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viernes, 27 de noviembre de 2009

EL TENTADERO DE MACHOS.

EL TENTADERO DE MACHOS.
Capitulo tercero
ALFONSO NAVALON


En Andalucía se llama tentadero de machos al acoso y derribo a campo abierto, donde los garrochistas lo ponen en suerte al picador entre la querencia natural. Esta modalidad tiene sus partidarios y sus detractores. Actualmente se hace solo en unas cuantas ganaderías andaluzas. No es frecuente en el "resto de España" y únicamente se hace entre los que sin ser andaluces, se dedican a imitarlos servilmente, algún nuevo rico que tiene hijos aficionados a la garrocha y pare Vd. de contar.

Lógicamente, la tienta a campo abierto debería servir para ver los mansos antes de echarlos a una corrida de responsabilidad. Lógicamente, debería servir para evitarle al ganadero el bochorno de las banderillas negras. No cabe duda que hay datos mucho más precisos con esta faena, que para los ganaderos que nos dedicamos simplemente a observar su comportamiento cotidiano en el careo. En la prueba a campo abierto, deberían salir los desechos para lidiarlos en novilladas o echarlos por los pueblos y los cuatro o cinco de comportamiento excepcional que son los candidatos a sementales.

Pero algo debe fallar en este divertimento de señoritos con la garrocha, porque los hechos no corresponden a lo que predican. Si a un ganadero le indultan un toro en una corrida normal por su excepcional comportamiento de bravura y nobleza, es que no lo han visto o no se ha manifestado en el tentadero a campo abierto. De lo contrario estaría de semental. Un toro indultado en la plaza, no deja de ser un fracaso del ganadero, que no se ha dado cuenta de lo que tenia en el campo. O por lo menos no lo ha sabido ver.

Cuando a los numerosos Domecq, desde "Donalvaro" a Juanpedrito, que acosan hasta las vacas suizas, se les hecha un toro de manso en plazas como Madrid, Sevilla o Jerez, o tiene un colectivo fracaso como el de las corridas falleras de Valencia y Sevilla, es evidente que la tienta de machos a campo abierto no sirve para casi nada. Porque esa mansedumbre, esa forma de cobardear, esa envestida corta y violenta, o esa forma descarada de mansear yéndose a tablas o a la mismísima puerta de chiqueros, deberían haberla previsto en la prueba a campo abierto.

Y no creo que los numerosos Domecq, por muy gitanos y muy embaucadores que sean, cometan la insensatez de echar a una feria de postín (y con la televisión por medio) un eral que se ha embrocado con la collera, que se ha salido del corredero, o que se ha defendido o negado a ir al peto. Estos mansos que se les han visto en plazas de responsabilidad. Esos otros toros con peligro cobardón que llevan la marca de los vinateros "artistas" no debieron salir al ruedo si de verdad el tentadero a campo abierto fuera una prueba seria en vez de una diversión de señoritos donde los machos aprenden resabios o sufren roturas de pata o de pitones, por mucho arte y mucho temple que derrochen en la "echá".

También es de sentido común que el que se ha comportado de bandera en una prueba donde tiene todo el campo para huir si de verdad no es bueno lógico seria que al meterlo en la plaza, para hacer lo que ellos llaman la retienta fuera un semental cantado, porque al estar encerrado en una plaza tiene mas posibilidades de disimular sus defectos a de exagerar sus virtudes que en el campo, donde el manso se puede descubrir mucho mas fácilmente que en la plaza y el que de verdad es bravo tiene mas mérito serlo sin tapias ni burladeros.

La práctica nos dice que no es así. A la hora de la verdad, de los cuatro o cinco erales encerrados, solo sirve uno. O como mucho se torean dos. Hay por lo menos tres que se desechan de entrada a las primeras acometidas al caballo, donde ya hacen cosas feas que recomienda darle puerta. Es decir, que toda esa parafernalia de caballistas lanceros a la hora de la verdad no sirve para nada. Lo que cuenta de verdad es la tienta en la plaza, donde el que es bravo hecha el rabo arriba y se deja matar en el caballo. Luego respira, se rehace y toma cien pases en la muleta. He dicho toma la muleta, es decir se la come. Cosa bien distinta a ese dicho entre los ganaderos de ahora: "se dejó dar cien pases".

Eso de se dejó no me vale. Es una situación humillante. No es lo mismo embestir cien veces, pronto, al cite y sin permitir al torero posturitas ni pausas, que dejarse". El toro bravo no puede ni debe ser un sujeto pasivo, dejando la iniciativa al torero. Pero de esto ya hablaremos en el tentadero en la plaza, donde ahora la mayoría prefieren la bondad a la bravura.


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