. Los troncos fundacionales, por sus características morfológicas y de comportamiento, dieron origen a diversas castas, que tomaron los nombres de quienes las crearon o de sus lugares de origen.

Se consideran principales Castas Fundacionales, la Jijona y Toros de la Tierra; la Navarra y las Andaluzas: Cabrera, Gallardo, Vistahermosa y Vazqueña.
De estas Castas Fundacionales derivan, en la actualidad, todas las ganaderías de toros de lidia.
 
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