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lunes, 23 de abril de 2012

DECIR LO QUE SE PIENSA Y HACER LO QUE SE DICE


  |http://blogs.elpais.com/toros/ De su artículo Tribulaciones de un crítico desencantado

EL TORO
 
Ganadería Hdros. De D. José Luis Osborne Vázquez. Antigüedad: 19/3/1959
'Capcioso', nº 76, guarismo 8.Negro mulato
Encaste: Osborne, encaste propio
A lidiar por Serafín Marín

La fiesta vive hoy un momento especialmente crucial para su futuro. El toro bravo es una especie en extinción. La manipulación genética que ejecutan los ganaderos bajo las directrices y la presión constante de las figuras ha conseguido un animal de comportamiento enfermizo, blando de remos, carente de bravura y de casta y de acaramelado temperamento. Una caricatura que produce desazón, fastidio, lástima, aburrimiento y una profunda decepción.

Añádasele a la coctelera el fraude imperante en el sector, ante la desidia incomprensible de la autoridad. La impresión comúnmente aceptada es que se ‘afeita’ más que nunca, y ningún presidente hace uso del reglamento para analizar astas sospechosas, ni las vísceras de los animales cuyo extraño comportamiento en el ruedo ofrecen dudas razonables de un posible dopaje.

Once festejos ya se han celebrado en Sevilla y aún no ha salido un toro bravo. Así de cierto y así de triste. Han predominado los anovillados, los inválidos, los mansos y los descastados, y algunos, -los menos- han desarrollado una nobleza cercana a la beatificación; una docilidad perruna que permite que el artista de turno se luzca con su condición estética e innata elegancia.

Que no haya, además, lugar al equívoco: el arte del toreo es posible gracias a la nobleza del toro, pero lo que lo hace grandioso es el toro de poder, encastado y fiero; con trapío, serio, bien armado, vibrante, encastado y codicioso.

Dicen los taurinos que el toro artista es el que gusta ahora. No. Esa es la ceniza que han dejado sus corruptelas, y la causa principal de que los aficionados sabios, exigentes y generosos hayan desaparecido.

No ha salido un toro bravo en Sevilla; pero si hay algún aficionado, que alguno quedará, estará escondido, en silencio, y si le preguntan dirá que él se limita a tocar el piano en un burdel. La actitud del público que acude a la Maestranza es sencillamente vergonzosa. No es que desconozca las normas mínimas sin las cuales esta fiesta carece de sentido, sino que comete la ordinariez de aplaudir todas las herejías de toros y toreros que imaginarse pueda.

¿Qué debe hacer el crítico ante tan crítica situación? Hay quien prefiere cerrar los ojos y subirse al carro del triunfalismo imperante que oculta las enfermedades de la fiesta como si ese fuera el bálsamo para su curación. ¡Ay, dichosa y malvada dictadura de lo políticamente correcto…! ¡Qué buena técnica para granjear amistades, ser invitado a bodas y bautizos y no molestar a toreros, apoderados, empresarios, ganaderos…! Ya se sabe el dicho: ‘Aquello que te da de comer, ni tocarlo’.

Creo, por el contrario, que lo que se debe contar es la verdad de lo que se ve; cada cual con su prisma subjetivo; con rigor, conocimiento, valentía y seriedad; sin trauma infantil ni resentimiento. ¡Qué culpa tiene el crítico de que la realidad sea un puro desencanto…!

Administrador: Alguien sensato en este desatino


1 comentario:

Anónimo dijo...

comparto las opiniones del señor Lorca y el acierto de incluirlas en este blog.