UN TESORO GENÉTICO 2014-06-08
El toro bravo,
en peligro
http://www.libertaddigital.com/opinion/miguel-del-pino/el-toro-bravo-en-peligro-71817/
No vamos a caer en el error de definir al toro bravo
como una especie autóctona de la fauna española, ya que no es tal, sino una
raza bovina, conocida técnicamente como "de lidia" en la que la
selección que vienen realizando los ganaderos desde el siglo XVIII ha producido biotipos morfológicamente muy
parecidos al uro, Bos primigenius, el gran bóvido forestal extinguido en Europa en
tiempos medievales.
Los etnógrafos dirían que el toro de lidia alcanza la
"condición
eumétrica" en el ganado bovino;
es decir, la belleza, si bien ésta sea funcional. El toro es bello porque la
función luchadora para la que ha sido seleccionado implica equilibrio,
fortaleza y unas proporciones generales que se conocen con el nombre de trapío.
La selección racial del toro de lidia abarca poco más
de doscientos años, cuando los ganaderos de bravo comenzaron la crianza
sistemática de las cepas más agresivas del llamado ganado arisco para
constituir las llamadas Castas
Fundacionales.
A partir de cuatro castas fundacionales principales -Gallardo-Cabrera, Vistahermosa, Vázquez y
Jijona- el toro de lidia se ha venido
diversificando en una serie de ramas que constituyen lineas genéticas realmente
diferenciadas; para ellas no encaja exactamente la denominación de sub-raza,
pero sí un término muy específico y no fácil de definir que en el lenguaje
taurino se conoce como encaste.
Pues bien: algunos encastes taurinos se encuentran al
borde mismo de la extinción.
Las
razones de este peligro de extinción son diversas, pero las más importantes
tienen su base en las diferentes concepciones del toreo que han ido apareciendo
a lo largo de las épocas. En términos taurinos se dice que determinados
encastes no son aptos para el toreo moderno, o bien que otros encastes
seleccionados con criteros diferentes se prestan más al lucimiento de los
diestros. A partir de este momento, ganaderías enteras emprenden el camino del
matadero y pronto quedan tan sólo en el recuerdo de los taurinos más
nostálgicos.
Crisis
económica y extinción
Los antitaurinos no han sido la causa de que vacadas
enteras hayan desfilado hacia el matadero en los tres últimos años: la crisis
económica y el advenimiento al mundo de las dehesas de triunfadores del
ladrillo poco o nada entendidos en ganadería sí son circunstancias que conducen
al desafortunado final de un animal que no ha sido seleccionado para terminar
su vida de una manera tan triste y tan desapercibida. ¿Dónde están los Alonsomoreno, o losMartinezbenavides.
No se molesten en rastrear sus genes, fueron en masa al matadero y su pérdida
es irremediable.
"Toros sí, pero en las dehesas" es una
vieja reivindicación ecologista que desde luego ignora
las más elementales reglas del funcionamiento de las vacadas de lidia;
cualquier otra raza bovina es mucho más rentable y pone a una becerra en peso
de sacrificio en doce meses, mientras el ganado bravo tarda cuatro años en
alcanzar su peso adulto a base de costosos piensos y un sinfín de cuidados.
Walt Disney podría firmar el anterior lema, pero nadie con un elemental sentido
campero, por no decir común, podría suscribirlo si se exige a la iniciativa
particular que cargue con la factura de tan utópica teoría.
Sin embargo es un deber cultural y cientifíco evitar que
se pierdan los tesoros genéticos de los encastes de lidia o que su supervivencia dependa exclusivamente de los
avatares económicos o sociales de la fiesta brava.
Siendo monetarios los problemas que están conduciendo
a la extinción a tantas ganaderías, cabe pensar en la posibilidad de una intervención por parte de las
administraciones, central y autonómicas, para que al menos unos troncos raciales de los
encastes minoritarios, formados por grupos reproductores suficientes para
asegurar el mantenimiento y funcionalidad de los mismos, fueran sufragados en
régimen de protección oficial como parte de la fauna propia de los Parques
Naturales en los que su existencia estuviera justificada.
No
se trata de conseguir un álbum de cromos del toro bravo, de manera que habría
que mantener las labores de tienta que permitieran garantizar la selección
racial morfológica y de comportaminento. De no hacerse así, la degeneración
sería inmediata.
Quizá
esto sea sólo un hermoso sueño, pero sería insensato desdeñar el futuro del
turismo rural con recorridos por las dehesas donde las puntas de ganado bravo
figuraran como parte de la fauna ibérica autótona. Hay precedentes, como las
vacadas asilvestradas que habitan en la marisma del Parque Nacional de Doñana
cuyo origen es inmemorial, y que han proporcionado una gran sorpresa al
comprobarse en los primeros estudios sobre su ADN su carácter
extraordinariamente arcaico dentro de las variedades bovinas.
Siguiendo con nuestro sueño imaginamos dehesas
ocupadas por variopintas vacadas de ganado bravo, un excelente guardián y un
consumidor de pastos antiincendio en descuidados ecosistemas semiforestales. Acá las
reses cárdenas de Santacoloma o Saltillo, más allá los berrendos de Martínez,
ya extinguidos en la Sierra madrileña; en las salinas gaditanas los sardos y
salineros o los ensabanados, albahíos y jaboneros de la Casta Vazqueña, que lo
fue real al adquirirla Fernando VII.
Y
los bellísimos toros negros, de Pedrajas, del Conde de la Corte o los
Colorados, de Núñez o de remotas raíces jijonas, del campo de Villarrubia de
los ojos del Guadiana.
Una
inmensa riqueza que no queremos perder y que debe seguir formando parte del
patrimonio genético de las razas ibericas autóctonas. Su diversidad de capas
fue poéticamente cantada por Gerardo Diego:
Lejos, cerca, reposan
al selenio fulgor bien modeladas
las moles prietas, grávidas, lustradas
que continencia y que vigor rebosan.
Son los toros, tremendos
negros de pena, cárdenos, berrendos.
1 comentario:
¿El Toro en las dehesas? Pues que protesten a Europa que con sus leyes sanitarias y metodos erroneos está matando a toda la cabaña brava y mansa sin miramientos.
Luis López
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