Javier Bustamante para Toro Cultura.
El toro de
lidia disfruta de 24 asombrosos privilegios, más que cualquier animal
doméstico, más que cualquier animal salvaje, muchos más que cualquier mascota.
La mayor parte de ellos son desconocidos, sencillamente porque el estilo de
vida actual es poco propenso a profundizar en los asuntos, y sí a la
emisión de opiniones viscerales, muchas veces sin el necesario conocimiento. La
hipotética comparativa de los privilegios del toro con los de un ciudadano
normal podría conducir a conclusiones inesperadas, así que se ha obviado para
evitar un debate ético complejo y, tal vez, sorprendente para el movimiento
animalista, que podría concluir que el toro de lidia disfruta de mayor calidad
de vida que la inmensa mayoría de los humanos.
1-Privilegio
de nacer de forma natural.
El
alumbramiento del nuevo toro se produce en el campo, bajo la cúpula del cielo,
de manera completamente espontánea, habitualmente en un lugar apartado en el
que la vaca considera que el nuevo ser está protegido de sus predadores. Los
nacimientos de los becerros no se programan y no existe ninguna incidencia por
parte del hombre. Con frecuencia el recién nacido permanece oculto y
estrechamente vigilado por la madre durante sus primeras horas, hasta que puede
desplazarse con alguna soltura y comienza a acometer.
2-Privilegio
de crecer amamantado por su madre.
El toro es
criado por su madre desde que nace hasta que cumple aproximadamente un año de
vida, momento en el que se integra en el colectivo de iguales en edad y
naturaleza. En este periodo la vaca cuida con celo a su becerro, embistiendo a
todo aquel que se aproxime a su cría. En este tiempo se observa la lactancia
como forma de alimentación y de aportación de sustancias que inmunizan al toro.
La vaca no se separará del becerro, transmitiéndole las primeras enseñanzas
sobre el campo y la naturaleza que lo habita.
3-Privilegio
de la sanidad.
Las
ganaderías de bravo cuentan en su plantilla con profesionales de la sanidad
animal que velan por la salud de los toros. Los conocedores observan todos los
días a todos los animales para cerciorarse de su buen estado. Con frecuencia
semestral o anual se les analiza la sangre y, si se detecta alguna anomalía, se
les aplica el tratamiento correspondiente. Si han sido heridos en una pelea se
les cura. Si se han lesionado en el campo son atendidos de forma escrupulosa.
Si se observa alguna debilidad o incidencia se analiza y se busca remedio. La
salud del toro es uno de los principios que todo ganadero observa con absoluto
rigor, ya que constituye una cuestión de honor.
4-Privilegio
de una vida social.
Una vez que
el becerro la cubierto el periodo de lactancia, comienza su alimentación
natural en grandes pastizales en los que inicia su vida social. Durante los
tres o cuatro años siguientes el añojo de convierte en eral, éste en utrero,
para pasar a transformarse en musculados cuatreños y cinqueños. En este tiempo
los toros viven en manadas más o menos numerosas en función del tamaño de la camada.
El toro es un animal territorial y jerárquico, que encuentra en su grupo
compañeros y antagonistas a los que disputa el terreno y el mando. El toro
dominante se instala en el mejor espacio, pasta las mejores hierbas, bebe
primero y establece un orden social que él domina y los demás deben respetar.
La lucha por
la jerarquía es cruel como consecuencia del carácter bravo del toro. Son
continuos los juegos y las peleas, que en muchas ocasiones acaban causando
graves heridas e incluso la muerte de los toros. Es una consecuencia de su
carácter agresivo, que no se pretende paliar, pues es su esencia natural.
5-Privilegio
de la individualidad, el nombre y el reconocimiento.
Cada res
brava tiene un nombre concreto, ideado por el mayoral, que le identificará y reconocerá.
El nombre se debe a la genealogía, pues en las ganaderías hay familias
adscritas a una categoría concreta, como el universo, las flores, los oficios,
la música o la pintura. El origen familiar, el propio aspecto del toro y la
imaginación afectuosa del conocedor generan nombres como lunero, alhelí,
ebanista, violín, capitán o caralimpia. Es práctica habitual que el recién
nacido herede le nombre de la madre. Este apelativo acompañará a la res toda su
vida, dotándole de identidad, individualidad y reconocimiento.
6-Privilegio
de vivir en un entorno natural paradisiaco.
La dehesa es
un espacio único, que genera una profunda sensación de paz, en el que tanto
animales como hombres sienten un intenso bienestar. Se trata de un entorno de
alto valor ecológico que es preservado con celo por el amor que los criadores
tienen al campo y la naturaleza. A diferencia de animales estabulados,
enjaulados o recluidos en viviendas humanas, el toro habita terrenos extensos,
con una amplia libertad de movimientos, terrenos llenos de vida, en los que
encuentra de forma natural todos los elementos necesarios para una existencia
plena.
En sus
primeros meses el becerro vive intensa aventura iniciática, pues se zafa de su
madre para escrutar su entorno. Conoce corzos y zorros; remonta ríos; disfruta
del aroma del tomillo, orégano y cantueso; cata hierbas diversas; se adentra en
la espesura; escucha el canto del vencejo, el mirlo y el mochuelo; y asiste
atónito a lentos amaneceres en los que el sol cautiva a su pupila azabache.
Sólo en
España existen 300.000 hectáreas dedicadas a la cría del toro, lo que arroja
una media de entre una y seis hectáreas por cada animal bravo, según las
fincas. Es su espacio natural, en el que desarrolla su ciclo vital y se
convierte en un temible guerrero.
7-Privilegio
de no trabajar.
La vida del
toro en la dehesa es de absoluta placidez. Desde que nace hasta que muere o es
conducido a la plaza, realiza la vida que más le place, sin más obligación que
alimentarse y estar sano. A diferencia de los animales que deben rendir trabajo
para justificar su existencia y que son sacrificados si baja su productividad,
el toro nace y vive sin obligaciones laborales.
8-Privilegio
de encontrar alimento abundante.
Además de la
lactancia materna, el alimento fundamental del toro son los pastos naturales
que surgen en la dehesa. En momentos de escasez o sequía los vaqueros
proporcionan forraje que facilita una alimentación plena y equilibrada. No
existe toro alguno con déficit alimentario, especialmente en los meses
anteriores a la lidia, en los que se intensifica la alimentación para
desarrollar la musculatura y el poder del toro.
9-Privilegio
de vivir en libertad.
Los amplios
espacios destinados a hábitat del toro permiten una gran libertad de
movimientos, hasta el punto que algunos toros esquivos pueden permanecer en la
más absoluta soledad durante semanas, en las que el mayoral hará importantes
esfuerzos por localizarlo y cerciorarse de su salud.
10-Privilegio
de la integridad física.
El toro vive
en plenitud física y lidia con todos sus atributos. Recursos como la castración
o la mutilación, tan habituales en otras especies, son impensables, hasta el
punto que un órgano aparentemente irrelevante como es el rabo, debe presentarse
íntegro y sano para poder ser lidiado.
Antes de la
corrida un comité veterinario analiza al toro, su tipo, su movilidad, su vista,
su trapío y sólo es admitido para el combate si presenta condiciones de temible
fiera, que puede alcanzar los setecientos kilos de peso.
Si al saltar
al ruedo el toro sufre la menor indisposición, como cojera, calambre o
problemas visuales, es inmediatamente sustituido y enviado al matadero
convencional como otros muchos animales. Si a lo largo de la lidia el toro se
lesiona, la lucha no tendrá sentido, pues uno de los contendientes está
mermado, y el torero abrevia para evitar la humillación de la res. Los
aficionados son muy sensibles a estos avatares y jamás toleran la lidia de un
toro que presente lesión.
11-Privilegio
de no ser manipulado.
El carácter
agreste del toro debe respetarse, de modo que las manipulaciones, además de
complicadas y peligrosas, están proscritas en el campo bravo. No se conocen
casos de relaciones poco ajustadas a su naturaleza, y menos aún libidinosas, en
la historia de la crianza del toro de lidia. El espacio vital del toro es muy
amplio, y quien ose invadirlo corre grave riesgo de ser corneado.
12-Privilegio
de no ser domesticado.
El toro vive
con arreglo a sus más atávicos instintos. Su comportamiento agresivo no se ha
alterado en los últimos siglos, y es eso lo que le hace diferente de los otros
animales y le habilita para la lidia.
13-Privilegio
de que su carácter sea respetado.
Los
conocedores aseguran que el toro es un animal “muy caprichoso”, que siempre
impone su criterio. Cuando es necesario conducirlo a un saneamiento hay que ser
paciente y esperar a que el animal se encamine por donde se espera que lo haga.
Tratar al
toro con prisa o precipitación no logra más que provocar su ira y poner aún en
mayor riesgo a vaqueros y veterinarios.
14-Privilegio
de claudicar.
El toro de
lidia es un animal fiero y agresivo por naturaleza. Sin embargo no todos lo son
en igual proporción. Por esa razón se efectúa una tienta, esto es, un simulacro
de la suerte de varas en el que el toro demostrará el grado de tendencia a la
lucha. Aquellos toros que no muestren suficiente celo serán sacrificados, como
otros muchos animales, en un matadero convencional. Sólo aquellos de acreditada
bravura comparecerán en el ruedo para enfrentarse al hombre y luchar por su
vida de forma épica.
15-Privilegio
de mantener a su prole:
Una
ganadería brava está compuesta en España, por término medio, por 371 animales.
Se trata concretamente de 162 hembras adultas, 50 novillas, 6 sementales, 23
toros, 31 utreros, 41 erales y 48 añojos. Eso significa que cada toro sustenta
a quince animales, caso único en el campo europeo, a los que se procura
igualmente privilegios fuera del alcance la inmensa mayoría de los seres vivos.
16-Privilegio
de poder transmitir sus genes.
El criterio
de selección de toros destinados a padrear varía mucho según el estilo de cada
ganadero. En muchos casos se realiza una tienta, esto es, simulacro de la
suerte de varas, tras la cual se selecciona para sementales a aquellos mejor
dotados, quienes vivirán en la dehesa aportando su capital genético hasta su
muerte natural. En otros casos los erales padrean a los dos años, vayan a ser o
no lidiados en plaza. En otros se unen a las vacas a una edad más avanzada. En
cualquiera de las situaciones los libros de la ganadería observan con celo la
genealogía, de modo que puede saberse el origen concreto de cada animal, así
como la familia concreta a la que pertenece.
17-Privilegio
de morir dignamente.
La pugna que
se desarrolla en el ruedo está reglamentada y obedece a un principio
fundamental: facilitar que el toro muestre su grandeza. Todos los pasajes del
rito están basados en las condiciones físicas y comportamentales del toro, y
ofrece opciones reales de que venza en la lidia.
Los estudios
científicos del profesor Illera, prestigioso doctor de la Universidad
Complutense de Madrid, demuestran que durante la lidia el toro segrega una gran
cantidad de beta-endorfinas, sustancias que inhiben el sufrimiento. La
secreción de esta hormona del placer es de tal magnitud que llegaría a
multiplicar por diez el volumen segregado por el hombre, y generaría la
inexistencia de dolor. El insigne científico asegura en sus estudios que “El
toro tiene un mecanismo especial para controlar el dolor”
La
alternativa a la lidia sería la desaparición de la especie, pues no aporta más
valor económico que el de su bravura, o bien estabularlos en contra de su
voluntad, y sacrificarlos en un matadero convencional en el momento en el que
el ratio volumen carne / coste fuera óptimo. Este nuevo paradigma diluiría casi
todos los privilegios de que disfruta, y los convertiría en un ser manipulado y
programado para ofrecer un rendimiento económico, despojado de su grandeza.
El toro es
el único animal que tiene derecho a vender cara su vida, en un marco
reglamentario claro, y a hacerlo mostrando todo el esplendor de su ancestral
casta brava.
18-Privilegio
de poder redimir su vida.
El
reglamento taurino preceptúa el indulto del toro que haya demostrado unas
condiciones de casta y bravura extraordinarias, a petición del público y del
torero responsable de su lidia.
En ese caso
se simula la estocada y el toro es retirado del ruedo, devuelto a la finca,
curado y agasajado como un héroe. Habitualmente se destina a padrear, pues su
carácter es digno de ser perpetuado.
Nombres
célebres como Desteñido, de Álvaro Domecq, Belador, de Victorino Martín, o
Idílico, de Núñez del Cubillo, engrosan la honrosa lista de toros que han
conmovido al público por su encastada nobleza.
19-Privilegio
de poder conseguir una dorada jubilación.
El toro
indultado vuelve a la dehesa donde se convierte en un animal sagrado. El
mayoral, los vaqueros, el ganadero, los aficionados y los toreros veneran al
toro indultado, lo admiran, le llaman por su nombre, recuerdan su noble pelea en
el ruedo, y van configurando la imagen de un mito.
El toro
indultado será agasajado hasta el último día de su vida, tendrá la mejor de las
atenciones, padreará, vivirá sin trabajar, disfrutando de hectáreas de terreno,
y tendrá el privilegio de ser recordado como un referente, y como semental
generador de una nueva ola de casta brava.
20-Privilegio
de matar al hombre.
El toro
bravo es el único animal que tiene derecho a matar al hombre. La muerte de un
torero en el ruedo no es un accidente, es una consecuencia de la lidia, forma
parte del argumento de la Tauromaquia, ya que es una lucha a muerte entre un
hombre y un animal salvaje de una fortaleza descomunal. La tecnología facilita
productos, tejidos y procedimientos para proteger al torero y dificultar su
muerte, pero ningún lidiador los emplea, pues la dignidad de su profesión y el
respeto al derecho que el toro tiene a matar se lo impiden.
Toros
célebres como Barbudo, Perdigón, Jocinero, Pocapena, Agujeto, Granadino,
Bailaor, Islero, Avispado, Burlero, Vitola, Cabatisto, Avioncito y una larga
lista de más de cien, han pasado a la historia por haber causado la muerte a
sus lidiadores. La relación de la gente del toro con ellos es de aceptación, e
incluso de admiración, y algunas de las cabezas que portan los pitones
homicidas se muestran en museos, como es el caso de la de Burlero, toro de
Marcos Núñez que dio muerte a El Yiyo en 1985, expuesta en el Museo Taurino de
Madrid.
Los toreros
que han recibido cornadas que los han acercado a la muerte jamás manifiestan
resentimiento hacia el toro, más bien al contrario, admiran su poder y le
reconocen su casta y su afán indómito de matar como algo natural en su estirpe.
Nunca se culpa al toro de una cornada, por grave que esta sea, pues el torero
sabe que esa es la dimensión del toro y ese su instinto agresivo.
21-Privilegio
de quedar en la memoria y ser recordado.
La
Tauromaquia inspira la recreación artística de otras disciplinas, como la
literatura. Desde hace más de diez siglos existen obras escritas en las que se
glosan las hazañas de toros y toreros, obras que han trascendido a los
inspiradores, y facilitan el recuerdo de grandes gestas. Del mismo modo la
pintura, la escultura y la música rinden en algunos pasajes admiración a toros
concretos, siendo inmortalizados por artistas de prestigio universal, como
Goya, Picasso, Romero de Torres, Benlliure, Blasco Ibáñez, Cossio, Ortega y
Gasset, Tierno Galván, Camilo José Cela o Mario Vargas Llosa.
22-Privilegio
de poder entrar en la leyenda.
A lo largo
de los siglos la Tauromaquia ha generado situaciones memorables protagonizadas
por toros de inusual fortaleza, extraordinaria bravura o casta indómita. Estos
toros descansan en el Olimpo, y sus hazañas son glosadas con pasión por
cronistas, ensayistas y enciclopedistas. El toro Catalán, de Miura; Cigarrero,
de Atanasio Fernández; y Borgoñés, de Victorino Martín, son protagonistas de
pasajes inolvidables que les han situado en la leyenda de la Tauromaquia. Con
sólo escuchar su nombre los aficionados figuran y rememoran, moldean la leyenda
en un ejercicio de emoción incontenible.
23-Privilegio
de ser considerado un dios.
Desde los
albores de la humanidad el toro ha sido admirado como una divinidad por su
fuerza, su nobleza y el instinto agresivo que no tiene parangón en la
naturaleza. El toro ataca por instinto, no por necesidad, lo que siempre ha
asombrado al hombre.
Desde que el
ser humano tiene conciencia de su identidad y su destino, admira al toro y lo
representa en cuevas, invocando su espíritu para protegerle del mal e
inspirarle en la caza. El Villars (Francia) se conservan nítidas pinturas
rupestres con 20.000 años de antigüedad que acreditan la fascinación que aquel
hombre primitivo sentía ya por el toro.
Existen
también vestigios de la adoración del toro en Egipto faraónico, para proseguir
en Mesopotamia antigua y la Grecia Helenista. Los Romanos sacrificaban toros para
dignificar sus victorias, identificándolos con la virilidad, la fortaleza y la
nobleza.
La razón por
la que se lidian toros y no otro animal hay que buscarla en su contumaz
agresividad y en el poder físico de este animal, lo que supone un reto sólo al alcance
de los hombres más valientes, de los mejor dotados, que no dudan en poner en
juego su vida para acercarse, aunque sólo sea por un instante, a su estatus
divino.
La
veneración del toro ha pervivido hasta nuestros días merced a la Tauromaquia,
que considera al toro un animal único y ritualiza su muerte para honrarle,
preservar su gloria y engrosar su leyenda.
El toro vive
como un dios, es idolatrado por los amantes del toreo, y muere entre la
admiración y el reconocimiento de los intérpretes y estudiosos de este arte
ancestral.
24-Privilegio
de engendrar arte.
La
Tauromaquia es reconocida internacionalmente como una actividad cultural y
artística que debe perpetuarse por su origen milenario y su arraigo popular. En
Francia es reconocida desde 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial, en España
desde tres años después, categoría que representa para la UNESCO ser “el crisol
de nuestra diversidad cultural y su conservación, una garantía de creatividad
permanente”. En el proceso de creación artística, el rol del toro es
preponderante, pues son su bella figura y sus armónicos movimientos el núcleo
que hace posible este arte singular. La conexión entre el toro y el torero es
tan profunda que el maestro Morante de la Puebla asegura que durante la lidia
“Siento al toro como una parte de mi cuerpo”
El toro se
funde con el torero para engendrar belleza. Sus perfiles, su bravura y su valor
se amalgaman para integrarse en una obra de arte única y efímera.
Este rito,
que se perpetúa cada tarde en grandes ciudades y aldeas recónditas de España,
Francia, Portugal e Iberoamérica, es una manifestación cultural de enorme
dimensión, y la sublimación de la relación armónica del hombre con la
naturaleza.
Privilegio:
|
Toro de
lidia:
|
Animales
Domésticos:
|
Animales
Salvajes:
|
Mascotas:
|
Nacer
naturalmente.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
Ser
amamantado por su madre.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
La
sanidad.
|
Sí
|
Sí
|
-
|
Sí
|
Vida
social.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
Individualidad
y reconocimiento.
|
Sí
|
-
|
-
|
Sí
|
Vivir en
entorno paradisiaco.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
No
trabajar.
|
Sí
|
-
|
-
|
Sí
|
Alimento abundante.
|
Sí
|
Sí
|
-
|
Sí
|
Vivir en
libertad.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
Integridad
física.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
No ser
manipulado.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
No ser
domesticado.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
Respeto a
su carácter.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
Claudicar.
|
Sí
|
-
|
-
|
Sí
|
Mantener a
su prole.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
Transmitir
sus genes.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
-
|
Morir
dignamente.
|
Sí
|
-
|
Sí
|
Sí
|
Redimir su
vida.
|
Sí
|
-
|
-
|
-
|
Dorada
jubilación.
|
Sí
|
-
|
-
|
Sí
|
Matar al
hombre.
|
Sí
|
-
|
-
|
-
|
Quedar en
la memoria.
|
Sí
|
-
|
-
|
Sí
|
Entrar en
la leyenda.
|
Sí
|
-
|
-
|
-
|
Ser
considerado un dios.
|
Sí
|
-
|
-
|
-
|
Engendrar
arte.
|
Sí
|
-
|
-
|
-
|
Total
|
24 / 24
|
2 / 24
|
12 / 24
|
8 / 24
|
%
|
100%
|
8%
|
50%
|
33%
|
2 comentarios:
El punto 11 y 12 son muy discutibles porque solo lo cumplen las pocas Ganaderias que no ponen fundas .
El resto lo manipulan y descaradamente con la excusa de las fundas y en cuanto a ser domesticado , todos sabemos que esas mismas ganaderias que los manipulan tambien le quitan su naturaleza salvaje con sus metodos de hacerlos correr y encerrandolos en corrales sin hierbas ...etc que parecen factorias de ganado y no un animal salvaje y en libertad.
Felipe Moreno
Sin duda tiene usted razon, el Toro siempre ha estado manipulado por el hombre, ha pasado desde siempre ya Pepe illo y Costillares vetaron las Casta de Raso del Portillo, Guerrita veto a la Casta Navarra, Joselito a la Vazqueña, en cada epoca cada torero ha tenido sus preferencias vetando a las mas incomodas para su toreo.Por ello el mayor fraude es la manipulacion genetica que ha sufrido el toro a lo largo del tiempo hasta llegar a la situacion actual. Ahora cada vez es menos fiero menos salvaje y mas domestico/domesticado.
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