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miércoles, 14 de julio de 2010

HISTORIA DE LA FERIA DEL TORO DE PAMPLONA VISTA CON PRISMA VETERINARIO

El veterinario jubilado Pedro Garatea Ayestarán glosa los principales hitos de los más de 50 años de la Feria del Toro.

Fuente: Diario de Navarra

Diario de Navarra, 11/07/2010. HOY, en 2010, la Feria del Toro de Pamplona, a sus 50 años cumplidos, ha consolidado ya su carácter "torista" y tiene una buena proyección de futuro. Sin embargo, tuvieron que transcurrir unos cuantos años e incidir, después, decisivas disposiciones legislativas, actuaciones técnicas y otras de la administración estatal, para que evolucionara adecuadamente.

Fue creada por Sebastián San Martín Iribarren, miembro de la Comisión Taurina de la Casa de Misericordia, que deseaba lo mejor para esta Institución benéfica y, a la vez, mejorar la calidad de las corridas de toros en la Feria de San Fermín.

En esos años, la Fiesta Nacional, debido al fraude generalizado, había entrado en una gran desnaturalización y descrédito, con dos engaños dominantes: el toro con los pitones "afeitados" y la lidia de novillos utreros, en lugar de los verdaderos toros. (En Zootecnia, utrero es el novillo de 3 años que cuando cumple 4, se hace adulto y se le llama toro).

Como buen aficionado, Sebastián San Martín no podía desconocer lo que estaba ocurriendo e intentó ponerle remedio. El control del toro "afeitado" correspondía a la inspección técnica oficial y escapaba a sus posibilidades. En cambio, conseguir que desaparecieran de nuestro ruedo los novillos utreros, sí que podía ser, a primera vista, un logro alcanzable, y por ello lo intentó.

El toro "afeitado"

El escándalo de este fraude saltó a la prensa en la década de los 50, cuando el Gobernador Civil de Asturias suspendió una importante corrida en Oviedo, la del 12 de Octubre de 1950, Fiesta de la Hispanidad, porque los toros tenían los pitones claramente manipulados. Aun cuando el "afeitado" era práctica conocida en ciertos sectores del mundo del toro, sin embargo, este escándalo ovetense provocó una gran alarma en los ambientes taurinos.

Pronto intervino el Ministerio de Gobernación con 2 Ordenes Ministeriales, en 1953 y 1959, obligando:
-a una declaración jurada del ganadero afirmando que los cuernos de sus toros no habían sido manipulados.
-a remitir al Laboratorio de la Inspección General de Sanidad Veterinaria en Madrid, aquellos cuernos sospechosos de estar manipulados, a juicio de los Veterinarios de la Plaza.

Sin embargo, este sistema de control pronto mostró sus fallos, debido a la habilidad de los "fígaros" que, muy pronto, se especializaron y consiguieron afeitados casi perfectos, tan bien logrados y rematados, que los veterinarios de las plazas tenían gran dificultad, a simple vista, para sospechar de los pitones retocados.
Hoy, algunas Plazas de Toros tienen ya el material técnico necesario para descubrir los pitones sospechosos, lo cual habrá de confirmarse en otro Laboratorio más completo.

La lidia de los utreros

El Reglamento Taurino de 1930 estuvo vigente hasta el de 1962, y ordenaba que los toros tendrían de 4 a 7 años, sin dar más detalles.

Sin embargo, después de la guerra civil española, en la década de los 40, la lidia de los novillos utreros se generalizó, posiblemente, por la escasez de toros de lidia en aquellos primeros años de la posguerra, causada por los destrozos que la contienda produjo en bastantes ganaderías de reses bravas. Muchos toros se emplearon en la alimentación del ejército, y también de la población. Hubo ganaderías, sobre todo en la zona madrileña que, prácticamente, quedaron arrasadas.

Este animal joven, el novillo utrero, pronto fue el preferido de la élite del toreo, y después de todos los demás. Tiene más movilidad, su embestida es más franca y alegre, acepta el engaño más fácilmente y, sobre todo, le cuesta un poquito más aprender, es decir, adquirir "sentido", con lo que el riesgo y peligro para el torero siempre es menor. No es de extrañar, por lo tanto, que la lidia de utreros continuara en auge durante toda la década de los 50, y también en la siguiente.

Con esta problemática se encontró Sebastián San Martín. Buscando la solución, a la vez que crea la Feria del Toro en 1959, crea un estímulo económico para el ganadero, bastante sustancioso, por cada uno de los toros de la corrida que, en el matadero de la Plaza, demuestre en su boca tener los 4 años cumplidos, es decir, los 8 incisivos permanentes totalmente desarrollados. A tal fin, pidió la colaboración de los Veterinarios, que no le pusieron objeción alguna.

Pero el problema no se solucionó porque, si bien las ganaderías "duras" aportaban el mayor número de toros con 4 años cumplidos, en cambio, las "comerciales", las de las figuras del toreo, acumulaban la mayoría de los utreros, incluso el total de la corrida.

La explicación es sencilla: las ganaderías "duras" eran lidiadas, normalmente, por toreros de segunda línea, en los cuales, su principal exigencia es obtener el triunfo que les garantice repetir en la Feria del año siguiente. En cambio, las ganaderías "comerciales" siempre satisfacían las exigencias de las figuras del toreo, o mejor dicho, de sus apoderados, ya que eran éstos los que controlaban todos los "detalles" en torno a las corridas que tenían que torear sus pupilos, los cuales, lógicamente, preferían lidiar los novillos utreros.

Esta anómala situación intentó solucionarla el nuevo Reglamento de Espectáculos Taurinos del año 1962. A tal fin ordena que: "los toros de lidia han de tener de 4 a 6 años de edad, lo cual será confirmado por los Veterinarios, cuando en la tabla dentaria encuentren, como mínimo, los 6 dientes incisivos permanentes totalmente desarrollados". Esta sorprendente exigencia viene a decir que un novillo utrero (cuya característica en la tabla dentaria son los 6 incisivos permanentes desarrollados, que es lo que pide el Reglamento) puede lidiarse correctamente como toro de 4 años (edad que realmente no tiene). Esta decisión legislativa, "a priori" impensable, consiguió legalizar definitivamente la lidia de novillos utreros, cual si fueran toros adultos. Por este motivo, en aquellos años, con cierta frecuencia salían al ruedo "toros" con la cara, o con las formas, de novillo. Se les conocía como toros "anovillados". En realidad, eran novillos utreros.

¿Cómo es posible tal desliz en un Reglamento? Muy sencillo, porque en los animales no hay señal alguna que indique el momento de cumplir los 4 años y, por otra parte, hay que tener en cuenta las excepciones propias de la Biología, en las que se dan un cierto número de toros que adelantan su dentadura y otros que retrasan su salida, no son muchos, como luego veremos, pero sí los suficientes para asegurar que los parámetros dentarios no sirven para determinar la edad exacta de un toro de lidia.

Por todo ello, a pesar del nuevo Reglamento de 1962, quedó totalmente abierta la puerta que posibilitó la lidia ininterrumpida de utreros en las corridas de toros, sin impedimento alguno, ya que estaban legalizados.
Pero, por fin, llegó el despertar de la administración estatal, consciente de que el problema no se podía tolerar durante más tiempo. A tal fin, adoptó la única medida capaz de solucionar definitivamente la problemática de la edad de los toros. Lo hizo creando el Registro de los Nacimientos de las Reses de Lidia, mediante la Orden de Presidencia de Gobierno de 4 de Abril de 1968, cuya aplicación práctica en las Plazas de Toros se pudo llevar a cabo desde el año 1975, tal como iremos viendo.

Así, a partir de 1975, todos los toros que se lidien en las Plazas españolas, necesariamente llegarán acompañados de un certificado oficial del Registro de Nacimientos, que hará constar las marcas grabadas "a fuego" en su piel y garantizará el año y el mes de nacimiento. Dichas marcas serán: el n° de la res (en el costillar, preferible el derecho), el hierro de la ganadería a la que pertenece (en el anca o cuadril), y el último n° del año de nacimiento (en la paletilla).

El marcado o herraje tiene que ser "a fuego" y se realiza en la propia ganadería, días después de nacer, con presencia y control oficial, y con absoluta garantía. De todo lo actuado, se levantan las correspondientes actas que pasan al Registro de Nacimientos de las reses de Lidia. Desde aquí, en su día, unos 4 años después para los toros que se van a enviar para ser lidiados, saldrán los correspondientes certificados oficiales, que les acompañarán a su destino, en los cuales se especificará el mes y año de nacimiento, y las señales identificativas de cada toro, que las lleva grabadas "a fuego" en su piel, según lo ordenado en el texto legal del
Registro de Nacimientos.

Novillos utreros lidiados como toros

Los datos obtenidos desde el año 1960 al 1987, inclusive, examinando la tabla dentaria de los toros lidiados en las Ferias de San Fermín, son los siguientes:

En los años 1960 al 1972 inclusive, tal como era habitual, fue frecuente la lidia de novillos utreros en nuestra Plaza, con porcentajes del 18 al 25 % de los toros lidiados (la prima de estímulo para el ganadero se inició en 1959).
En el año 1973, de los 48 toros lidiados en la Feria, el 26 % fueron utreros. Al año siguiente, 1974, quizás porque la supresión de su lidia estaba ya legalmente sentenciada, entre las 39 reses lidiadas solamente aparecieron un 12,8 % de utreros.

Finalmente, a partir de 1975, con la entrada en vigor del Registro de Nacimientos de las Reses de Lidia, se suprimió definitivamente la lidia de los novillos utreros. En efecto, los 616 toros lidiados en la Feria del Toro pamplonesa entre 1975 y 1987 inclusive, todos ellos tenían los 4 años cumplidos, porque así lo aseguraba su certificado del Registro de Nacimientos en concordancia con las señales indelebles, grabadas "a fuego" en la piel para identificar cada toro, sin posible confusión. Pero sí tengo que decir que, entre ellos, se comprobaron las excepciones biológicas a las que antes me he referido. En efecto, pese a tener los 4 años cumplidos, de total garantía, hubo un pequeño porcentaje, el 3,2 %, cuya boca se había retrasado en su desarrollo. Es decir, eran toros, pero en la boca aparentaban ser todavía utreros. Las excepciones biológicas, por causas genéticas o factores medioambientales, confirman, una vez más, que la Biología no es una ciencia exacta.

La auténtica Feria del Toro de Pamplona

De todo lo expuesto, es fácil deducir que es en el año 1975 cuando se inicia la reestructuración de la verdadera Feria del Toro de Pamplona. Fundamentalmente, porque gracias al Registro de Nacimientos de las Reses de Lidia, se había conseguido lo principal: la eliminación definitiva de los novillos utreros, y con ello se había resuelto el problema de la edad en el ganado bravo, que se venía arrastrando desde muchos años atrás. Hoy se puede asegurar que llevamos 35 años disfrutando del toro de verdad. A la vez, se ha conseguido asentar sólidamente nuestra Feria del Toro, porque lo anterior a 1975 era otra cosa, si bien completamente legal.

Sin embargo, en dicho año, aún quedaba por resolver otro aspecto importante, muy decisivo para el correcto desarrollo de una Feria del Toro, si al menos deseamos para ella que responda a tal nombre con la dignidad y calidad que son necesarios. No podemos olvidar que, según el entonces vigente Reglamento del año 1.962, las Plazas de Toros de nuestro país podían ser de 18, 28 y 38 categoría, basándose en la importancia de la población, y que Pamplona, su Plaza, era de 2" categoría. (Hoy, por Decreto 145/1996, la Plaza de Pamplona ya es de 18 categoría)

Y lo que normalmente venía ocurriendo era que las Plazas de l8 categoría (entonces, solo había 7 en toda España; desde 1996, son ya 10) acostumbraban a llevarse los mejores toros, porque podían pagar más, y porque a las buenas ganaderías les honraba y daba prestigio lidiar sus toros en tales Plazas. En consecuencia, las Plazas de la categoría escogían lo mejor, bien en calidad y nobleza, bien en trapío de los toros, o bien en casta brava, según les conviniera.

Y ¿qué queríamos para la Feria del Toro de una capital cuya Plaza era entonces de 28 categoría? Hasta el año 1975, a nuestra Feria de San Fermín, salvo dos o tres ganaderías "duras" y bien presentadas, de todos conocidas, en general, llegaban toros normales, de formas y trapío también normales, afortunadamente de ganaderías acreditadas.

Pero en este año 1975, a la vez que se impone el verdadero toro, con 4 años cumplidos, surge otro hecho clave y decisivo para nuestra Feria del Toro. Ocurrió en los días previos a los Sanfermines, cuando ya estaban desencajonadas las corridas de toros en los corrales del Gas. En efecto, el entonces Inspector Provincial de Sanidad Veterinaria de Navarra había recibido una nota informativa en la que le transmitían la descripción (número del toro, color y ganadería) de varios toros que habían sido rechazados por los veterinarios en la Feria taurina de una Plaza de l8 categoría, y le avisaban que tales toros habían salido con destino a la Feria de Pamplona. Así lo comunicó a los Veterinarios de servicio, que comprobaron la presencia en los corrales de 8 de tales toros y consideraron, lógicamente, que en una Feria del Toro no se podían aceptar aquellos animales que por falta de trapío, de tipo zootécnico o cualquier otro defecto hallado en ellos habían sido ya rechazados en otra Plaza de Toros. Y consecuentemente con la misma lógica, tampoco se podía dar el visto bueno a aquellos otros toros depositados en los corrales del Gas, cuyas características morfológicas eran inferiores o semejantes a los 8 toros cuestionados.

Por lo dicho, el resultado del reconocimiento oficial de los toros de la Feria del año 1.975 fue francamente duro: se rechazó una corrida entera, 4 toros de otra, en 2 corridas se eliminó la mitad de los toros, en otras 3 un tercio de los mismos, y aún se quitó algún toro más de otra corrida y de los toros que vinieron para sustituir a los rechazados. En resumen, de las 9 corridas llegadas para la Feria, solamente se lidió una completa; todas las demás, "remendadas de urgencia". Y de los 54 toros llegados como titulares de las corridas, únicamente se pudieron lidiar 30 de ellos, ya que los otros 24 fueron desechados.

Las sustituciones se hicieron con otros toros de más presencia y trapío, si bien procedentes, muchos de ellos, de ganaderías menos acreditadas. (Es muy sabido en el mundo del ganado bravo, que las buenas ganaderías nunca dejan, ni prestan, sus toros para sobreros, ni para sustituciones, salvo que se trate de sus propias corridas).

Y la consecuencia de una Feria de San Fermín, la de 1975, tan mixtificada en toros y ganaderías, fue la obtención de un resultado, como espectáculo, más bien decepcionante. Se prodigaron demasiados toros escasos en casta brava, procedentes la mayoría de las ganaderías empleadas para los "remiendos de urgencia".
Afortunadamente, los responsables de las ganaderías y, sobre todo, los de la empresa tomaron oportuna nota de lo sucedido. Lo plasmaron, en los años siguientes, aportando corridas serias, bien presentadas, procedentes de ganaderías de prestigio.

Las excepciones a esta buena línea, también se dieron. Una corrida entera se rechazó en la Feria de 1976, otra en la de 1977, otra en la de 1980 y, finalmente, otra en la de 1981, todas ellas por escasa presencia de los toros.

¿Cómo pudieron arribar a la Feria de San Fermín las 4 corridas desechadas, cuando todas las demás fueron de buen nivel torista? La respuesta hay que encontrarla en los destinatarios de las mismas. No por casualidad, las 4 corridas, una para la Feria de cada año, eran las preparadas para satisfacer a las figuras del toreo.
Lo sucedido pone de manifiesto las dificultades que ha de encontrar una empresa, si quiere traer corridas serias, de toros "hondos", con casta y bien armados, para ser lidiados por los toreros punteros. Ambos conceptos, hoy en día, son difíciles de compatibilizar. Solo aisladamente se da tal casualidad.

Sin embargo, la Feria del Toro ha discurrido, año tras año, con la presencia dominante de corridas bien presentadas y alto nivel de trapío. Como en todo siempre hay alguna excepción. Es inevitable. Pese a ello, la feria taurina pamplonesa se ha ido asentando, cada vez más, como un espectáculo eminentemente torista, en el que el toro se ha erigido como principal protagonista, pero teniendo en cuenta, también, que aún deja espacio para posibilitar la intervención de las figuras del arte de torear.

Otra cosa son los resultados, porque "a priori" el comportamiento de los toros al salir al ruedo, sigue siendo la gran incógnita. Los mayorales que traen las corridas, nunca dudan cuando se les pregunta sobre los toros que traen. Siempre contestan lo mismo: son como los melones, solo se conocen cuando se catan.

El trabajo de un eficaz hombre del toreo

¿Cuál ha sido la clave de la evolución favorable de nuestra Feria? No cabe duda alguna, los ganaderos han asimilado rápidamente el tipo de toro que se desea en Pamplona. Ellos tenían la respuesta. En cierta ocasión, uno de los mayorales, estando en nuestra ciudad, manifestó que el próximo año no vendría a la Feria del Toro, por no tener los toros apropiados. Es decir, sabía perfectamente lo que tenía que traer. Y efectivamente, como no lo tenía, no vino.

Por otra parte, la empresa, es decir, la Casa Misericordia de Pamplona, precisaba confiar en alguien que conociera bien el ganado bravo y que, a la vez, fuese capaz de seleccionar lo más conveniente para nuestra Plaza de Toros. Esta responsabilidad la ha venido desempeñando, durante cerca de 50 años (desde 1959), Miguel Criado Barragán, el "Potra", en quien la empresa confiaba plenamente y le delegaba la contratación de las corridas.

Este hombre era un auténtico símbolo del mundo del toro, en el que llevaba metido muchos años, concretamente desde los tiempos de Manolete. A éste, le recordaba siempre con nostalgia y pena, por las circunstancias que se dieron en tomo a su muerte. Tenía muchas amistades y gran ascendencia con multitud de personas vinculadas al ganado bravo, lo que tampoco podía sorprender porque, tal como yo le recuerdo, era un hombre atento y de fácil conversación.

A las dotes personales había que sumar otra, muy importante para su trabajo: el gran conocimiento que tenía de la cabaña española de reses de lidia. Conocía perfectamente la genealogía de las ganaderías más importantes. Seguía con atención a las que se hallaban en alza por su entrega y nobleza, o por su fuerza y su casta. Así mismo, estaba al tanto de aquellas otras que habían entrado en horas bajas por la pérdida de bravura, o por su mala casta. Y también sabía de las preferencias de algunos toreros sobre determinados tipos de toros o de encaste. Pero, creo que donde más puntos se le conceden es en su capacidad para apreciar y captar, al primer golpe de vista, sobre todo en el campo, la validez de los toros que podían ser objeto de compra.

Sin duda alguna, toda esta sabiduría permitió a Miguel Criado superar, con éxito, las dificultades que surgieron en aquella época decisiva, a partir de 1975, sobre todo en los primeros años, cuando se produjo el cambio del tipo de toro exigido para las corridas que se habían de lidiar en nuestra Feria del Toro.

Finalmente, no quiero olvidar un último detalle de Miguel Criado Barragán. Vivía la Feria del Toro de Pamplona con intensidad y la matizaba de su etiqueta sevillana, pero, a la vez, sabía desenvolverse en ella como un hombre de nuestra tierra. Había adquirido cierto carisma de pamplonica. No era infrecuente verle, por la mañana, tras haber terminado las tareas derivadas del encierro de los toros, acudir a visitar la capilla de San Fermín, en la parroquia de San Lorenzo. Pienso que, Miguel Criado, vendría aquí también a suplicar la ayuda de nuestro Santo Patrón.

D. Pedro Garatea Ayestarán trabajó como veterinario en la plaza de toros 32 años, desde 1960 a 1992. Jubilado desde hace 14 años, cuenta en la actualidad con 82.

3 comentarios:

Yuntero dijo...

Salvando las distancias y desde el respeto, me permito solicitar del sr. comentarista de esta entrada, me aclarase, si estoy en el error al tener entendido a lo largo de toda mi vida profesional y de aficionado, que los de 4 años son cuatreños; y toros con 5 años, rasada y cerrada la denticion de incisivos, independientemente del numero de hierbas, que segun el medio vital de su crianza les pueda hacer adelantar o retrasar las distintas mudas.
Me interesaria igualmente saber si la precocidad manifiesta en el Toro Bravo en la actualidad, puede intervenir en el proceso de la muda, de forma que las apreciaciones tradicionales, puedan inducir a tomar como adultos toros que aun no han alcanzado su edad.
Al aficionado de a pie nos confunde el que dentro del mismo año ganadero, puedan aparecer dos digitos distintos. Una explicacion fuera de tecnicismos, tampoco estaria de mas.
Gracias y Saludos
Yuntero

Administrador dijo...

La faena del herradero consiste en marcar, principalmente a fuego los animales.
La marca, según exige el libro genealógico, se compone de:

Un numero en la paletilla, que corresponde al último dígito del año de nacimiento, teniendo en cuenta el concepto de “año ganadero”, el cual no coincide con el año natural.

El “año ganadero” comienza el 1 de Julio, y termina el 30 de Junio, de modo que los animales nacidos durante el primer semestre del año se marcarán con la última cifra del año propio en el que han nacido, y los que nazcan en el segundo semestre llevarán la última cifra del año siguiente.

Otra marca, que normalmente se coloca en la parte superior del anca, es el hierro de la ganadería, la cual deberá estar dada de alta en un de las cuatro asociaciones que existen en España.
Dependiendo de cual sea la asociación a la que pertenezca llevará:
• Una "A" para todos los que pertenezcan a la Asociación Nacional de Ganaderías.
• Una "U" para todos los inscritos en la Unión de Criadores de Toros de Lidia.
• Una "E" para todos los que sean de la Agrupación de Ganaderos de Lidia.
• Una "L" para los que pertenezcan a Ganaderos de lidia Unidos.

Para que sea otorgada una de estas siglas, el ganadero debe de poseer mínimamente 25 vacas y 1 semental inscritos en el libro genealógico.

La siguiente marca será un número en el costillar y corresponde al número del animal.

Además de los números a fuego se hace la señal de oreja, que será un corte de esta, personalizado para cada una de las ganaderías.

Es una faena muy sería por su trascendencia legal, supervisada en todo momento por el veterinario enviado por la asociación de ganaderías de lidia (figura imprescindible, para dar fe y controlar que todo se realiza bajo normativa vigente) y bajo la supervisión de la Guardia Civil.

Administrador dijo...
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