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lunes, 5 de abril de 2010

AMEN

EL TORO
 Por Victorino Martín

Comenzada la segunda década del siglo XXI, la sociedad sigue inmersa en sus una y mil disquisiciones en búsqueda del ideal que marque el camino de los acontecimientos de los años futuros. El planeta tierra anda revuelto. Enfrentamientos religiosos, choques culturales, movimientos independentistas...

El toro no es ajeno a todo ello, como reflejo de la sociedad en la que vivimos. Todo influye y repercute. Los intentos de imposición de sus criterios por parte de grupos animalistas e independentistas, proponiendo la prohibición de las corridas de toros primero en una parte del estado español para más tarde ir ampliando el territorio, son un buen ejemplo.

El mundo taurino que gira en torno al rito sacrificial del TORO es una excelente recopilación de los grandes valores que se han ido cultivando a lo largo de los siglos en todo el área Mediterránea, de tal forma que se puede afirmar que todo lo que gira a su alrededor, es una de las mejores expresiones del carácter y de la forma de enfrentar la vida de los habitantes que han poblado estas latitudes. La corrida de toros es uno de los máximos representantes del carácter mediterráneo, en ella se concentra lo que los latinos hemos ido buscando como ideal de comportamiento a lo largo de los siglos, nuestra mejor expresión, por ello es defendida por muchos como escuela de valores, que tanto bien pueden aportar a generaciones futuras.

Pero debemos tener cuidado, ya que nuestra sociedad como consecuencia del éxodo rural que se produjo a partir de la década de los sesenta del siglo pasado, se ha transformado en urbanita. En general ve la corrida a través del hombre. El torero que es un auténtico héroe, seguramente el más auténtico de todos los modernos, todo lo llena. En especial las figuras.

El TORO ha pasado en líneas generales a un segundo plano. Poco sabemos de él, sólo nos importa que sea bueno y colabore para que el artista realice su obra sin darnos cuenta que el animal es el que legitima la existencia del rito y el que hace posible que lo oculto se haga concreto.
 El futuro del rito y por lo tanto de las corridas pasa por la pureza del mismo y por lo tanto por la importancia del toro. Cuánto más importante sea, más se valorará al héroe que lo someta, más grande será nuestra fiesta.

EL TORERO
El maestro sevillano Pepe Luis Vazquez

Sin duda, el ejercicio de la lidia siempre ha contado con un denominador común, la posibilidad de la tragedia. “Para torear bien, el torero se ha de poner en un terreno donde el toro le puede coger: de ahí surge la emoción. Cada toro tiene su sitio, su distancia... No se trata de que el toro te coja pero sí de que el público sienta que te puede coger. Pero un toro malo, difícil, nunca te debe coger: tienes que ganarle la partida.

Siempre ha pasado lo mismo: la Fiesta se viene para arriba, se viene para abajo. ¿La época actual? Yo la veo corrientona...”,

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