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domingo, 29 de noviembre de 2009

EL SEMENTAL, LA PRUEBA EN LA PLAZA.

EL SEMENTAL, LA PRUEBA EN LA PLAZA.
Capitulo cuarto.


El tentadero de machos es lo más serio que se hace en una ganadería. De lo bien o lo mal que se haga depende el futuro de muchas cosas. Por eso hay que organizarlo todo muy bien, empezando por el tiempo que es muy importante para que los erales se comporten con la mayor naturalidad posible evitando disculpas del aire, el agua o el frío. Las fechas aconsejables son los días sosegados del otoño, al terminar la temporada. Así el que se aprueba tiene tiempo sobrado de curarse, reponerse y estar dispuesto a primeros de enero para cubrir las primeras 20 vacas de prueba para ver como liga.

No debe invitarse a extraños o profanos, y no porque esto pueda influir en el juego de los muchachos, sino porque el ganadero y sus allegados deben estar concentrados con los cinco sentidos en lo que pasa en el ruedo. Y no es permisible que alguien se mueva o dé una voz a destiempo. Tradicionalmente se hace la tienta en silencio y sin público.

La gente justa que debe estar. Los que tengan alguna responsabilidad, y si acaso media docena de invitados que saben comportarse y no opinan hasta el final.

Particularmente, estoy de acuerdo con esta seriedad y este silencio, Pero no deja de ser un contrasentido que si la lidia del toro se hace ante una ruidosa muchedumbre con música y griterío, Lógico seria que los futuros sementales soportaran la prueba de la forma mas real posible. Lo mas parecido al toro en la plaza. Sin embargo el ganadero arriesga tanto que no son aconsejables los tumultos.

Tampoco cualquier torero sirve para hacer una tienta de machos. Como en todo hacen falta especialistas, profesionales que sepan. Casi los menos indicados son las figuras, entre otras razones porque van contra la idea de torear uno o dos machos y a la menor oportunidad dejan las ramas para echar mano del capote y liarse a dar lances. Antes de torear un macho, hay que sopesar serenamente todo lo que hace de salida y la forma de tomar los puyazos. Hay novillos que salen muy espectaculares y crean un clima triunfalista. Van con brío y alegría al caballo. Pero a partir del tercer o cuarto puyazo bajan el tono o empiezan a hacer cosillas feas, como sonar el estribo, tardear, salirse de la suerte al llegar al peto. Con la figura que ya esta pensando en coger la muleta, es difícil desecharlo y se sigue a ver que pasa, a ver si mejora. Y eso no es. El futuro semental debe de ir de menos a más. Cada vez hay que ponerlo más lejos del caballo y que tenga temple y fijeza y codicia, porque si tiene esas tres cosas en el caballo es casi seguro que las tendrá en la muleta. Torear a un futuro semental después de aprobarle en el caballo es muy distinto a la faena que se le hace a los toros en la plaza.
El torero en la plaza de tientas debe buscar algo más que ligar pases bonitos y cuajar una faena. El torero debe descubrir lo que el novillo lleva dentro. Darle sitio para ver el estilo de la envestida, llevarlo largo en los primeros muletazos para ver el recorrido que tiene. Torearlo de entrada por ambos pitones con una tanda de pases por cada uno, y ya vistas estas condiciones preliminares, comprobar si va "a romper". Es decir, que además de admitir pases aislados tome la muleta con continuidad, codicia y fijeza. Y para eso, es muy importante plantear la faena en los medios, para que no haya querencias ni pases a favor de obra. Así, obligándole a estar en los medios se sabrá si realmente es bravo y aguanta allí la pelea o se raja y va poco a poco abriéndose de la muleta y buscando las tablas donde los de poca casta se sienten mas a gusto y en vez de embestir lo que hacen es ir y venir. A un futuro semental no se le debe torear nunca cerca de las tapias de la plaza. Si tiene bondad y nobleza se dejará torear y puede parecer bueno, paro la verdadera bravura busca los medios y no las tablas.

Superadas las pruebas, queda ya la nota suprema: Abrir la puerta. Y puede ocurrir que se niegue a salir, o lo que es mejor, que después de salir vuelva en busca de la puerta. Si entonces lo vuelve a citar el picador y acude a tomar ese puyazo fuera de todas las previsiones, es que estamos ante un ejemplar fuera de serie. Pero no acaba ahí la prueba del semental. Hace falta que ligue. La mejor tienta es la nota de las crías. Si da un porcentaje alto de aprobadas ya no hay ninguna duda. Si después de haber sido superior en la tienta, luego hecha becerras de desecho es que no vale nada. Lo dicho la mejor tienta son sus productos. Que ligue bien. Como veréis la vida del ganadero está llena de sorpresas apasionantes.

El semental y las vacas

En toda ganadería de bravo estos dos elementos son los dos pilares fundamentales en lo que se basa. Por una parte, están los sementales -el numero de los cuales depende de la ganadería-, son los encargados de mantener la línea de la ganadería, definiendo su tipo y hechuras, y transmitiendo sus características de bravura. Son elegidos, antes de tentaderos, por hechuras y reata, ya que su físico es tan importante como su bravura.

Por otra parte están las vacas de vientre, es decir, las que han pasado la prueba de la tienta, que representan el verdadero patrimonio de una ganadería, ya que cuando queremos calibrar la importancia de una ganadería, no nos fijaremos en el número de toros de saca que tiene, sino en el número de vacas bravas de que dispone. Es criterio generalizado entre los ganaderos que los sementales trasmiten su aspecto físico, mientras que las vaca transmite principalmente las características de bravura: genero, raza, nobleza...



VIDA Y COSTUMBRES DE LOS SEMENTALES.
Capitulo quinto.


Lo normal es que cada semental tenga que cumplir con cincuenta vacas. Hay fincas con muchos cercados que se distribuyen en lotes de cuarenta. Son las menos. En otras más modestas y con menos acomodos, al toro le toca cubrir sesenta y hasta ochenta vacas. Hay ganaderos que las tienen todas juntas y echan un semental hasta mayo y otro hasta el día de Santiago que es cuando suelen retirarse. No hay normas generales. Cada cual se arregla con lo que tiene o con lo que puede. Repito que lo habitual son lotes de medio ciento de hembras por cada macho.

A los sementales nuevos se les prueba el primer año con veinte vacas y luego están tres sin cubrir hasta que se comprueba el resultado de las crías. Cuando el toro va viejo, también se le pone un grupo reducido. Normalmente, a los quince años ya están prácticamente agotados. Hay excepciones como "Tejedor" de Arranz que se murió a los 22 años y estuvo cubriendo hasta las últimas. Pero es poco frecuente. Como norma general cuando el toro empieza a envejecer, flojea ya la calidad de sus productos. Por el lógico desgaste, liga peor y sus crías empiezan a sacar más defectos. Un buen semental puede servir desde los cinco o seis años en que se echa definitivamente, después de probar las crías hasta los quince, pero dos o tres años mas en plan residual.

El comportamiento de estos machos como auténticos reyes de la ganadería, es distinto al de cualquier toro de camada, que como sabemos, mueren vírgenes porque no se les deja cubrir a ninguna hembra. Estos toros de la camada que van a morir en la plaza se desahogan masturbándose o montando a los dos o tres más débiles, que hacen de maricones pasivos y suelen dar muy buen juego en la plaza. En cambio, el semental tiene plena conciencia de su rango como si supiera que tiene derecho a un cuidado especial. Y así es. Todos los años antes de ir a sus deberes se les desparasita del pulmón, intestinos, e hígado, luego un choque de vitaminas y ya está listo para los siete meses de "trabajo". Al terminar, a finales de julio, se repite el tratamiento y queda libre para los cinco mese de descanso, en que vive en un cercado separado de los demás "compañeros" o en la cerca de los becerros destetados por aquello de que los viejos y los niños hacen buenas migas.

Es curioso, cómo sin tener calendario, unos días antes de los primeros de enero ya está el semental buscando la portera del cercado de las hembras, impaciente para que le abran y marcharse con su harén. Lo mismo ocurre al final de la cubrición el toro, presintiendo su descanso, empieza también a buscar la portera para que lo separen de las vacas. Como un marido aburrido.

El comportamiento de los sementales con las hembras también tiene sus rarezas, por ejemplo, cuando le echan el pienso no deja comer a la vaca que está cubriendo y sin embargo hay casos excepcionales en que el toro, por galantería, deja una parte del pienso para que como su compañera que casi siempre suele ser una vaca joven. En el celo pasa lo mismo. El toro va en busca de las eralas y las utreras, pero a las viejas ni le hace caso. Las espera. Tienen que ir a buscarlo y a provocarlo. Si en el mismo día salen dos vacas a macho, se da por descontado que se va con la mas joven y desdeña a la otra, que tarda 21 días a volver a tener el celo.

En algunas ganaderías se usa el "recela" que es un eral cuya misión es "provocar" los celos a un semental perezoso o algo frío. Cuando el toro ve al novillo detrás de una vaca se la quita rápidamente. De otro modo a lo peor se quedaba sin cubrir. Pero esto apenas se hace ya. El celo de la vaca puede durar dos días escasos. Suele empezar al atardecer y dura hasta el anochecer del día siguiente. El toro es monógamo a pesar de estar con tantas, nunca cubre dos en el mismo día. Se dedica enteramente a una y cuando se le pasa el celo se va con otra. No va con dos a la vez.

Nunca se te ocurra interrumpir a un toro cuando esté haciendo el amor. No lo olvidará fácilmente y aunque los sementales no suelen ser agresivos ni arrancarse en el campo, se le despierta una fijación de odio hacia la persona concreta que le interrumpió el coito y lo perseguirá allí donde lo vea. Sólo a él, aunque con el resto del personal de la finca tenga un comportamiento pacifico.

Historias de sementales pueden contarse miles, pero hay una común a todos. Se vuelven locos cuando ven a una vaca suiza de las que sirven de nodrizas para un becerro huérfano o atrasado o una mansa de pelaje claro. Lo de las suizas es asombroso, deben encontrarlas más atractivas al verlas más opulentas. O será el color blanco. Es el mismo caso de los negros que sienten una atracción especial por las rubias y las nórdicas. Y al parecer éstas por los morenos. El racismo que también se da en los animales, tiene sus excepciones cuando surge el sexo. En eso y en la predilección por las jovencitas se parecen a muchos hombres.





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