M.V.Z. Carlos Alberto Vega Pérez
Médico veterinario del departamento de espectáculos del Municipio de
Querétaro.
La bravura, primer instinto de defensa sublimada y, luego, casta, raza
mantenida, prolongada y fortalecida, siglo a siglo, por la selección, ha terminado
siendo una misteriosa propiedad, la misteriosa cólera que poseen solo los toros
bravos de morir embistiendo. Esto es: morir sin ceder y atacando. Por todo
ello, la bravura se ha convertido en una fuerza ciega y sin el más leve atisbo
de lo que pudiera ser un retroceso, una debilidad: el miedo o el dolor. (Álvaro
Domecq y Diez)
Bravura, es la cualidad
específica de los toros bravos que se manifiesta por el conjunto de
comportamientos de los mismos durante la lidia. Entre estas características
destacan las siguientes: Una embestida con prontitud y repetición, fijeza,
pelea resuelta en el caballo, acudiendo de lejos y metiendo los riñones, sin
dolerse a la puya ni a las banderillas, rectitud del viaje en sus embestidas,
tendencia a estar en los medios y morir con el hocico cerrado tragándose su
propia sangre.
Cualquier animal salvaje si le
dieran tres puyazos ¿iría a más? ¿Se arrancaría más fuerte? Esa es la cualidad
que distingue al toro de otras especies. Bravura es la capacidad de
acometividad con potencia, resistencia, nobleza e ir de menos a más.
La bravura, también puede
definirse como el desarrollo obtenido al seleccionar la capacidad de acometer,
la fiereza seleccionada y orientada hacia la nobleza; o sea, la bravura
encaminada hacia la creación de belleza. La bravura es un concepto subjetivo y
evolutivo, pero distinto de la fiereza. La bravura es cultural, un vestigio más
del paso del hombre sobre la tierra.
La bravura tal como hoy la
entendemos, es obra de la mano del hombre. La bravura innata era defensiva y la
actual es de ataque. La naturaleza no ha creado el toro bravo como hoy existe.
Creó un bovino con alguna agresividad (un carácter no muy abundante) pero no
como se define ahora la bravura, que es un conjunto de características de comportamiento
manipuladas por el hombre y que, por consiguiente es cultural.
Así como existen cualidades de
bravura que se tratan de heredar genéticamente, también existen defectos de
bravura que se requiere evitar y algunos son los siguientes:
En varas: volver la cara;
tardear; ser blando; cocear y rebrincar doliéndose, dejarse pinchar y entonces
arrancarse; quedarse distante del caballo a pesar de tener la vara
puesta; tratar de quitarse la puya; tirar derrotes al estribo; salir
suelto del segundo puyazo en adelante.
En general: mugir o escarbar;
saltar la barrera; barbear las tablas buscando la salida; probar o
puntear; tener media arrancada; echar las manos adelante, derrotar o
desarmar, embestir a la defensiva, descompuesto y calamochando, desparramar la
vista o distraerse; salir suelto no repitiendo las embestidas; marcar
querencias; salir huido, tardear, ser soso, recular; gazapear, echar la cara al
suelo o dudar al embestir, ser reservón y trotar en vez de galopar.
Las manadas de toros
silvestres antiguas, tenían cierto grado de acometividad. Para los festejos
taurinos las reses se probaban y se seleccionaban de entre el hato. La bravura
es justamente el desarrollo obtenido al seleccionar aquella capacidad natural
de atacar; después, se exigió que embistiesen de una determinada manera y es
cuando la acometividad primitiva se transformó. La mano del hombre ha aportado
a la nobleza del toro. Que sea bravo pero con nobleza. Al principio el toro era
solo agresivo.
Los ganaderos han criado toros
por el método de la descendencia y para fiarse de un reproductor ya sea macho o
hembra, hay que esperar el resultado de varias crías. Las reatas son
fundamentales para la selección. En el toro bravo, la selección no busca una
sola cualidad, sino un conjunto de ellas. Una vez conseguidas, busca lo que
llamaría cantidad, entendiendo por esta el tamaño, constitución y otras
cualidades, seleccionando los padres, y los sementales que mejor puedan
proporcionarlos; pero, lo más importante es la bravura, la calidad de la bravura,
la fuerza y la rectitud de la embestida; después, vendrá el tamaño, las
hechuras, el trapío, la cornamenta, entre otras, pero siempre en ese orden. En
realidad ¿Qué es lo que se selecciona en una vaca durante la tienta? En primer
lugar la bravura; en segundo la clase; en tercero la fuerza; en cuarto la
alegría, el trasmitir, el ir más allá, la movilidad, la codicia y aguantar el
máximo tiempo embistiendo.
Actualmente, el ganadero busca
una bravura funcional para el arte. Ha habido figuras del toreo que revolucionaron
o simplemente cambiaron la tauromaquia y el ganadero ha tenido que acoplarse al
arte de su tiempo, porque a lo largo de las diferentes épocas se requería un
toro distinto para un toreo también distinto.
En la actualidad el toro
verdaderamente bravo es el toro funcional para el arte del torero.
El toro bravo es el que va a
coger la muleta. El que ayuda al torero a ser un espectáculo creativo y con
belleza; o sea, la bravura de la toreabilidad. La bravura orientada hacia un
fin, hace posible el arte de torear. La fijeza que da confianza al torero; la
humillación y la clase. Pero a veces son los toreros los que no les ponen a los
toros los estímulos de la forma adecuada por falta de técnica.
¿Pero, qué da la bravura en sí?
La bravura está mediada principalmente
por dos hormonas: la serotonina y la testosterona.
La testosterona: es la hormona
producida por el tejido testicular; favorece el desarrollo y mantenimiento de
los caracteres sexuales masculinos y juega un papel muy importante en el
desarrollo de la conducta agresiva del individuo.
La serotonina: se produce en
las neuronas y es un neurotransmisor que regula el apetito, equilibra el libido
sexual, controla la temperatura corporal, la actividad motora y las funciones
perceptivas. Junto con el cortizol, la dopamina y la noradrenalina, actúa
disminuyendo el estrés.
Existe una correlación entre
los niveles sanguíneos de serotonina y testosterona en el toro bravo, mayores
niveles de testosterona corresponden a menores valores de serotonina, esto se
traduce en que a más bravura, más testosterona y viceversa, a más mansedumbre
más serotonina.
Entre los años 2002 al 2007 en
la plaza de toros de Las Ventas de Madrid en España se llevó a cabo un
estudio por el Departamento de Fisiología Animal, de la Facultad de Veterinaria
de la Universidad Complutense de Madrid, con la finalidad de encontrar la
relación entre las concentraciones plasmáticas de serotonina y testosterona en
el comportamiento agresivo durante la lidia del toro bravo, se trabajaron
doscientos toros de entre 4 y 5 años tomando la muestra de la yugular en el
desolladero.
También se recogieron muestras
de sangre de 300 becerros con edades comprendidas entre 6 y 8 meses. Los
animales se separaron de sus madres 15 horas antes de la toma de muestra y se
mantuvieron en corrales, juntos hasta el momento del herrado. En esos momentos,
se aislaron y se introdujeron en un cajón de curas donde permanecieron 2 a 3
minutos. Durante este tiempo, el animal fue herrado y simultáneamente se
hizo la señal de la ganadería en las orejas. La sangre utilizada para la
muestra de serotonina y testosterona procede del sangrado de las mismas.
Para evaluar el comportamiento
se utilizó el método de observación directa describiendo a través de la
percepción del observador, los estímulos y las acciones del comportamiento del
toro y registrándolas en una platilla para el efecto. Con los resultados
obtenidos concluyeron lo siguiente:
a) Los niveles
de serotonina no varían en la raza de lidia con la edad; presentando
concentraciones similares tanto en becerros como en toros.
b) Los niveles
de testosterona si varían con la edad en el ganado de lidia, incrementándose
considerablemente en el estado adulto.
c) La
testosterona y la serotonina, están directamente relacionadas con la
agresividad: toros con comportamiento muy agresivo presentan valores mayores de
testosterona y niveles muy bajos de serotonina.
d) Los valores
de comportamiento asignados a cada toro tras su lidia oscilan en una escala del
1 al 10 entre 2, valoración mínima y 8, valoración máxima, siendo las
calificaciones más frecuentes 5 y 6. El análisis conjunto de serotonina,
testosterona y agresividad, ha permitido establecer unos lasos muy
diferenciados de comportamiento en el toro de lidia, en las que se puede
asignar un valor de comportamiento a un individuo, una vez conocidos sus
niveles de serotonina y testosterona.
e) Las
concentraciones de serotonina y testosterona en los becerros durante su
herradero, podrían ser de utilidad en la producción de la lidia y nos ayudarían
en la estimación del comportamiento de dicho animal en el momento de su lidia.
Esto quiere decir que
teóricamente, si se tomara una muestra de sangre de un becerro durante el
herradero y los niveles de testosterona salen muy altos, seguramente tendremos
con el tiempo un toro muy bravo y los que tengan niveles muy altos de
serotonina, seguramente corresponderán a un animal con un grado de mansedumbre
muy marcada y se podrían enviar al rastro como animales para abasto.
Es posible, que los ganaderos
de toros bravos, tengan cientos de años seleccionando empíricamente el gen de
la bravura; pero ahora, se ha demostrado que han estado seleccionado el gen
transmisor de una producción alta de testosterona en el organismo, que es la
hormona que proporciona la bravura en el toro de lidia.
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