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miércoles, 25 de noviembre de 2009

El Toro Bravo en el campo

El Toro Bravo en el campo.
Por ALFONSO NAVALÓN.


Introducción

Desde hoy vamos a poner manos a la obra y contar en cada número eso que no ven en las plazas los que pagan dos mil duros por una barrera.

El toro en la plaza es un animal totalmente distinto a la soberbia tranquilidad de verlo pisar el trébol y las margaritas como dueño y señor de la dehesa. Y la fiereza que asusta a los toreros no es nada comparándola cuando un toro se enfada en medio de un cercado. O surgen esas peleas a muerte entre los gallitos de la camada. Sobre todo de noche cuando los bramidos y el chocar de los pitones son como un desgarro dramático de la plaza de los valles.

Vamos a contar historias montaraces desde que nace el becerrito y después de llenar las barriguita de calostros se queda dormido las horas muertas en una solanera, hasta que el viejo semental, con los pitones carcomidos, busque el abrigo de un zarcerón para que lo dejen morir en paz.

Me toca ser ahora el mayoral de este cuadernillo sincero y sentido donde vamos a rendir un homenaje montaraz al verdadero rey de la fiesta. Sin la seria presencia del toro en los ruedos esto sólo sería un circo o un ballet. A veces, a fuerza de atropellar la integridad del toro y de crear sucedáneos mansos cornigachos, esto no es más que una bufonada para públicos frívolos o ignorantes. Pero eso no nos importa ahora.

Vamos a entrar en la entraña de la vida del toro y de la vaca. Quizá alguno piense que ahora que vivo en el campo constantemente, es el mejor momento para escribir de estas cosas, pero a veces la rutina resta grandeza a lo que estas haciendo.

A veces también la distancia y las nostalgia te hacen ver las cosas más cercanas y mas reales que cuando estás encima. Pasa un poco como con un gran amor a distancia. Que el sueño es más bonito que la realidad.

Del toro en el campo están escribiendo muchos que ni conocen el toro ni el campo. Y a lo mejor cambiando la admiración por la sabiduría le sale más bonito que a los que nos han nacido los dientes ahijando y desahijando, pero ahí queda el reto. Vamos a entrar en las parcelas privadas del toro bravo, Y vamos a entrar con cariño y con respeto.


EL REY DEL CAMPO.
Capitulo Primero


No te cruces nunca en la querencia natural del toro, porque te llevará por delante aunque no tenga intención de embestir. Cuando una vaca recién parida anda buscando el becerro que dejó escondido entre unas matas, trata de encontrarlo sin que ella se dé cuenta. Si la vaca se entera que buscas la cría inmediatamente empecerá a caminar en sentido opuesto, fingiendo que tiene la cría escondida en el sitio contrario donde está.

No se te ocurra separar o pegarle a un semental cuando está cubriendo una vaca porque despertarás en él un odio concreto hacia ti y tratará de vengarse en la primera ocasión que se presente. A veces se le pasa y se olvida después de unos días. Otras, la fijación del odio será tan obsesiva, que te perseguirá mientras viva. Y solo a ti, aunque vayas en un grupo el semental despreciará todos los demás y se irá directamente a por quien le moleste.

Cuando vayas a marcar un becerro en el campo lo primero que debes hacer es taparle la boca para que no berree. Si no lo haces, la madre vendrá hecha una fiera, aunque esté muy lejos y date por cogido.

Cuando llega el Verano y el Otoño se separan los sementales de las vacas para que descanse. Suelen quitarse el día de Santiago, 25 de julio, y se le vuelve a echar a primeros de enero o el día de la Virgen de las Candelas. Ocho días antes de Santiago y sin que los mande nadie los sementales buscan la portera para que les abran. Saben mejor que ningún calendario cuando llega el día del descanso. O será que como muchos maridos, están tan hartos de sus mujeres, que buscan una disculpa para quitarse de en medio y tomarse un respiro.

En cambio, ocho días antes de las Candelas ya está el toro semental pidiendo que le abran las porteras para irse a cubrir las vacas.

Antiguamente cuando una vaca se espaldillaba, quiero decir, cuando sufría un desgarro muscular o se dislocaba en la paletilla o en la cadera, o se le salía un hueso de su sitio, se la obligaba a entrar en una charca honda o atravesar un caozo para que nadara un rato. Al nadar, el músculo o el hueso volvía a su sitio y el animal salía curado de la charca sin avisar ni molestar al veterinario.

Si al caballo le roza la cincha y se le hace una herida, échale sal y vinagre o manteca, bien cubierta la herida para que no le anden las moscas. Y no se te ocurra como algunos ponerle un trapo en el mullico. Déjale ocho días sin montar y con la herida al aire para que cicatrice antes.
Cuando pare una vaca en un corral donde hay muchas, hay que tener cuidado especial. Hay veces que en los barullos de las vacunaciones, cuando no acabas en la tarde y tienes que quedar en el corral con veinte o treinta para terminar al día siguiente, se han dado casos de parir una vaca. Hay que saca el becerro inmediatamente y no solo por el riesgo que lo pateen los demás o que le den una cornada. Hay que sacar a la madre y a la cría para que la lama. Si una vaca no lame a la cría y se encariña con ella lejos de criarla la abandona, lo primero que debe hacer un buen ganadero es cerciorarse que el becerro está bien lamido. Su madre, aunque esté flaca y vieja ya no lo abandonará nunca.

Podríamos estar hasta mañana contando estas cosas del campo. El viejo oficio de vaquero es algo sumamente sencillo cuando el sujeto se ha criado entre ganado y conoce los secretos del campo. Y tan difícil, que ningún extraño podrá entender esos misterios y esos secretos que encierra cada animal a cada hora del día y en cada época del año. En invierno es sencillísimo dominar un ciento de vacas simplemente llevando un saco de pienso al hombro. Las llevaras donde quieras. En verano, cuando están gordas y gozalonas, necesitas otras habilidades para manejarlas sin que peguen una estampida y te lleven por delante.


El Semental: El modo de elegirlo.
Capitulo segundo


Lógicamente, esta serie dedicada a la vida del toro bravo debería iniciarse con el nacimiento de los becerros. Pero es todavía más lógico considerar que sin semental no puede haber becerros ni existir la ganadería. Para llegar a ese acto fugaz de la cubrición de la vaca hacen falta muchas horas de selección en las que el ganadero debe tener presentes muchas cosas decisivas. Para empezar, hay que elegir entre los candidatos los que tengan unas condiciones especiales antes de meterlos a probar en la plaza. El macho debe tener buenas hechuras, cuello largo, pitones armónicos, pata corta, lomo recto que no sea silleto y sobre todo finura en la penca del rabo, el hocico, las pezuñas y una serie de detalles más, para completar está luego el tipo de la ganadería, donde por ejemplo un macho con badana es inconcebible en la línea Graciliano pero puede disculparse en algunas ganaderías de Parladé, donde al tratarse de una casta "fría" que va a mas, hay toros bastos que envisten muy bien. Pero esto son excepciones en casos de familias o reatas buenas y muy fijadas que dan bien, aunque no sean bonitos.

Después de elegido el tipo hay que irse a los libros. Mirar la parentela y las notas de sus antepasados. Se me dirá que esto debe ser lo primero, pero mal se puede elegir un semental con malas hechuras que lógicamente trasmitirá a sus hijos. Malamente pueden embestir bien los hijos de un toro corto de cuello, levantado y alto de agujas, por muy buena nota que tengan padres o abuelos. Normalmente los hijos de buenas reatas suelen ser prototipos y tener formas armónicas. Pero los misterios del salto a tras dan a veces sorpresas desagradables. Después en el campo hay que observar día a día el comportamiento y el carácter. Un futuro semental no debe ser brusco, ni alborotador, ni espantadizo. El bueno es el que pasa desapercibido porque tiene costumbres normales y es muy importante fijarse en los andares cuando va calmado o en la forma de correr cuando se les obliga a hacerlo.

Los andares son muy significativos y revelan detalles importantes de su manera de ser y de lo que llevan dentro. Un novillo de andares pausados, seguros, casi majestuosos, es ya una nota alta en cuanto a carácter, si además toma las porteras sin recelo y para colmo es fácil de manejar en los apartados, hay muchas posibilidades de estar ante una fuente de nobleza. Hay que fijarse también en la forma de ir al pienso y si al comer va a lo suyo y no se dedica a importunar a los otros recorriendo cuatro o cinco morriles.

También en la observación del pienso se nota si es un animal sano y "agradecido" que va aumentando y creciendo de forma razonable. Esto es muy importante. Un futuro semental debe ser sano y fuerte. Los que "no hacen" seguramente tendrán también crías poco agradecidas. Poco "mantenidas", que se dice, porque dentro de una misma ganadería y en la misma camada se dan animales que comiendo lo mismo unos desarrollan y otros se quedan atrasados.
Los pitones requieren una atención especial. Hay que huir de los erales excesivamente cornicortos o brochos, tanto como de los destartalados. Un semental brocho, gacho o cornicorto, puede cerrarte las puertas a las plazas serias, donde están los grandes éxitos y el buen dinero. Echar una camada pobre de cabeza es resignarse de antemano a lidiar en plazas de segunda o tercera. Los pitones deben estar colocados de tal forma que tengan seriedad sin aterrorizar a los sensibles apoderados que todos le parecen "agresivos", ni tan cómodos que despierten la indiferencia del publico el rechazo de los veterinarios. Últimamente hay que tener un cuidado especial en esto de las cornamentas. Por una serie de razones, como puede ser la falta de calcio o de sales en las fincas o en la alimentación, se dan casos de fragilidad en las astas, siendo frecuentes los escobillados o roturas de las puntas cuando rematan en cualquier parte. Un toro normal y bien armado debe sacar virutas de los burladeros sin que se lastime el pitón.

Luego esta la historia esa del hormiguillo, una especie de polilla o carcoma que hace desmoronarse las puntas hasta quedar mogón y por lo tanto ya no sirven mas que para rejones o festivales. Lo malo del hormiguillo es que se transmite y se contagia con facilidad y tiene muy mal remedio. O por lo menos un remedio a largo plazo muy latoso.

Tomadas esta serie de medidas preliminares vamos a apartar los tres o cuatro erales de mejores hechuras y llevarlos a la plaza donde se hará la prueba definitiva. Ya han aprobado la "educación física". Están bien hechos y sanos. Ahora vamos a ver lo que llevan dentro. A ver cómo reaccionan en la plaza cuando se sienten solos y los llama el picador.








1 comentario:

Ignacio SM dijo...

Excelente iniciativa la vuestra.
Enhorabuena por este sitio