DETRACTORES DE LAS CORRIDAS DE TOROS
Del libro Evolución Histórica del Toro Bravo. Por Emilio Herrero Marcos y David Herrero Sánchez.( año 2001 )
El papa Pio V ( 1504-1572) patron de los antitaurinos
No queremos pasar por alto la existencia de detractores de la fiesta de los toros. No vayamos a caer en el error de que es un hecho moderno, fruto de la aparición de sociedades ecologistas, defensoras de la vida, protectoras de animales, etc. No, Jerónimo Cortés en 1.672 en su Tratado de los animales, al referirse al toro bravo, dice: “El demonio como enemigo de nuestro bien, inventó el juego pesado de toros, para que así ellos destripasen hombres; en estos tiempos, se tiene por hazaña y valentía matarlos en tan peligroso placer como es el que llaman juego de toros”.
Como todo espectáculo que entraña un riesgo, no podía ser menos que hayan surgido los detractores de la fiesta. Esas minorías que para nosotros merecen todos nuestros respetos, sus opiniones, nos dejan siempre un tanto perplejos, y su conducta también, nos explicaremos:
El hombre siempre ha sentido atracción por la dificultad, e incluso por el peligro, y gracias a eso, se ha pasado de la canoa al trasatlántico, del velocípedo a la fórmula uno, del planeador a los reactores, y así, podíamos seguir enumerando una serie de datos.
En la fiesta de los toros se han ido limando también muchas cosas que podían tener su rasgo de crueldad, con lo que las corridas de toros resultan en la actualidad más vistosas y artísticas. Lo que pasa es que tanto los toros como esas otras actividades a que nos hemos referido, son reales y su riesgo no es fingido, es auténtico, y como tal se acepta pues no hay un fondo de maldad en la fiesta de los toros. El torero aplaude al toro por las facilidades que le ha proporcionado para conseguir el triunfo. El público aplaude la estampa incomparable de un toro bravo al morir, en una plaza.
En una palabra, todo lo que se pretende hacer con el toro en la plaza, tiene su arte, su gracia y su finalidad no morbosa, mientras que esos grupos de detractores de la fiesta, erigiéndose en defensores a ultranza de la vida animal, de no maltratar ciertas plantas, respetar lugares, etc., no dudan en propugnar que hay que instaurar el aborto, y esto ya si que es inadmisible.
De muy antiguo ha existido una tendencia a censurar la celebración de las fiestas de los toros, y si bien hay indicios de este problema, casi se puede asegurar que hasta el siglo XV, no hay pruebas fiables sobre este tema.
El antitaurinismo religioso, puede justificarse, por el hecho de parecerles a los clérigos que tales fiestas tenían su fundamento en las fiestas paganas celebradas en los circos, entre fieras y cristianos.
El teólogo Juan de Torquemada en su tratado póstumo de 1.489, declara ilícito el toreo, por el riesgo que presenta para la vida del que lo practica, ya que para él, es igual que tal riesgo provenga de las astas de los toros, que de las garras de un león. Yo diría que con este criterio, se inicia la tendencia antitaurina.
Otro punto de partida para la censura de la fiesta de los toros, fue el criterio emitido en 1.513 por Gabriel Alonso de Herrera, que basa su censura en el hecho, de que los toros representan una gran ayuda al agricultor, y no concibe, cómo un animal tan útil para el hombre, sea diezmado por el capricho de unos cuantos, en celebraciones y fiestas.
En el siglo XVI, siguen apareciendo, manifestaciones contra la celebración de fiestas de toros, y aunque se han pretendido esgrimir causas de tipo social, no hay duda que han sido causas de tipo religioso, las de mayor peso en este sentido. Se ha dicho que la prohibición de estas fiestas se basó en algún momento en considerar a estos espectáculos, como grave ofensa a Dios, pues el hombre no es dueño de su vida, y al ponerse delante de un toro, pone en grave peligro la misma. Por otra parte, este ponerse delante de un toro, representa cierto morbo para los espectadores, que se recrean en el peligro, la sangre y la muerte.
Santo Tomás de Villanueva, no se cansa de pedir en sus sermones la abolición de las corridas de toros, cuyo espectáculo cataloga de bestial y diabólico, manifestando que no dejará ni un momento de pedir la abolición,aunque ponga en peligro su alma.
En 1.558, Francisco de Alcocer, también se manifiesta en contra de las corridas de toros, si bien, con ciertas connotaciones.
Don Diego de Espinosa de Cáceres, catedrático de la gloriosa Universidad Salmantina, publicó como jurista en 1.577, unas consideraciones de tipo jurídico, en las que expresa, el porqué deben prohibirse las fiestas de toros.
En 1.567, el Papa Pío V, excomulga a todos los fieles que participen en fiestas de toros.
Gregorio XIII en 1.575, y Sixto V, siguen, aunque más moderados, en la opinión de prohibir las fiestas de toros, hasta que en 1.596, Clemente VIII, deja la prohibición, limitada solamente a los clérigos. En verdad, lo que sucedió, es que no faltaron defensores de las fiestas de los toros y la consecuencia fue un sin fin de errores, por lo que los fieles no sabían qué camino tomar.
En 1.593, fray Manuel Rodríguez Lusitano, plantea cuatro cuestiones:
Si se pueden correr los toros los días de domingo y festivos, si se pueden correr por la ciudad con las puertas cerradas; si se pueden correr toros los días no festivos, y si se pueden presenciar estas fiestas, los que están ordenados, para administrar algún sacramento. Hace una serie de consideraciones sobre la gravedad del pecado, pero en definitiva, condena la fiesta de los toros. El siglo XVII, podemos decir que es continuación del anterior.
Queremos citar a don Francisco Anaya, que en 1.625, en su lección pronunciada en Salamanca, se manifiesta totalmente contrario a estas celebraciones.
En el siglo XVII, y sin estar muy clara la cosa, la verdad es que la Compañía de Jesús, no hace una oposición grande a la fiesta de los toros. No nos atrevemos a decir que esto fuera punto de partida, de que actualmente sean propietarios estos religiosos de ganaderías bravas.
No obstante, hemos de recordar que con motivo de unas celebraciones de toros en 1.635 en Madrid, fueron invitados cuatro jesuitas extranjeros a presenciarlas, lo que fue motivo para que el Superior de la Compañía de Jesús, reprendiera fuertemente a éstos.
En 1.641, el Padre Juan Bautista Fragoso, critica duramente la fiesta de los toros, por el peligro que supone para los actuantes, el ponerse delante de una fiera.
Sigue transcurriendo el tiempo, y en 1.672, el catedrático de la Universidad de Salamanca, fray Manuel de Guerra y Rivera, censura las corridas, porque considera como triste diversión, la que se experimenta con el peligro de los demás.
Por encontrarnos en Castilla y León, tenemos que referirnos al Conde de Aranda, que en 1.768, pide la adhesión del Consejo de Castilla y León, para prohibir los toros. En el fondo, lo que pretendía era romper una lanza a favor de la ganadería que consideraba era maltratada, cuando en realidad, suponía una gran riqueza para el campo castellanoleonés. Por otra parte, considera que esta fiesta es sanguinaria, y económicamente perturbadora, pues las gentes con estas diversiones, malgastan sus dineros, lo que les obliga a privarse de otras necesidades imprescindibles, para su vida diaria.
No hemos pretendido citar a todos los que de una u otra forma han hecho manifestación pública en contra de las corridas de toros. Simplemente ver, que es una fiesta, que desde siempre ha tenido partidarios y detractores.
Nosotros decimos que la fiesta es así, y se acepta o no, por los motivos que sean. La realidad es que creemos firmemente, que cada día tiene más esplendor y belleza. Lógicamente, todo lo que hemos relatado, no ha sido más que el reflejo de las discrepancias producidas en despachos y en la calle, y que dio lugar a que en el siglo XIX, fuera tratada la posible supresión de las corridas de toros. Es posible, que la base más sólida para este planteamiento, estuviera en las graves cogidas de toreros en aquella época.
La cogida y muerte de Pepete en 1.862, dio motivo para que el diputado del Congreso, don Salustiano Olózaga, pidiera la supresión de estos espectáculos. Todo esto hizo escribir largo y tendido a defensores y detractores de la época, pero de todas, la que tuvo más importancia, fue la proposición de ley del Marqués de San Carlos en 1.877, aboliendo las corridas de toros, y decimos que es el dato más importante, porque el Congreso de los Diputados la aceptó, aunque, afortunadamente, al llegar al Senado, fue rechazada.
Finalmente, decir que en 1.885, el mismo Marqués de San Carlos, insistió en el Senado sobre su proposición de ley, y nuevamente, fue rechazada. La fiesta de los toros había salido airosa una vez más.
A lo largo de la Historia, en España siempre hubo quien defendió la celebración de las corridas de toros, y hubo también gentes que no lo admitieron. Esto se sigue dando en la actualidad, y lo que queremos dejar expuesto aquí, es que las causas que han motivado el que incluso se hayan prohibido, han sido de diversa procedencia, y por supuesto, no ha sido siempre la misma causa, sino que según la época, ha sido uno u otro el motivo.
Es lógico que por razones de sensibilidad, determinen la no aceptación de este espectáculo, pero en estos casos, estas personas no acuden al mismo, y poca influencia han tenido en la prohibición. Los que verdaderamente han determinado la prohibición, han sido aquellos que se han apoyado en problemas políticos o religiosos fundamentalmente.
No entramos en otras disquisiciones, pues nuestra intención, es reflejar que en la evolución del toro bravo, él ha sido protagonista también de fuertes litigios que para bien de la fiesta, se han ido superando, y así, podemos decir que los toros en la actualidad, tienen un atractivo francamente interesante.
Buscando el protagonismo del toro bravo a lo largo de la Historia, no puede decirse que haya habido animales que hayan sido tan tenidos en cuenta por los parlamentarios. Nos atrevemos a decir que el toro bravo es tan importante en la vida de los españoles, que no solamente es protagonista en fiestas camperas, corridas de toros, fiestas populares, etc., sino que ha llegado a ser protagonista también en el parlamento.
1 comentario:
Buena e Interesante reseña...
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