HISTORIA DE LA PRENSA TAURINA DESDE FINALES DEL XVIII A NUESTROS DIAS
(Capítulo I)
INTRODUCCIÓN
Por El Zubi
Iniciamos hoy
una serie de reportajes sobre la Historia de la Prensa Taurina en España, con
la intención de desenterrar del pasado todas esas cabeceras periodísticas que
duermen indolentemente en el olvido de la historia y de los aficionados desde
hace varios siglos. Del mismo modo nos proponemos rendir un emocionado homenaje
a esos valeroso periodistas, grandes aficionados a la Fiesta, que desde finales
del siglo XVIII hasta nuestros días, han ido escribiendo día a día en sus
periódicos y revistas, la historia de lo
acontecido en las Plazas de Toros de España: desde “Un Curioso” del Diario
Madrid, pasando por firmas como Don Modesto, Don Pío, o Sobaquillo, hasta
K-Hito, Gregorio Corrochano, Vicente Zabala y Joaquín Vidal, ya en nuestros
días. Veremos cabeceras como El Clarín, El Enano, Antón Perulero, El Tío
Jindama, La Lidia, Dígame o El Ruedo y
otras muchas. Todas ellas nacidas, como
La Montera de Ladis, de manera altruista por el impulso y la gran afición de personas, con nombre y apellidos, que en
la mayoría de los casos arriesgaron sus economías familiares en aras de la
afición a nuestra Fiesta y por vivir la apasionante aventura del periodismo
escrito.
Veremos como
ha evolucionado los medios de comunicación: la radio y la televisión en un
siglo. En este aspecto veremos las huellas de grandes monstruos como Matías
Prats, Rafael Campos de España y muchos otros, así como Mariví Romero o Manolo
Molés, que se convirtieron en unos pioneros en televisión y ahora en nuestros
tiempos, en auténticas estrellas tan valoradas y criticadas como los propios
toreros.
Tampoco podemos olvidar los nuevos tiempos de
la crítica taurina condicionada y alentada por la irrupción de las nuevas
tecnologías informáticas. Me refiero a Internet y los críticos taurinos
internautas: las web y los blogs
taurinos, entre ellos este que usted está leyendo hoy Larga Cordobesa
que se han convertido en auténticos medios de comunicación, verdaderas revistas
de información taurina, consultables las 24 horas del día, con la capacidad de
ser medios interactivos, que establecen comunicación de ida y vuelta, entre el
lector y el crítico.
HISTORIA DE LA PRENSA TAURINA DESDE FINALES DEL XVIII A NUESTROS DIAS
(Capítulo II)
“LA
PREHISTORIA DE LA PRENSA ESPECIALIZADA”
Por El Zubi
El origen de
la prensa taurina hay que buscarlo en el “Diario de Madrid”. Fue un 20 de junio
de 1793 cuando se publicó por primera vez
una revista de toros. Era una especie de separata dentro del periódico
mencionado en la que se informaba de manera monográfica, de la cuarta corrida
de Feria celebrada el 17 de junio del año citado en la Plaza de Toros de la
Puerta de Alcalá, a beneficio de los Reales Hospitales. Aquel día se lidiaron 6
toros por la mañana y 12 por la tarde, estoqueados por los hermanos Pedro, José
y Antonio Romero. Todo este trabajo periodístico iba firmado bajo el seudónimo
de “Un Curioso”. Nunca se supo a ciencia cierta quien se escondía detrás de ese
seudónimo y sin proponérselo, implantó la costumbre entre los revisteros
taurinos de esconderse tras la firma de sus seudónimos. Lo cierto es que la
publicación tuvo una gran acogida entre los lectores madrileños, ávidos siempre
de lectura de periódicos y más aun si esta se refería a hechos ocurridos en la
Plaza de Toros de Madrid. A partir de esta fecha el “Diario Madrid” siguió
incluyendo de manera asidua la reseña
informativa de las corridas que se celebraban en la capital. La idea fue
copiada por los demás periódicos capitalinos y dio pie a que se iniciase una
nueva era en la Historia del Periodismo español, pues comienzan a darse los primeros pasos de
lo que se ha dado en llamar la “prensa especializada”.
La primera
publicación de carácter exclusivamente taurino vio la luz en 1819 y se titulaba
“Estado que manifiesta las particularidades ocurridas en esta corrida”. Esa
era, digamos, la cabecera y la marca de la revista y salía a la calle al día
siguiente del acontecimiento taurino sucedido en Madrid. Llegaron a salir
catorce números de esta publicación.
En 1820
aparece otra revista taurina que tuvo vida efímera: “Cartel de Toros” era su
cabecera y no se conoce ninguna otra publicación de este tipo hasta que en 1845
que sale “El Toro, colección de
biografías y retratos de los más célebres lidiadores”, que naturalmente no
tenía un carácter informativo inmediato a los hechos acontecidos, sino que era
una publicación sobre tauromaquia y sobre toreros. De 1847 es otra publicación
llamada “La Flor de la Canela”.
En Sevilla
también sentían las mismas inquietudes periodísticas taurinas que en la capital
de España, pues en 1849 José Velázquez y Sánchez bajo el seudónimo de “Don
Clarencio”, saca la famosa publicación “Cartas Tauromáquicas” que tuvo un éxito
arrollador entre el público y abrió nuevos caminos en este tipo de prensa, ya
que se recoge en ella reseñas periodísticas en verso de las corridas celebradas
en la Maestranza sevillana. Estuvo publicándose durante 20 años hasta
1869. También en esta ciudad andaluza
salió en 1848 otra buena revista taurina “La Tauromaquia”, que si bien tuvo una
corta vida, marcó de manera contundente
un modelo ya de revista especializada en toros. Su creación fue iniciativa
de Manuel María de Santa Ana, que fue su
fundador, regente y redactor.
En Madrid en
1850 sale un periódico que se hizo famoso pronto: “El Clarín”, cuya marca decía
“Periódico taurómaco, bullicioso y retozón...”. Tenia periodicidad semanal con
salida los miércoles y duró sólo un año. Lo fundó y dirigió Joaquín Simán,
amigo apasionado del entonces famoso torero Juan León. Estos años en la capital
de España era un hervidero de periódicos y revistas. Estamos en lo que en la
Historia del Periodismo español se vino en llamar “Periodismo Ideológico y de
Opinión” referido claro está a la política, pero que tuvo su influencia en todo
lo referente a lo taurino. En sus contenidos predominaba la opinión a la
información y formaban parte de esa historia apasionante y disparatada que fue
el siglo XIX español, en que lo taurino se daba la mano con lo político y
viceversa.
En 1851
aparece en Madrid un periódico taurino que vino a suceder a “El Clarín” tras su
desaparición y que tendrá una longeva vida: la cabecera era “El Enano” y en su
marca rezaba: “Periódico picante, burlón y pendenciero”. Era predominantemente
de contenido taurino aunque también daba cabida a la crítica teatral, modas y
costumbres, chismes, poesías... y sobretodo a las loterías. Tanta importancia
le fue dando a estos últimos contenidos relacionados a las apuestas al azar,
que en 1858, cuando iba ya por el número 394 cambia de cabecera para llamarse
“Boletín de Loterías y Toros” y así se
estuvo llamando hasta 1887 en que en el número 1.781 vuelve a adoptar la
cabecera anterior de nuevo: “El Enano”, volviendo a prestarle su máxima
atención a los toros. El alma de este gran periódico fue José Carmona y Jiménez
que compró la cabecera a Joaquín Simán y Manuel López Azcutia, sus antiguos propietarios.
En 1885, a la muerte de Carmona, le sucede
Jiménez Pastor que retoca la cabecera llamándole “El Enano de Madrid”.
En 1867 sale
otro periódico taurino de gran repercusión: “El Mengue”, cuyo redactor y
director fue Mariano Garismán Blanco que firmaba bajo el seudónimo de
“Mariané”. El periódico usaba un lenguaje duro, audaz y a veces hasta violento,
pero lo hacía con inteligencia y gracia. Criticaba el toreo de adornos y
filigranas, de recortes y quiebros. Esta era la época en que había una apasionante
rivalidad en la afición entre los partidarios de El Tato y los de El Gordito.
En estos años
Madrid supera de manera abismal al resto de España en cantidad y calidad de periódicos y semanarios taurinos. No
obstante hay que resaltar que en Sevilla y Cádiz había en estos años algunas
importantes publicaciones que vale la pena reseñar. En Sevilla se publicaba
“Cartas de Don Florencio” de Policarpo Cantaclaro, que no era otra cosa que una
mera imitación de las “Cartas Taurómacas” de Velázquez y Sánchez anteriormente
citado. En Cádiz se publicaba por estos años (1875) “El Chiclanero. Revista
Taurina”. En esa ciudad andaluza unos años antes (1852) se publicaban varias
cabeceras taurinas de renombre en la zona “El Látigo”, y otras como “Cartas
Taurómacas”, “El Criticón” (1856) y “Antón Perulero” (1864). En Barcelona por
ejemplo, la primera revista taurina no apareció hasta 1852 y su nombre era “La
Lid”, que por cierto duró bien poco. En 1863 salió otra publicación que se
llamaba “Fra-Diávolo”.
En Madrid
alcanzaron notoriedad “El Tábano” fundado en 1870 por José Santa Coloma, que
firmaba con el seudónimo de “Pilatos” y estuvo en la calle durante 11 años. Hay
que decir que este tal “Pilatos” fue mejor aficionado que escritor ya que sus
escritos dejaban mucho que desear en cuanto a calidad literaria. “El Tío
Jindama” fue una revista taurina muy popular y de larga vida que vio la
luz en 1879. Por estos años del siglo
XIX sale a la luz la mejor revista de
toda esta época y que abre nuevos caminos para el futuro de la prensa taurina
por su calidad en la edición y en sus cuidados contenidos. Fue el espejo en el
que se mirará toda la prensa taurina del siguiente siglo. Me refiero a “La
Lidia”, editada por Julián Palacios, que
tuvo la habilidad de introducir los más sofisticados medios técnicos de
imprenta que había en esos años y todas las mejoras registradas en las artes
gráficas y que perdurarían ya hasta bien pasada la mitad del siglo XX. Fue sin lugar a dudas el mejor periódico de
la época por su calidad en el papel y su
cuidada edición. Introdujo por primera vez en una publicación periódica el
color, y publicó en el transcurso de su larga vida una colección de estampas
con escenas taurinas a color que desde entonces han sido objeto de la
especulación entre coleccionistas de diferentes siglos. Por este periódico
pasaron las firmas más acreditadas: colaboraciones de escritores taurinos
afamados, revisteros, aficionados y verdaderos eruditos y maestros como:
Carmena y Millán, el Doctor Thebussem, Sánchez de Neira, Pascual Millán, Martos
Jiménez alias “Alegrías”, Peña y Goñi, Mariano de Cavia que era conocido por el
seudónimo de “Sobaquillo”... A raíz de estos adelantos tecnológicos referentes
a las artes gráficas, comienza a evolucionar también el cartel taurino, que va
a ser sin duda un reflejo del diseño gráfico e industrial de cada época.
La historia
del toreo de estos años va íntimamente ligada a la historia del periódico “La
Lidia”, y otras muchas publicaciones,
aprovechando el tirón de este magnífico medio de comunicación y de los
adelantos técnicos en cuanto a artes gráficas se refiere, salen a la calle en
busca de nuevos públicos con otras cabeceras. Unos son diarios y otros de
carácter semanal: “El Arte de la Lidia” (1833), “La Nueva Lidia” (1884), “Pan y
Toros” (1896). En Sevilla corren los mismos aires que en Madrid. Allí salen a
la calle “El Arte Taurino” (1896), “El Arte Andaluz” (1894). Pero sin duda,
ninguna de estas publicaciones logra la vida dilatada y el prestigio y calidad
de “La Lidia”, que tras su muerte, reapareció de nuevo en 1914 en su segunda
etapa, con el mismo empuje y el mismo prestigio que en la primera.
Aprovechando
los adelantos técnicos de fotograbado e imprenta a finales del siglo XIX sale
una importante revista: “Sol y Sombra” (1897), que cobijó entre sus páginas a
escritores como Guillén Sotelo que firmaba con el seudónimo de “El Bachiller
González de Ribera”, o revisteros como Eduardo Rebollo alias “El Tío Campanita”, incorporando además
ya algo nuevo en la Historia del Periodismo español, que es la creación de
corresponsalías en Sevilla y Barcelona. Sus dueños eran los Carrión y se
mantuvo en la calle durante 20 años sin decaer, y cuando lo hizo, aún tuvo una
segunda época bajo la dirección de Valentín Bejarano, gran escritor taurino,
hasta que con la muerte de este en 1940 murió con él la afamada revista. Este
fue el final de esta primera etapa del periodismo taurino, que dará paso a la
siguiente en la que las grandes cabeceras dejarán de tener protagonismo para
dárselo a las firmas de los periodistas de diarios de información general que
incorporaron sus estafetas taurinas entre sus columnas. Una época sin duda
apasionante desde el punto de vista periodístico e histórico.
HISTORIA DE LA PRENSA TAURINA DESDE FINALES DEL XVIII A NUESTROS DIAS
(Capítulo III)
LAS GRANDES FIRMAS DE
PRINCIPIOS DEL SIGLO XX CONSOLIDAN UN NUEVO GÉNERO PERIODISTICO: LA CRONICA TAURINA
Por El Zubi
Pasan los años
y la fiebre periodística taurina decrece tanto en Madrid como en el resto de
España. Lo cierto es que la actividad taurina iba ya siendo reflejada en la
prensa diaria, en los periódicos de información general, en los que la
información taurina ya comenzaba a tratarse diariamente con tanta importancia
como cualquier otra materia. Es esta época, finales del siglo XIX y principios
del XX, en la que la Historia del
Periodismo español marca una nueva etapa, pues se pasa del “periodismo
ideológico y de Opinión” a lo que
entendemos actualmente como “periodismo de información”. Como es natural
las revistas especializadas de tema taurino están ya sobradamente consolidadas
en el mercado, con un público acérrimo que buscaba en este tipo de prensa
especializada su información predilecta. Esta es la época también en la que
proliferan otro tipo de revistas especializadas, literarias o de poesía, las
revistas de moda y costumbres, el antecedente de la “prensa rosa o del
corazón”, que en España, a diferencia con otros países (Inglaterra o Francia),
salió fuera de los periódicos diarios y siempre tuvieron su propia
independencia como medio de comunicación y género periodístico propio.
Ya desde el
primer tercio del siglo XIX surgen grandes firmas taurinas que picotean no sólo
en las columnas de los periódicos diarios sino también en las revistas y
semanarios taurinos que comenzaron a proliferar. Este es el caso de escritores
como Santos López Peregrín conocido por su seudónimo “Abenamar”, coetáneo del
gran torero de Chiclana Francisco Montes
“Paquiro”, que como saben reinventó la Fiesta de los Toros para la modernidad.
“Abenamar” escribió en El Mundo (hacia 1836), El Correo Nacional (1838) y sobre
todo fue el redactor de “La Tauromaquia” del celebre Paquiro. A “Abenamar” se
debe haber sentado las bases de la crónica taurina moderna. También sonaba en
aquellos años Serafín Estébanez Calderón alias “El Solitario” que escribía en
El Corresponsal. Pero la principal figura periodística del momento fue el
célebre Mariano de Cavia que firmaba con
el seudónimo de “Sobaquillo”. Fue sin
duda un escritor agudo, culto y de sólida pluma. Cultivó la sátira y el chiste
de manera paralela con los toros y la política, y mezclaba así los dos temas
que tan de la mano han ido siempre en la historia de esta España nuestra. Escribió
mucho en las revistas taurinas y en “El Imparcial” especialmente, periódico en
el que gozaba de gran reputación. A estos interesantes años corresponden firmas
como las de José de Laserna alias “Aficiones”, Eduardo de Palacio
“Sentimientos”, que escribía sus crónicas taurinas en caló, con una gracia, un
desparpajo y espíritu burlón que hacia
las delicias de sus lectores, que esperaban con ansiedad la salida de sus
crónicas.
Una concepción
nueva de la revista taurina la implantó un ingenioso revistero taurino que
firmaba con el seudónimo de “Don Modesto”, de nombre José de la Loma y Milego,
que se hizo célebre desde las columnas del diario El Liberal hacia 1890, por la
manera tan personal con que enfocaba sus crónicas taurinas. Esta etapa
periodística en España, coincide con el movimiento impresionista en Europa y
sin duda esta tendencia artística influyó en la manera de concebir el
periodismo, pues Don Modesto hacía unas crónicas taurinas absolutamente
“impresionistas”, escogiendo para ello los momentos más expresivos del suceso
en sus relatos, con anécdotas, detalles y amenidades que daban a sus escritos
una expresión personal extraordinaria. Los toreros que esos días ocupaban las
páginas de periódicos y revistas eran
Ricardo Torres “Bombita” y el cordobés Machaquito, por la rivalidad que
existió entre ellos en los ruedos, y luego entre Bombita y Gallito, rivalidad
de la que salió victorioso siempre el diestro del Gelves que prácticamente
retiró de los ruedos al de Tomares. A Don Modesto se deben multitud de frases
graciosas y los apodos ingeniosos que les caían a los toreros en sus crónicas
“hiperbólicas”. Llamaba “Papa” del toreo a Ricardo Torres Bombita, “Cardenal
secretario” a Machaquito, “Papa negro” al padre de los Bienvenida, “Emperador”
a Joselito y “Recomendado” a Guerrita, y otras
veces al Califa de Córdoba “Mozo de espada” del torero de Gelves. Puso
de moda el “ascensor” (una novedad en aquellos años) de la casa de Vicente
Pastor. Estuvo escribiendo hasta 1915 con el advenimiento de Joselito y Belmonte.
Alejandro
Pérez Lugín firmaba con el seudónimo de “Don Pío”, y hacía sus crónicas en La
Tribuna. Al ser un apasionado “gallista” chocaba con frecuencia con los gustos
de su oponente periodístico “Don Modesto”, creándose gran rivalidad entre los periódicos en los que ambos periodistas
trabajaban. Esta rivalidad era seguida con pasión por los lectores y hacía que
las ventas de ambos diarios subieran como la espuma. “Don Pío” hacía unas
crónicas absolutamente “hiperbólicas” utilizando palabras y frases gallegas
(siendo como era más madrileño que
“Cascorro”), que resultaban muy graciosas al ser utilizadas para comentar
hechos taurinos. Todos pensaban que era paisano del célebre torero gallego
“Celita” por sus celebres vocablos: “Ey carballeira” y “Arrengote lemo”. Hay
que decir que Alejandro Pérez Lugín era sordo como una tapia, gordo y barbudo,
licenciado en Derecho e incluso comenzó a ejercer de este oficio como fiscal
acusador municipal hasta que comprendió que no era ese su oficio sino el de periodista.
Cronista ameno, desenvuelto y fácil, “gallista” hasta la enfermedad, tanto que
sus artículos defendiendo el magistral toreo de Rafael y José levantaron
continuas polémicas con “Don Modesto” de El Imparcial, que a la postre beneficiaron a la Fiesta y a
los periódicos para los que ambos revisteros trabajaban. Escribió famosas
novelas que lo cubrieron de gloria y de billetes: “La Casa de Troya”, “Currito
de la Cruz”, novela ésta última de tanto éxito que el Ayuntamiento de Sevilla
le nombró hijo adoptivo de la ciudad. Escribió su famoso “Ki-ki-ri-kí”, canto
dedicado a Rafael El Gallo y él fue el que bautizó al genial torero sevillano
con el apelativo de “Divino calvo”. Pasó
por la redacción de muchos periódicos: El Pensamiento Galaico, El Globo, El Correo,
El Mundo, España Nueva, La Mañana, La Tribuna, Hoy, La Libertad, El Liberal,
Heraldo de Madrid y El Debate, siempre como periodista taurino, con crónicas
repletas de gracia y humorismo que eran el deleite de sus lectores.
Periodista de
fama fue Enrique Quirós “Rubores” a quien el maestro Marquina le dedicó su
famoso pasodoble “Rubores”. Era capitán de Infantería aunque se dedicó al
periodismo escribiendo de toros en La Correspondencia Militar y en El Radical.
Fundó y dirigió varios semanarios taurinos en Madrid.
Antonio Asenjo
“Niscuito” fue otro revistero madrileño de gran éxito. Fue también autor
teatral pues estrenó cerca de un centenar de sainetes y comedias en la capital
de España. Terminó sus días como director de la Hemeroteca Municipal de Madrid.
Su principal ocupación profesional y la que le dio fama y prestigio, fue como
cronista taurino del diario El País.
Otro
periodista taurino de importancia en esos años fue Manuel Serrano García Vao
“Dulzuras”, seudónimo que se puso porque desde muy joven y durante bastantes
años trabajo como aprendiz y dependiente en una confitería de Madrid. Trabajó
en la redacción de El Enano. Compró el semanario taurino El Tío Jindama y en
1903 Suárez de Figueroa se lo llevó al Diario Universal donde adquirió gran prestigio
durante un lustro. De ahí pasó a El Mundo y más tarde entró en ABC donde
permaneció hasta su muerte. Dirigió la revista Los Toros que durante 1909 y
1910 cautivó a los aficionados, llevando también las secciones taurinas de
Blanco y Negro y Actualidades, ambas publicaciones de la empresa Prensa
Española. Comenzó a escribir el anuario estadístico famoso Toros y Toreros, que
a su muerte continuaron “Recortes” (Bruno del Amo), “Marcelo” (Marcelino
Alvarez), “Uno al Sesgo” (Tomás Orts), “Don Ventura” (Ventura Bagües) y en su
última época “Don Luis” (Luis Uriarte). Era partidario de Bombita y Machaquito,
y tan trabajador incansable que acabo loco en el manicomio.
Hay dos
periodistas taurinos que eran militares
también y que en el 36 murieron fusilados en Paracuellos del Jarama: Fernando
Sillis “Claridades” y José Casado Pardo “Don Pepe”. “Claridades” fue un “belmontista” empedernido
y claro defensor del toreo del cordobés Machaquito. Escribió en El Mundo y era
periodista de recio temperamento, muy polemista al no tener pelos en la lengua
para expresar sus sentimientos y opiniones. Escribió el libro “Machaquito, el
torero de la emoción” que puso en armas a los seguidores de Vicente Pastor. Le
gustaba y sabía torear, cosa que hacía en Festivales y tentaderos.
“Don Pepe” se
hizo muy popular en las columnas del diario El Debate y El Día, y en las revistas ilustradas Arte
Taurino y Palmas y Pitos está última fundada por él junto al caricaturista
Karicato. Fundó el periódico taurino El Toro. Era vallisoletano y escribió
varias obras teatrales y algunas zarzuelas de éxito como “El Soldado de Cuota”.
Eduardo Muñoz
“N.N.”, sustituyó en El Imparcial a Mariano de Cavia “Sobaquillo”. Fue
formidable escritor y periodista madrileño de adopción, se le consideraba
cordobés, pero en realidad nació en Jaén. Trabajó como jefe de la sección
taurina en El Globo donde firmaba con el seudónimo de “El Chiquito”. Periodista
muy documentado, fue muy conocedor del mundo del toro y sentía especial
predilección por los toreros de Córdoba. En cierta ocasión estuvo a punto de
matar de un tiro en la cabeza al torero Vicente Pastor en el transcurso de una
cacería. Tanto susto pasó por el incidente que le prometió al torero no hablar
mal de él nunca más aunque sus actuaciones fueran desastrosas en las plazas.
A su muerte le
sucedió en El Imparcial el periodista Joaquín López-Barbadillo y
González–Hontoria, que era nacido en Sanlúcar de Barrameda y firmaba sus
crónicas con su nombre y sus cuatro apabullantes apellidos. Escribía unas crónicas taurinas
brillantísimas y reveladoras de conocer a fondo el toreo en sus distintas
manifestaciones. Hombre jovial y
dicharachero murió muy joven y su muerte fue muy sentida ya que su estilo
literario estaba marcando ya la modernidad de la crónica taurina. En estos años
en La Correspondencia de España aparece la firma brillante de “Tinito”
seudónimo de Agustín R. Bonat hombre simpático, algo obeso, de buen color,
bigote espeso de guías hacia arriba, muy de moda en 1900. Fue escritor
ingenioso que comenzó en El Globo pasando después al Nuevo Mundo. Sus crónicas
eran magistrales y han quedado para siempre en El Imparcial, La Acción y Diario
Universal.
Por último, no
podemos olvidar a Angel Caamaño “El Barquero” del Heraldo de Madrid. Dirigió la
revista El Toreo Cómico (1888) que fue donde empezó su carrera. Pasó por El
Enano. En su primera juventud tuvo varias profesiones en las artes gráficas, aunque quiso ser actor
y torero (con el sobrenombre de El Conejo), pero fracasó en ambos oficios.
Escribió numerosas obras de teatro, algunas de mucho éxito pero donde conoció
el éxito fue en su estafeta taurina de
El Heraldo. Correcto y fácil versificador, dejó una gran estela de periodista y
escritor. No podemos terminar esta época sin citar al menos a los críticos: el
Tío Campanita, Uno al Sesgo, Corinto y Oro, Curro Castañares, Ginés Carrión,
Don Ventura, Don Criterio y Don Quijote, que formaron una brillante pléyade de
periodistas taurinos en el primer cuarto del siglo XX español.
HISTORIA DE LA PRENSA TAURINA DESDE FINALES DEL XVIII A NUESTROS DIAS
(Capítulo IV)
EL PERIODISMO TAURINO
ANTES DE LA GUERRA CIVIL: DE LA EDAD DE
ORO A LA DECADENCIA
Por El Zubi
En la segunda
década del siglo XX se disipa el romanticismo aventurero del periodismo para
dar paso a publicaciones sólidas y consolidadas, así como la instalación con su
espacio fijo de las estafetas taurinas en los periódicos diarios. Esta etapa
recoge la transición entre la “edad de oro” del toreo y la etapa de la
“decadencia del toro”, surgida por el lamentable estado en que quedó la cabaña
ganadera de resultas de la Guerra Civil española. Unos años, la década de los
cuarenta, que trae además consigo una de las mayores lacras de la Fiesta: el
afeitado de los toros, una enfermedad
que aun perdura en nuestros días.
Entre 1920 y 1930 destaca en este género
periodístico que nos ocupa la brillante y gigantesca personalidad de Gregorio
Corrochano, que ocupó en 1914 en ABC el hueco dejado por “Dulzuras” a su
muerte, y que va a imponer un estilo literario a la crítica taurina más
refinado y moderno. Fue Corrochano un brillante periodista, escritor y crítico
taurino, sin lugar a dudas, el más rotundo del siglo XX, que ganó su prestigio
día a día, crónica a crónica, ensayo a ensayo, con sabiduría, sensatez,
prudencia y profundos conocimientos. Consiguió lo que aun ningún periodista
taurino había conseguido hasta entonces: ganarse el respeto y la consideración
unánime de todo el mundo taurino incluidos toreros, apoderados, empresarios y
lo más importante, la consideración de la afición. Gregorio Corrochano comenzó su quehacer
profesional en la llamada “edad de oro del toreo”, la época de la competencia
entre Juan Belmonte y Joselito El Gallo. Desde un principio este extraordinario
periodista utilizó títulos y calificativos elocuentes, definitivos y llenos de
expresión, que han pasado a la historia de la Tauromaquia, como aquel con el
que bautizó a Cayetano Ordoñez “Niño de
la Palma”, que lo inmortalizó: “Es de Ronda y se llama Cayetano”. Incluso llegó
a polemizar sobre toros con el Nobel de Literatura norteamericano, Ernest
Hemingway, que por Nobel, fue muy atrevido a la hora de opinar y escribir de un
tema tan difícil y complicado como es el taurino, cayendo en ocasiones en
tremendos errores. Amigo personal tanto de Belmonte como de Joselito,
Corrochano siempre se sintió atraído por la personalidad del primero, aunque le
toco vivir muy de cerca la gran tragedia de Talavera, sobre la que,
dolorosamente, tuvo que escribir la
crónica de una muerte trágica de primera mano. Fue Corrochano la última persona
con la que el diestro de Gelves habló antes de su muerte para comunicarle, que
le parecía que el toro “Bailaor” era burriciego, toro que minutos después le
quitaría la vida de manera violenta a Joselito.
Gregorio
Corrochano dejó un hueco en el periodismo taurino que quedará
permanentemente abierto, y una extensa y
valiosa obra literaria reflejada en todos sus artículos y numerosos ensayos
taurinos, sobre todo sus ensayos sobre las diferentes Tauromaquias.
Coetáneo de
Gregorio Corrochano fue otro famoso
periodista, Cesar Jalón que firmaba sus crónicas con el seudónimo de “Clarito”.
Cesar Jalón llevó durante más de cincuenta años una brillante y fecunda carrera
literaria como cronista taurina. Testigo
de sucesivas épocas del toreo, vivió el éxito y tragedia de Joselito, la
trayectoria de Belmonte, desde Manolete hasta Antonio Ordoñez o El Cordobés,
que todavía alcanzó a “Clarito” al pie del cañón, como cronista a pesar de su
avanzada edad. Publicó muchas e importantes obras literarias de tema taurino,
tal vez la más interesante y valiosa sus “Memorias de Clarito”, publicada en
1972 y que viene a ser un interesante compendio de toda la historia de la
Fiesta de los Toros de su tiempo. Cesar Jalón
comenzó a trabajar como empleado de Correos, y por avatares de la vida y
de la política, incluso llegó a ser ministro de este ramo durante la II
República. Comenzó su carrera periodística en el semanario “The Kon Leche” que
editaba Juan Alvarez “Kurro Kastañares”,
publicación de la segunda década de siglo, de tendencia “gallista”. Pasó
a la sección taurina del diario El Liberal donde adquirió gran renombre. El
seudónimo de “Clarito” se lo puso el
mismísimo Don Modesto, que al leer el original de una de sus primeras crónicas
que iba sin firmar, se tomo la libertad de ponerle firma de “Clarito”, porque
le pareció que Cesar Jalón era un periodista tan claro y sagaz que merecía ese
calificativo. Tras la Guerra Civil pasó a la redacción del diario Informaciones
de Madrid, donde vivió los diversos avatares que sufrió este periódico de
historia tan ajetreada hasta su desaparición a principio de los años 80.
En los años
previos a la Guerra Civil destaca también Federico M. Alcázar (la M innombrable
de su apellido era de Manjavacas, apellido que siempre ocultó). Fue cronista
taurino de Prensa Gráfica, El Imparcial y Luz. Publicó el libro ”Ignacio
Sánchez Mejías, el torero y el hombre”, y más tarde “Tauromaquia moderna”. Tras
la Guerra Civil entró en la redacción del diario Madrid. Fue durante treinta
años uno de los críticos más acreditados de la capital.
Otro gran
cronista fue Carlos de Larra y Gullón, que ocultaba su parentesco con Mariano
José Larra, bajo el seudónimo de “Curro Meloja”. Comenzó en el Heraldo de
Madrid y escribía también en el semanario “Los Domingos”. Curro Meloja fue
también autor teatral, taquígrafo del Senado y en 1940 jefe de la sección
taurina de Radio Madrid, un pionero de la radio donde estuvo trabajando hasta
su muerte en 1962. Ya en esos años anteriores a la contienda española, Curro
Meloja polemizó mucho sobre el afeitado de los toros, un tema que como vemos se
arrastra de lejos.
Maximiliano
Clavo, cuyo seudónimo fue “Corinto y Oro”. Escritor lírico e impresionista, de grandes
conocimientos, fue crítico taurino muchos años en La Voz. Se destacó como
conferenciante florido, ameno y cotizado, actividad en la que se volcó tras
abandonar la redacción del periódico. Tras la Guerra Civil, en 1944 reaparece
como cronista en la revista “Toreros” pero ahora firma con el seudónimo “Un
abonado de ayer”. En sus últimos años colaboró con el diario madrileño El
Alcázar. A su muerte dejó una amplia obra basada en ensayos taurinos. El
sevillano Manuel Sánchez del Arco “Giraldillo”, trabajó en El Noticiero de
Sevilla como crítico taurino. Tras la Guerra Civil ingresó en el ABC. Publicó
varios ensayos interesantes de temática taurina.
Alberto Vera
López “Areva”, fundó en Madrid (1928) el
semanario taurino La Crítica. Escribió también en el semanario Domingo y
publicó varios ensayos importantes sobre el toro bravo, bibliografía que aun
hoy en día es indispensable manejar para conocer a fondo el mundo del toro de
lidia. De estos años hay dos críticos de la misma familia que adquirieron
cierto renombre: Benjamín Bentura Sariñera y Benjamín Bentura
Remacha, padre e hijo, “Barico” y “Barico II” respectivamente. El
primero dirigió el semanario La Fiesta Española, y fue crítico de El Alcázar y
El Debate (1932). Tras la Guerra Civil fue el crítico taurino de la Agencia
Logos de Madrid y colaboró también en El Ruedo.
Superviviente
de la Guerra Civil fue Carlos Revenga “Chavito”, que trabajó en La Nación y más
tarde en El Alcázar. También José Díaz de Quijano que firmaba con el seudónimo
“Don Quijote”, escritor, novelista, sainetero y escritor de zarzuela, fue
crítico taurino de la revista “La Fiesta Brava” de Barcelona. Dejó escritos
varios ensayos importantes sobre la Fiesta taurina. Hay que recordar al
periodista bilbaíno Julio de Urrutia, polémico, claro, honesto y cargado de
sinceridad siempre, escribió en el diario Madrid y La Actualidad Española,
publicaciones en las que fue crítico taurino. Dejó muy buenos ensayos de tema
taurino como “Los toros en la Guerra española”, “Los sustitutivos en el toreo”,
“La despedida de Manolete”, etc...
En Barcelona comienza su carrera profesional Ventura
Bagües Nasarre “Don Ventura”. Pasó después a Madrid donde dirigió “Sol y
Sombra”. En Barcelona fue crítico en Día Gráfico y después de la guerra en La
Hoja del Lunes. Llegó a ser considerado un auténtico maestro en lo suyo,
erudito y estudioso taurino, dejó una obra de mas de 20 volúmenes sobre la
Fiesta de los toros. Coetáneo a “Don Ventura” fue “Uno al Sesgo”, seudónimo
de Tomás Orts y Ramos, que como dijimos
en el capítulo anterior hizo durante unos años el anuario Toros y Toreros que
comenzara a publicar a principios de siglo Manuel Serrano “Dulzuras”. Dejó
escritos varios ensayos taurinos de interés. Fue un auténtico historiador
taurino. De Zaragoza fue Ramón de la Cadena y Rualla que firmaba con el seudónimo
“Don Indalecio”. Con 16 años era ya corresponsal del semanario taurino El
Miura de Barcelona y más tarde de El
Liberal Taurino y de Palmas y Pitos de Madrid. En realidad fue fiel colaborador
de todas las publicaciones taurinas del país. Murió en 1965 dejando escritos
muchos ensayos taurinos. El castellonense Federico Almela Vives escribió en el
semanario Dígame. Dejó diversas obras y ensayos escritos. Fue un auténtico
estudioso del “toreo cómico” tema sobre el que hizo importantes aportaciones
históricas.
Todos
estos periodistas, ya desaparecidos,
se formaron técnica y literariamente en el toreo de antes de la Guerra
Civil. Ejercieron por tanto su oficio en la etapa anterior a los años de la
“decadencia del toro”, en la década de los cuarenta y que vino como
consecuencia de la contienda civil española en la que casi estuvieron a punto
de desaparecer las ganaderías de toros bravos. Todos estos periodistas fueron,
después de la Guerra Civil, críticos e intransigentes hacia el toro disminuido
de fuerzas y de poco peso. Denunciaron los retoques en los cuernos de los toros
que ya se hacían habituales en la Fiesta, tanto que este polémico tema dividió
a los cronistas taurinos españoles en dos claros grupos enfrentados: los
“torístas” y los “torerístas”, aunque a estos últimos se les llamó también
“derrotistas”. Todos estos periodistas
taurinos que hemos mencionado, tuvieron la dificultad de vivir y trabajar entre
dos épocas del toreo bien distintas, una circunstancia bien difícil para unas
personas que tuvieron que juzgar con su objetividad y criterios propios, una
realidad taurina cambiante y contradictoria producida en apenas cuarenta años:
la del toro bravo y con trapío frente al toro disminuido y afeitado.
HISTORIA DE LA PRENSA TAURINA DESDE FINALES DEL XVIII A NUESTROS DIAS
(Capítulo V)
Por El Zubi
Al término de
la Guerra Civil, la cabaña de ganadería brava había quedado muy dañada, pues
desaparecieron más de treinta de las mayores ganaderías de toros, que venían
soportando desde hacía años el peso de la Fiesta. El resultado de esta realidad
es que hasta los años sesenta no se consigue un equilibrio zootécnico ni una
normalidad en la producción ganadera de reses bravas, pero ya con un toro
nuevo, con menos fuerza y bravura que se cae continuamente, y con el “afeitado
de los cuernos” casi institucionalizado, hecho este ante el que la
Administración venía haciendo la vista gorda desde 1940. Sin embargo esta
crisis en la calidad ganadera coincide con la reanimación de la afición a los
toros. España era un país triste y pobre, a causa de las muertes y destrucción
de una guerra, y el público harto de tanto espanto y desgracias, estaba ansioso
de espectáculos y diversión. La gente se volcaba en las Plazas de toros, pues
el aislamiento de España tras la II Guerra
Mundial (España se cerró en sí misma), hizo que ni siquiera llegaran aquí los últimos estrenos del cinematógrafo, por
lo que las corridas de toros eran el único espectáculo al que los españoles
podían acceder, ya que el fútbol era en aquellos años un espectáculo de masas aún
incipiente. Había que dar toros como sea, pero el problema estaba en que eran
pequeños, sin edad, sin la fuerza y la
bravura de los de antes de la contienda civil. Los públicos se volvieron menos
exigentes, y el arte y plasticidad de toreros como Pepe Luis Vázquez y Manolete
colmaban las ilusiones de la afición. La Administración abrió la mano y fue
menos exigente que antes, con lo que las consecuencias fueron muy notables
hasta al menos 1969 en que se retocó la legislación en lo referente a la
“presencia del toro”. Otro factor sociológico irrumpe en la sociedad española a
finales de los años 60 y afectará de manera negativa directamente a la fiesta:
la llegada del turismo en masa. Había que dar espectáculos para los turistas en
las zonas turísticas (costa de Cataluña y de Andalucía). Si no había plazas
había que construirlas, y la máquina de hacer dinero se puso en marcha a costa
de lo que fuera.
En este estado
de cosas apareció en escena una gran revista taurina que hará historia. Me
refiero a Dígame, un semanario fundado y dirigido por Ricardo García “K-Hito”,
escritor, periodista y dibujante cómico. Un hombre que convertía en oro todo
cuanto tocaba. Andaluz, natural de Villanueva del Arzobispo (Jaén), fue genial
maestro del epíteto elogioso, dibujante, revistero y humorista de fácil
ingenio. Él fue quien calificó de “monstruo” a Manolete, apelativo que ha
quedado inmortalizado para siempre al referirse al torero y Califa de Córdoba.
“K-Hito”
mantuvo como crítico taurino actitudes
diferentes a lo largo de su carrera, Primero benevolente y después
intransigente, duro y clásico a la antigua, para volver por último a la
tolerancia y el buen humor. No obstante hay que señalar que “K-Hito” aportó
mucha fuerza a la Fiesta a la que amó con toda su alma. Como “manoletista” empedernido
que era, escribió el famoso ensayo “Manolete ya se ha muerto. Muerto está que
yo lo vi”, que obtuvo un rotundo éxito entre los lectores y aficionados.
Durante muchos años dirigió magistralmente Dígame, sin duda la mejor revista de
toros de esta etapa y por la que pasaron las mejores firmas y colaboraciones
del país. Era un hombre tan genial, variado, creativo y pintoresco que le diseñó a la inolvidable
torera madrileña Juanita Cruz, a la que tanto animó, el traje de luces con
falda-pantalón con que debutó en Las Ventas de Madrid el 2 de abril de 1936 y
con el que triunfó de manera arrolladora. Fue “K-Hito” un escritor pintoresco,
coloreado y rebosante de generosa vitalidad. Su paso por esta vida fue un
verdadero regalo para la Fiesta de los toros.
En estos años
de posguerra surgen varias firmas taurinas que para ser justos, conviene reseñar. Se trata de José Mª del Rey
Caballero “Selipe”, sevillano que comenzó dirigiendo la sección taurina de la
revista madrileña Semana. Estuvo en La Hoja del Lunes y un tiempo en ABC,
aunque la mayor parte de su vida la pasó como crítico taurino del diario Ya. El
granadino Celestino Espinosa firmaba con el seudónimo de “R. Capdevila” en el
diario Arriba y fue un excelente escritor taurino, muy crítico, elegante, fluido
y conciso, defensor acérrimo del principal elemento de la Fiesta: el toro. Fue
sin duda un crítico de rica prosa y léxico florido.
En estos años
difíciles de la historia de España, surge en el mundo taurino un nuevo aspecto
o problema añadido a los antes mencionados, que marcará a los medios de
comunicación en lo referente a la información taurina. Me refiero a la presión
e influencia que empiezan a ejercer apoderados y toreros sobre diarios,
periodistas y semanarios taurinos a
través de la publicidad. “Poderoso caballero don dinero” que dice el refrán.
Este problema, tan extendido luego, lo tocó en sus “Memorias de Clarito” el
periodista Cesar Jalón donde dice que “la bastarda simbiosis de crítica taurina
y publicidad fue importada a España de América por toreros y apoderados en
tiempos del vespertino La Voz en incluso en El Liberal”. Dice “Clarito” que los
diarios madrileños de la posguerra civil (a excepción de ABC y Ya) obligaron a
sus críticos con la amenaza de despido, a entrar a saco en la publicidad
taurina, llegándose así --según cuenta
“Clarito”-- a los “sobres” o “fondo de reptiles”, con entradas y dinero
contante y sonante en su interior que llegaron a convertirse en lo habitual
hasta no hace muchos años. Estas son las pequeñas miserias que entraron en
estos años en esta tan grande profesión como es la del crítico taurino, honrado
y exigente.
De todos los
semanarios taurinos especializados, ninguno tuvo la influencia, la importancia
y trascendencia de El Ruedo, que apareció en Madrid como suplemento taurino del
periódico deportivo Marca, un 2 de mayo de 1944. Se convirtió en semanario
propio e independiente el 13 de julio de ese mismo año, que ya salió con el
número 1 y estuvo en la calle hasta febrero de 1977, pasando por muy diversos
avatares y vicisitudes. Su primer director fue Manuel Fernández Cuesta que dirigía el Marca, aunque quien lo dirigió
de verdad fue Manuel Casanovas Carreras, que lo hizo hasta 1961. Le siguió
Alberto Polo hasta el 1967; José Mª Bujella del Toro lo dirigió hasta 1970; Carlos Briones hasta
1975 y finalmente Fernando Vizcaíno Casas hasta febrero de 1977 que
desgraciadamente dejó de salir a la calle.
Este semanario
contó siempre con muy buenos colaboradores. En su primera época brillaron las
firmas de “Juan León” seudónimo de Julio
Fuentes y Antonio Valencia “El Cachetero”. Por allí pasaron Antonio Díaz
Cañabate, escritor de prosa sabrosa y erudición lúcida y precisa, que colaboró
con José Mª de Cossío en los cuatro primeros tomos de la enciclopedia Los
Toros. Su sección en El Ruedo se llamaba “El Planeta de los Toros”, título que
utilizó luego en el ensayo que publicara más tarde “Paseíllo por el Planeta de
los Toros”. Después de estar en El Ruedo, pasó como crítico taurino al diario
ABC donde estuvo hasta 1972 en que se retiró. Su obra taurina es extensa y rica
de contenidos. Murió en 1980.
También
escribía en El Ruedo el peruano Felipe Sassone “Dandy”, hasta 1952 en que
murió. “Dandy” escribió también en La Vanguardia de Barcelona con el seudónimo
de “Federo Faroles”. Fue este un crítico algo excéntrico y no del todo
profesional, aunque fue un escritor muy documentado. Por El Ruedo pasaron los
ya mencionados “Don Indalecio”, “Barico” y “Barico II”, y escritores como
Rafael Martínez Gandía, Juan de Alcaraz, Mariano S. De Palacio y el poeta José Carlos de Luna.
Estamos ya en
las puertas de una nueva etapa en la historia del periodismo taurino, que
estará marcada por la irrupción de nuevos medios y nuevas tecnologías, como son
la radio y la televisión, que crearán nuevos lenguajes informativos y nuevos
conceptos a la hora de hablar de la información taurina, ya que se introduce la
retransmisión en directo de una corrida de toros por radio y televisión, con
sus comentarios y valoraciones en el mismo momento en que se producen los
hechos. Un aspecto nuevo que marcará un
antes y un después en la historia del periodismo taurino.
HISTORIA DE LA PRENSA TAURINA DESDE FINALES DEL XVIII A NUESTROS DIAS
(Capítulo VI)
Por El Zubi
Hacia el año
1947 la radio comienza a dar sus primeros balbuceos como nuevo medio de
comunicación e información taurina. En pocos años adquirirá una importancia
extraordinaria, añadiéndose a la inmediatez de la radio la fuerza pragmática de
la televisión, con las retransmisiones en directo y sus programas taurinos
monográficos. Se introduce pues un nuevo
elemento en la historia del periodismo taurino, que son los juicios valorativos
y opiniones críticas en el momento en que se producen los hechos con las
retransmisiones en directo tanto por radio como televisión. Hacia los años
sesenta, a la onda media, onda corta y larga en la radio, se incorpora la
Frecuencia Modulada (FM) con sonido estereofónico con una calidad sonora
extraordinaria, que vendrá con el tiempo a hacerse la dueña de la banda en las
emisoras convencionales, dejando en la marginación las emisiones en onda media
y corta.
En Televisión
los años corren también progresivamente para el medio, no sólo se incorpora el
color en las emisiones, sino que las emisiones en digital y satélite vienen a
sustituir a la señal analógica, con una calidad de definición de imagen
insospechada sólo unos pocos años antes. Para rizar el rizo, veremos además
como a finales del siglo XX se
incorporan nuevas tecnologías informáticas a los medios de comunicación. Los
periodistas pueden ya escribir en un ordenador portátil la crónica de unos
hechos segundos después de que estos ocurran y transmitirla desde la misma
plaza de toros en milésimas de segundos a sus emisoras de radio, televisión o
redacción de periódico a través del correo electrónico, ya sea a través de su
propia wi-fi o con teléfonos móviles vía satélite. Con la llegada del ordenador
personal y las nuevas tecnologías informáticas, surgen nuevos medios
informativos a través de Internet: periódicos digitales de información general,
paralelos a los editados en papel, que cada día cuentan con más adeptos, y que
como es natural se van a especializar también en la temática taurina. Surgen
así en nuestro país varios “Periódicos Digitales Taurinos” muy visitados que
más adelante citaremos. Si “Don
Modesto”, “Dulzuras” o “Sobaquillo” y demás cronistas taurinos de finales del
siglo XIX y principios del XX levantaran la cabeza, se morirían de nuevo del vértigo e impacto
que percibirían, como si de un relato de Julio Verne se tratara.
Pero empecemos por el principio. Cuenta
“Clarito” (César Jalón) en sus
“Memorias”, que el periodismo taurino radiofónico se inició con el
gaditano Salvador Rapallo alías “Taleguilla”, primer locutor especializado. Le
sucedió el periodista citado en el capítulo anterior “Curro Meloja” y Antonio
García-Ramos de Radio Nacional de España y Televisión Española, que nacido en
Huelva fue también crítico taurino del periódico local Odiel y corresponsal de
El Ruedo.
Otros
periodistas taurinos de la época fueron Rafael Campos de España que se prodigó
en Radio Nacional de España y en Televisión Española. Manuel Lozano Sevilla que
escribió durante muchos años en La Vanguardia. Su voz estaba llena de
elocuencia en RNE. Fue el primer crítico taurino que apareció en las pantallas
de TVE en aquella su primera época, una televisión aun incipiente y sin medios
que emitía en blanco y negro, con muy mala definición de imagen y que llegaba a
muy pocas casas en España y con alguna dificultad en sus emisiones.
No podemos
olvidar al prestigioso periodista José Luis Sánchez Garrido que firmó sus
crónicas como “Jose Luis de Córdoba”, el
cual estuvo como cronista taurino en el Diario “Córdoba” más cuarenta
años, simultaneando además las corresponsalías del semanario El Ruedo y de la
Agencia EFE, durante el mismo tiempo. “José Luis de Córdoba” fue además, el
prototipo de periodista-todo-terreno, pues compaginó la crítica taurina con la
información general. Este insigne
periodista llegó a ser el decano de los críticos taurinos hasta que murió en la
década del 2000. Estuvo con 92 años, colaborando semanalmente en las páginas
del Diario Córdoba, analizando el mundo de los toros con una objetividad
ejemplarizante. Su carrera profesional como crítico taurino se dilató durante
setenta y cinco años. Hay que hacer
mención especial a aquel pionero de la prensa taurina cordobesa, Tarik del
Imperio y a su revista El Califa, que sentó un importante precedente en la
prensa taurina local cordobesa. Otro gran profesional de la prensa gráfica
taurina fue “Ladis padre”, Ladislao Rodríguez Benítez, que dejó reflejada la
historia de la tauromaquia cordobesa del siglo XX. Su Hijo Ladislao Rodríguez
Galán “Ladis” , ha sido el continuador de esta dinastía de grandes reporteros
gráficos donde debemos de que incluir a Framar y a Ricardo.
El gran
“monstruo” de la radio y de la televisión en está época y hasta nuestros
días fue, es y será siempre Matías Prats
Cañete, cordobés de Villa del Río. Un hombre de extraordinaria plástica verbal
llena de brillos y expresión. Profesional irrepetible, dotado con un don
especial para la comunicación y la narración, siempre muy documentado, que a
pesar de su avanzada edad siguió hasta su muerte ilusionado como un
principiante por este maravilloso oficio que ha sido su propia vida. Un espejo donde mirarnos para todos los periodistas que
ejercemos diariamente con ilusión y honradez este, a veces, complicado oficio.
La voz de Matías Prats era sinónimo de objetividad, calidad, solidez y honradez
profesional. Un lujo para los aficionados a la Fiesta y al deporte, que hemos
disfrutado hasta el éxtasis con sus extraordinarias e inolvidables
retransmisiones. Otros periodistas radiofónicos de estos años que tratamos son:
José Antonio del Moral, García-Muñoz Bermejo, Antonio de Olano, Luque del Pino
alias “Curro Fetén”, Meléndez Inchausti alias “Pepe-Hillo”.
Entre las
décadas de los sesenta a la de los ochenta aparece una gran hornada de
extraordinarios críticos taurinos en prensa escrita en Madrid que harán
historia: Alfonso Navalón, Vicente Zabala, Carlos de Rojas y Joaquín Vidal
Vizcaíno.
Alfonso
Navalón fue crítico taurino de Informaciones y Pueblo, colaborador de El Ruedo,
luchó por la regeneración, la limpieza y la honradez en la crítica taurina.
Nacido en Huelva tuvo un éxito brillante. Siempre estuvo en primera línea de la crítica.
Vicente
Zabala, crítico taurino en un principio de El Alcázar y Nuevo Diario. Sucedió a
Antonio Díaz Cañabate en la cátedra de ABC. Cronista objetivo, minucioso y
sobrio de gran dignidad, se convirtió en un vigilante obsesivo de la Fiesta.
Por desgracia nos dejó hace pocos años al estrellarse el avión en el que
viajaba hacia Cali, cuando iba a cubrir informativamente la feria taurina de
esta ciudad colombiana. Su muerte fue un fuerte mazazo para la afición y para
la profesión periodística española e hispanoamericana. Le sucedió en esta
importante sección de ABC su hijo del mismo nombre, Vicente Zabala, que de “tal
palo tal astilla” pues ejerce la crítica taurina con la misma brillantez y
maestría que su añorado padre.
Joaquín Vidal
Vizcaíno, santanderino que comenzó su carrera como crítico en el diario
bilbaíno Hierro pasando después a Pueblo e Informaciones, para ser finalmente
el titular taurino indiscutible en El País hasta que a principios de abril del
2002 murió. En este periódico nacional sentó cátedra definitiva erigiéndose en
el modelo a seguir por los nuevos críticos taurinos de la actualidad. Defensor
del toreo en su plenitud máxima, exigente e insobornable, tuvo un estilo
certero y un punzante sentido del humor, con una dialéctica prácticamente
invulnerable, personal, convincente y de una valerosa objetividad. Crítico
coherente y mesurado fue un testimonio irremplazable del toreo de nuestros
días, pues puso el dedo en la llaga de los males que aquejan a la Fiesta en la
actualidad. Con Joaquín Vidal se renovó sin duda la crítica taurina como género
periodístico al que dignificó con su inmensa calidad literaria y personalidad.
Tuvo siempre un lugar especial en su corazón para el toreo de verdad y de arte de Curro Romero y Rafael de Paula,
dos toreros a los que sin conocerlos personalmente, dedicó crónicas preciosas y
emocionantes. Pero tuvo también ojos para ver a los toreros modestos a los que
siempre ponderó y valoró. Con su muerte se fue un gran maestro del periodismo
taurino, dejándonos en la orfandad a muchos aficionados que seguíamos día a día
con fruición todas sus maravillosas crónicas. Su ausencia ha dejado un hueco en
esta profesión difícil de ocupar por nadie.
INTERNET Y LAS NUEVAS TECNOLOGIAS CAMBIA LOS TIEMPOS EN LA CRITICA
TAURINA
Por El Zubi
Dentro de la
prensa escrita, además de estar muy cuidadas las secciones taurinas de todos
los periódicos nacionales, regionales y locales hay que destacar en buen hace de
las revistas 6 TOROS 6 y la revista APLAUSO que son las dos únicas
publicaciones semanales que en la actualidad hay en España. Como revistas
locales subrayar la inmensa calidad de
la revista de actualidad taurina en la provincia de Córdoba LA MONTERA que tan
magistralmente dirige el inmenso periodista taurino cordobés Ladislao Rodríguez
Galán “LADIS”. Una revista hecha sólo por el afán de unos buenos amigos
llevados por una gran afición y alentados por su capitán, LADIS, que nos
envenenó hace 14 años a todos cuantos hacemos esta publicación.
Los últimos
años de la década de los setenta y comienzos de los ochenta son muy cercanos ya
a nosotros y por tanto difíciles de valorar aunque intentaremos hacer una
aproximación. Son años en los que la Televisión ha tenido un peso decisivo con
sus nuevos lenguajes informativos: retransmisiones en directo y crítica taurina con imágenes incluso “ralentizadas” en las que se
recogen los mejores lances de los toreros o los momentos más dramáticos de este
mágico espectáculo. Dentro de este medió destacan el “maestro” Matías Prats ya
citado anteriormente, siempre minucioso, documentado, lírico, narrativo,
inmejorable. Es preciso destacar también, el buen hacer y los conocimientos de
la Fiesta del crítico Joaquín Jesús Gordillo, que durante unos años hizo muy
dignamente la crítica taurina en Canal Sur Televisión. Después le suceden allí
Juan Belmonte, Carmen Elías, Emilio
Parejo, y Enrique Moreno responsable del
programa “Toros para todos” que emite en la actualidad las noticias taurinas en
la emisora andaluza y que retransmite las corridas de toros por el canal
autonómico teniendo como comentarista y compañero al maestro Ruiz Miguel.
No obstante, al hablar de Televisión hay que
tener muy en cuenta a Mariví Romero, una pionera en este menester. La primera
mujer en atreverse (o a la que dejaron por ser hija del maestro Emilio Romero)
a hacer crítica taurina de verdad, pues consiguió lo que ninguna mujer había
hecho aún en la historia del periodismo taurino, que es ser mujer y ser
respetada y considerada dentro del mundo taurino. Durante doce años dirigió el
único espacio televisivo dedicado a los toros “Revista de Toros” enTVE, en una
época en la que las mujeres tenían todavía poca presencia en la dirección de
grandes empresas en este país. Envidiada y criticada se ha mantenido siempre
fiel a una línea dura, crítica y exigente, pero sincera, honesta y directa.
Después de TVE, Mariví Romerotrabajó en el periódico Ya; pasó a la radio como crítica taurina en la
COPE y más tarde a la red de emisoras Rato, llamada en la actualidad Onda Cero.
En TVE le sucede Fernando Fernández Román, que en la actualidad ejerce la
crítica taurina en el Canal autonómico de Madrid Telemadrid.
En el programa
de TVE que dirigía Mariví Romero
“Revista de Toros”, trabajaba como redactor un joven periodista que con los
años se ha convertido en una auténtica
institución en este oficio: Manolo Molés,
que introdujo un nuevo lenguaje televisivo en las retransmisiones
taurinas en Canal Plus. Un nuevo concepto de realización en las imágenes que en
su día (años noventa) sentó cátedra, basado en la riqueza de las
retransmisiones, en las que mezcló el rigor y el detalle con el buen gusto y la
estética. En sus retransmisiones las cámaras de televisión de multiplicaron
dentro de las plazas de toros, colocadas en los rincones más insospechados del
ruedo, con la intención de que los
espectadores desde sus casas, tuvieran la sensación de estar dentro de la
plaza de toros sin perderse un detalle. Introdujo los “previos” de media hora
de duración antes de las corridas, en los que el espectador queda documentado
sobradamente de todo lo que debe de saber sobre la corrida de toros que va a
ver. Creó así un nuevo estilo que ha sido adoptado por otras emisoras de
televisión y que es el que ahora se estila. Así mismo creó la figura de
comentarista acompañante del locutor, un puesto que viene a ocupar normalmente
algún torero de renombre ya retirado En la actualidad Manolo Molés es el
crítico taurino de la Cadena SER y de Canal Plus. Admirador incondicional del
arte de Antoñete, ejerce con maestría y amplios conocimientos el oficio de
crítico taurino, una actividad a la que dedica toda su vida, por el inmenso
amor que siente por la Fiesta de los
Toros.
Hemos dicho al
principio de este trabajo, que en los últimos años del siglo XX la revolución informática transforma los
medios de comunicación hablados, escritos y televisivos, y con los adelantos
tecnológicos dentro de este mundo de la informática surgen los periódicos
taurinos en Internet. Periódicos taurinos digitales colgados en la red, con
información de actualidad taurina mundial. Estos nuevos medios de comunicación
cada día cuentan con más adeptos, pues permiten además la “comunicación
interactiva” con sus lectores a través
de los “chat” o tertulias electrónicas abiertas al público. Se consigue así
completar a la perfección el antiguo concepto del “efecto boomerang” de la
comunicación “circular”, con noticias de ida y vuelta entre el emisor que la
lanza el mensaje y el receptor que lo recibe y lo devuelve transformado con su
opinión. En este soporte “virtual” del siglo XXI, contamos en nuestro país con
varios periódicos ya muy consolidados como: portaltaurino.com, burladero.com y
mundotoro.com, y el “buscador” como toros.com, por citar los más importantes.
En este aspecto se ha abierto un mundo nuevo en lo referente a lo taurino: el
mundo de los blogs que llenan la blogosfera. En ese referente se encuentra este
blog “Larga cordobesa”, que,
humildemente, desde el mes de noviembre de 2009 está sentando las bases de la
historia de la tauromaquia. Otros importante son Córdoba taurina, Mano a mano,
Patio de Cuadrillas, Malaka Taurina, El Toro de la Jota, Toros en la Maestranza
y otros muchos mas imposible de enumerar aquí.
El tiempo ha
corrido a velocidad de vértigo y todos los periodistas hemos tenido que adaptarnos a las nuevas
tecnologías con el nuevo siglo. Lejos quedaron las máquinas de escribir
(aquellas Olivetti M40 negras tan entrañables, duras y ruidosas), las
plumas, los bolígrafos y los cuaderno
negros con gomilla, con que los viejos redactores plasmaban sus crónicas
taurinas, cuando después de las corridas
de toros volvían a las redacciones de sus periódicos o revistas, celosos de lo
que habían visto y vivido en la plaza, para escribirlo y contarlo al público al
día siguiente. Hoy en día las redacciones de los periódicos, de las emisoras de
radio y televisión están en las mismas plazas de toros, en sus tendidos, en sus
barreras y contrabarreras, desde donde se dan las crónicas en el momento justo
en que los toreros se juegan la vida delante de un toro.
"LA CRÍTICA TAURINA".
ARTÍCULO DE CARLOS CRIVELL.
La crítica es
una de las parcelas más interesantes del periodismo. Es muy atractiva para los
medios de comunicación y para los lectores. En general, la crítica se ejerce
sobre los espectáculos y materias artísticas. Las páginas dedicadas a la
cultura y los espectáculos, así como los suplementos culturales semanales, son
los espacios donde la crítica se desarrolla con una mayor intensidad. También
abundan en cualquier tipo de revistas, especialmente en aquellas especializadas
en el arte y la cultura. Existen distintos tipos de críticas en función de la
temática que abordan: crítica literaria, crítica cinematográfica, crítica
teatral, crítica musical, crítica de arte (pintura, escultura y arquitectura).
Como no podía ser de otra forma, el toreo también ha sido objeto de la crítica
desde sus comienzos.
Conviene
recordar algunos aspectos de la crítica. Pare ejercer como crítico se deberían
reunir las siguientes cualidades: en primer lugar una gran afición y
sensibilidad por el arte juzgado; segundo, un profundo conocimiento del mismo,
y, finalmente, unos sólidos criterios propios.
En materia
taurina, la edad de oro de la crítica taurina es el final del siglo XIX y los
comienzos del XX. Son tiempos en los que aparece el término crónica taurina,
que incluye la descripción detallada del espectáculo y la opinión crítica del
autor. El poder de las críticas era absoluto. De una buena o mala crítica podía
depender el futuro de un torero. Ese poder absoluto se ha prolongado hasta hace
poco tiempo. De hecho a finales del siglo XX aún tenía una enorme importancia
el juicio de los críticos taurinos. Hasta esas fechas funcionó el soborno al
crítico, una realidad incuestionable que se traducía en que una parte de los
presupuestos de un torero estaba destinado a comprar a los críticos. Ha
perdurado de manera generalizada hasta hace unos veinte años, aunque no de
forma universal, ya que evidentemente siempre ha habido escritores de toros
insobornables.
El soborno a
la crítica se mantenido con formas distintas en nuestros días. Del
sobre se ha pasado a otro tipo de compra más sutil y menos degradante, sólo
en apariencia, en la que se compran críticos a cambios de exclusivas, regalos
lujosos y otras prebendas, con la nota de que ahora, ante la inexistencia del
sobre miserable, se ha establecido el pago por temporadas, lo que
elimina intermediarios, apoderados y personajes que arreglan a la prensa.
En nuestros
días, el papel de la crítica se ha modificado de manera llamativa. Es evidente
que ya no se influye de forma decisiva en la trayectoria de un torero o una
ganadería por medio de una crónica. Ahora, cuando los medios de comunicación
son diferentes por su velocidad para llegar a los receptores (aficionados) y
por la llegada de la imagen casi instantánea a los ordenadores, la crítica
tiene un lugar diferente, no diría que accesorio, pero evidentemente de menos
trascendencia que antaño. Este poder ha llegado incluso a desvirtuar al crítico
por su nombre y sólo se menciona a los medios. Se tiene en cuenta lo que dice
un medio determinado, aunque muchas veces no se sabe quién es autor.
A pesar de la
llegada de la red como sistema de mayor difusión para el mundo de los toros,
los tradicionales medios de comunicación han mantenido la información taurina,
aunque ciertamente con diferente dedicación. Así, los medios escritos siguen
con su información y publican crónicas, mientras que la radio y la televisión
han bajado en cuanto al tiempo que se ofrece para la Fiesta. Este aspecto, que
merece un análisis más profundo, es altamente significativo. Las radios de
difusión nacional se conforman con sus habituales espacios semanales en la
noche de los domingos. Algunas radios de ámbito nacional han eliminado la
información de toros de su parrilla.
El asunto de
la televisión es sobradamente conocido. La televisión pública nacional ha
eliminado la retransmisión de las corridas. Se limita a un programa de 30
minutos a la semana al que no respeta cuando coincide con otro espectáculo de
mayor atractivo (según los programadores). Las autonómicas se mantienen en buen
nivel en cuanto al tiempo que le dedican a la Fiesta (otro asunto en cómo se
hace la información). Las locales andan buscando su sitio tras la llegada de la
Digital Terrestre (TDT).
Por tanto, la
crítica de toros de siempre, la de la prensa escrita (ahora ampliada a la red)
ha perdido capacidad de influencia. A nadie debe extrañarle esta situación.
Además de los factores apuntados, la propia diversificación de las crónicas ha
espesado el mapa. Se siguen valorando las crónicas de determinados periódicos,
por mucho que ya no tengan la capacidad de modificar los contratos ni el futuro
(para bien o para mal) de los protagonistas. No se debe caer en el error de
cuestionar a los críticos por su divergencia de opinión. Sería muy aburrido
leer cinco crónicas con el mismo prisma. La queja de que después de leer un
texto algunos llegan a pensar que no han estado en la misma corrida carece de
valor. El lector debe buscar al crítico que sintoniza con sus criterios y
seguir sus informaciones. En la diversidad está la riqueza de este género
periodístico.
Tal vez sea el
momento de reflexionar sobre los motivos de la pérdida de influencia de la
crítica. Sería bueno recordar lo que se le debe exigir a un crítico de toros:
afición y sensibilidad, conocimiento profundo de la materia y criterios sólidos
personales. Habría que añadir más. El estilo es importante. Se supone que
quienes ejercen la función crítica saben escribir, con más o menos brillantez,
pero que están cualificados para escribir de forma correcta. Hay otro aspecto
nada desdeñable. Al crítico, incluso al simple informador, hay que exigirle que
informe,
que forme y que entretenga. Aquí estamos llegando al meollo del
problema actual. Paso de la información, ya que cada uno informa de lo que sabe
y basta. También soslayo lo de entretener, que es fundamental, pero que es una
condición personal de cada crítico. Para entretener en un texto escrito hay que
saber escribir y hacerlo con un estilo adecuado que enganche al lector. En
medios audiovisuales, para entretener hay que tener unas dotes especiales que
no todos llevan en su genética. ¿Y la formación? ¿Quién está capacitado para
formar a los destinatarios de las crónicas y las informaciones? En este punto
quiero unificar a la información y a la crítica, que no es lo mismo
exactamente, pero que tienen puntos comunes. En la información y en la crítica
se puede opinar. Es la personalidad de cada crítico, que aportará sus sólidos
criterios personales, la que debe sobresalir para formar a los lectores. La
formación de los públicos de toros exige que tengan acceso a textos y opiniones
formadas que sean capaces de solidificar los criterios de quienes acuden al
espectáculo torero. Si los públicos, por el mero detalle de pagar, tienen
reservado un papel importante en el desarrollo de la corrida, mejor será que
están formados a través de quienes por su afición, dedicación y conocimiento
profundo del toreo ejercen labores de información y crítica.
Se podría
pensar en este momento que la falta de influencia de la prensa taurina está
justificada por la misma situación de la fiesta. No se trata de insistir sobre
el delicado momento del toreo. La tauromaquia ha perdido la situación de
privilegio que tenía en España durante la segunda mitad del siglo XIX y la
primera del XX. Este análisis justificaría otro texto. La realidad es que los
toros han perdido capacidad de convocatoria. De un lado, la sociedad ha
derivado a unos posicionamientos de defensa de los animales que no ayudan al
toreo. En aras de un falso ecologismo, se han desarrollado campañas feroces en
contra. Sin entrar en detalles, nadie ama tanto al toro como los protagonistas
de la Fiesta y los aficionados. El toreo no ha sabido venderse. Se ha dormido
en sus laureles. Así hemos llegado a un momento crítico. En esta vorágine, las
corridas se contemplan por muchos como un espectáculo bonito como parte de sus
celebraciones, hay festejos que no se conciben sin los toros, y ahí están,
superviviendo con un número variable de asistentes y muy pocos entendidos en
los tendidos para emitir juicios sobre lo que ocurre en el ruedo. Hay menos
aficionados que conozcan los entresijos de la corrida. Para colmo, quienes son
los protagonistas y tienen el toreo en sus manos (toreros, ganaderos,
empresarios, políticos y gentes del toro en general) no se han preocupado de
divulgar la grandeza del toreo, sino que se han entretenido en manipular y
deteriorar los festejos, que en lugar de seguir siendo un encuentro de
emociones, ahora son espectáculos altamente cuestionados por el toro manipulado
que se lidia, por el propio desarrollo de la corrida y porque se ha minimizado
esa sensación imprescindible de que los lidiadores son unos héroes. Seguro que
alguien pensará que el peligro siempre está presente. Es evidente, pero tampoco
se podrá negar que ahora se suceden festejos de mínimo contenido. Se ha llegado
a un toro que casi siempre da lástima por su escasa movilidad. También alguien
dirá que el toro de ahora es el más bravo de la historia. No es lugar de entrar
en ese análisis. Sólo hay que dejar constancia de que la mayoría de las
corridas de nuestros días apenas tienen emoción. Es el logro de los taurinos.
Estos detalles, junto a los ya reseñados, han logrado que la corrida haya
perdido intensidad y que el lugar de la fiesta en la sociedad actual sea muy
diferente al del pasado.
Nadie debe
asustarse. La fiesta es muy grande y soporta muchas cosas, incluso a quienes
desde dentro la han desvirtuado. Ha bajado su presencia en la sociedad, pero
persistirá por siempre, salvo que se multipliquen de forma desaforada estos
ataques internos. Se impone una regeneración moral del toreo, sobre todo de sus
protagonistas, que deben unir sus fuerzas para lograr un nuevo marco. Algunos
intentos loables como la Mesa del Toro lo han intentado, pero entre las
asociaciones que la conforman hay intereses muy divergentes. Algunos, aunque
parezca imposible, están muy satisfechos de la situación actual porque les
permite seguir logrando muchos beneficios. Una buena parte de la afición está
esperando que la Mesa realice una declaración de intenciones para defender la
pureza del toreo o para condenar la utilización de las fundas, que pueden ser
una forma solapada de manipulación de las astas. Ello implicaría la condena de
muchas ganaderías, que son parte esencial de la Mesa del Toro.
A pesar de
todo, la Fiesta es consustancial a España y debe mantenerse. Para conseguirlo,
hay que cuidar a quienes acuden a las plazas, no hay que preocuparse de la
bajada de asistentes, hay que intentar ofrecer un gran espectáculo, porque sólo
la pureza del toreo la mantendrá viva en la sociedad. La mejor propaganda de la
corrida es la fiesta en su mayor pureza. Si continúa como en nuestros días el
camino puede ser irreversible. A las plazas deben acudir quienes se sientan
identificados con la tauromaquia, aquellos que quieran conocerla a fondo, y no
habrá entonces mayores problemas. Pero hay que hacer una gran Fiesta.
Y en este
apartado hay que volver al papel de la crítica como parte esencial del
mantenimiento de la llama del toreo. La crítica está como la propia fiesta. En
algunos sectores, ante el momento delicado que se vive, se considera que es
preferible obviar la realidad y se dedican al elogio permanente sin entrar en
ningún detalle, sin valorar al toro ni al torero, que siempre son buenos o
están muy bien. Esta posición es bastante frecuente. La tesis de algunos es que
la mejor forma de ayudar al toreo es olvidar la crítica. Estas tesis contaminan
a los públicos que carecen de la adecuada formación, que se han contagiado del
todo vale de algunos sectores críticos. Algunas comunidades, como Andalucía, son un
ejemplo de información sin crítica, la todo el mundo es bueno, que
lentamente se ha implantado en sus plazas de toros. Hay poca influencia, pero
la que hay es altamente perniciosa por la carencia de objetividad y realismo.
La crítica de
toros debería volver a tener un lugar preeminente en la Fiesta. La profusión de
medios enturbia el panorama. Escasean los informadores y críticos con afición,
conocimientos y personalidad. Quienes acuden a las plazas ya no se informan por
las opiniones de los críticos influyentes. Así las cosas, las plazas se llenan
de personas con buenas intenciones pero muy poca formación. Sería preciso
filtrar a quienes tienen acceso a los medios de comunicación. La proliferación
(sobre todo en la red) ha propiciado que haya una cantidad ingente de críticos,
muchas veces carentes de esas cualidades enunciadas para poder ejercer la
función crítica. Si la crítica ganara credibilidad, los públicos que acudirían
a las plazas estarían mejor preparados. Así, por ejemplo, nunca se pediría el
indulto para un toro que no ha cumplido con los mínimos en el tercio de varas.
Pero esos indultos se piden, entre otras cosas, porque quienes tienen el
sagrado deber de formar a los aficionados consideran que el indulto es una
maravilla siempre, aunque no haya un juicio mínimo sobre las condiciones reales
del toro indultado.
El indulto es
la bandera que algunos enarbolan para defender al toreo. Hay aspectos de la
corrida que deberían ser innegociables. Una cosa es la opinión subjetiva; otra,
que hay asuntos que no se deben cuestionar, como los mínimos que debe reunir un
toro para ser indultado o la simple crítica a la presencia diaria de toros
manipulados en la plazas. En tanto no se unifiquen estos criterios, con los
problemas que hay en el toreo, con estos salvadores a toda costa que cantan que
todo el mundo es bueno, la afición estará cada vez más deformada. Y sólo el
conocimiento, y por tanto la exigencia de integridad y pureza, podrá salvar a
estas actividades como el toreo que viven momentos de incertidumbre en cuanto
su futuro.
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